La sublevación indígena en La Paz en 1781 Túpac Katari, la tormenta aymara
Imagen: la razón-archivo
Bolivia, 197 años de independencia
La “sublevación general de indios” en Charcas tuvo sus motivos en los abusos de las autoridades coloniales para con los indios, la sobreexplotación de éstos en la mita minera, pero sobre todo en el “reparto forzoso de mercancías” o la venta obligada de productos a las comunidades indígenas que podían o no servirles.
Para fines de marzo de 1781, los principales caudillos de Chayanta y Oruro fueron derrotados y sus movimientos, controlados. Fue en ese momento que empezó la sublevación en la región de La Paz, encabezada por Julián Apaza, “Túpac Katari”, y su esposa Bartolina Sisa.
Julián Apaza nació en Sica Sica y muy joven se trasladó hacia Ayo Ayo, al ayllu Sullcawi, donde se inscribió en la categoría tributaria de “forastero”. Esta condición le permitió tener más libertad de movimiento dedicándose a oficios como el de “trajinante” o comerciante propietario de recuas de llamas. Fue gracias a esta actividad que logró contactarse con mucha gente y organizar la gran sublevación de 1781.
Su entorno familiar estaba conformado por su hermana Gregoria Apaza, su esposa Bartolina Sisa y un hijo llamado Anselmo. Por las descripciones de la época se identificaba a Túpac Katari como un hombre de más o menos 30 años al momento de su captura, por lo que habría nacido posiblemente hacia 1750. Sobre su aspecto físico no se conoce mucho, salvo algunas descripciones realizadas en los diarios del cerco de La Paz.
A principios de 1781, los rumores acerca de una invasión de las tropas de Túpac Amaru a La Paz eran cada vez más fuertes; por ello se nombró a Sebastián de Segurola, corregidor de Larecaja, como comandante militar de la ciudad, dándole la misión de organizar la defensa. Se construyó entonces un muro alrededor de la ciudad, dejando fuera los “barrios de indios” de Santa Bárbara, San Sebastián y San Pedro, y de adiestrar a la población local para el manejo de armas de fuego, creando milicias.
EXPEDICIÓN. En febrero de 1781, una expedición salió de la ciudad rumbo a Viacha, donde se ejecutó a varios “indios sublevados”. El 13 de marzo trataron de hacer lo mismo en Laja, pero allí los indígenas presentaron una resistencia tenaz. Cuando el contingente armado retornaba victorioso en horas de la noche, encontró en la Ceja de El Alto un campamento indígena dirigido por alguien que se hacía llamar Túpac Katari. Entonces, los soldados de Segurola se abrieron paso a punta de disparos de fusil hasta que en la madrugada lograron entrar a la ciudad. De esta manera se inició el cerco a la urbe paceña.
En 1781 se registraron dos cercos a la ciudad de La Paz. El primero duró desde el 13 de marzo hasta el 3 de julio de ese año. Luego de un intermedio en el que las huestes de Katari fueron desalojadas de sus campamentos por el coronel Ignacio Flores, se instaló un segundo cerco entre el 7 de agosto y el 17 de octubre del mismo año.
Túpac Katari concentró sus tropas en dos puntos estratégicos: el primero en la Ceja de El Alto, desde donde se controlaba todos los caminos hacia el altiplano; el segundo se ubicó en Pampahasi, desde donde se divisaba claramente la ciudad y se controlaba la salida hacia los Yungas. La estrategia era estrangular a la ciudad impidiéndole cualquier llegada de alimentos y amedrentar a la población con ataques diurnos y nocturnos, hasta que sus habitantes se rindieran. Finalmente se contemplaba la posibilidad de tomar la ciudad por asalto.
Para su cometido, Katari logró el apoyo inicial de los indígenas de Calamarca, Luribay, Yaco, Quime, Inquisivi, Capiñata, Cavari, Mohoza e Ichoca, sumándose luego los de los de Sica Sica y Ayo Ayo, además de muchos indígenas de los barrios de indios, llegando a conformar un ejército de entre 10.000 y 12.000 hombres.
La sublevación no se limitó a la ciudad de La Paz. En Tiquina, el 19 de marzo de 1781, Tomás Callisaya y sus huestes, siguiendo órdenes de Katari, mataron a hombres, mujeres y niños españoles o de ascendencia española. En los meses siguientes, las huestes de Katari lograron tomar las poblaciones de Desaguadero, Zepita, Pomata, Ilave, Juli y Chuchito, y el 1 de abril se cercó la población de Sorata, aunque sin resultados favorables. De la misma manera, se intentó tomar la ciudad de Puno mediante un cerco puesto en abril de 1781, en el cual convergieron las fuerzas aymaras de Katari y las quechuas de los Amaru.
INCOMUNICADA. La ciudad de La Paz quedó totalmente incomunicada, sin una posible vía de acceso para el reabastecimiento de víveres. Como Katari sabía que los refuerzos enviados desde Lima o desde Buenos Aires no tardarían en llegar, incrementó los ataques, logrando incendiar varias casas del interior de la ciudad arrojando antorchas a los techos de las mismas. A pesar de ello el muro no cedió.
El esperado auxilio a la ciudad de La Paz llegó a fines de junio con el coronel Ignacio Flores y unos 2.000 soldados, procedentes de Buenos Aires, La Plata y Cochabamba. Este contingente se enfrentó a las huestes indígenas en Sica Sica, Calamarca y Ventilla, donde Julián Apaza estuvo cerca de caer prisionero. En ausencia de éste, el mando de las tropas que asediaban La Paz lo asumió Bartolina Sisa, que se hallaba en el cuartel de Pampahasi; sin embargo, cuando trató de ir en busca de su marido fue traicionada y entregada a Segurola.
Las tropas del Rey llegaron a La Paz el 3 de julio, poniendo fin al primer cerco. La alegría de los paceños duraría poco. Muchos soldados habían caído enfermos y otros se mostraron altamente indisciplinados, por lo cual, a pesar de los ruegos de los habitantes de la ciudad y las órdenes de Segurola, las fuerzas auxiliares se retiraron de La Paz el 5 de agosto de 1781. Inmediatamente las tropas de Katari se reorganizaron e impusieron un nuevo cerco.
El 6 de abril de 1781, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru, fue ejecutado en la plaza del Cuzco acusado de asesinato de españoles y de infidencia contra el Rey. A pesar de la muerte de su principal caudillo, la rebelión de los Amaru continuó, pero en un nuevo escenario, la provincia de La Paz.
En agosto se cercó nuevamente la localidad de Sorata, esta vez por tropas quechuas al frente de Andrés Túpac Amaru, sobrino de José Gabriel y Gregoria Apaza, hermana de Katari. Se construyó una cocha o represa de agua para romperla e inundar al pueblo. Una vez hecho esto, la pareja y sus huestes entraron solemnemente a Sorata, instauraron juicios sumarios a los vecinos y los sentenciaron a morir, mientras que a las mujeres se las obligó a llevar trajes indígenas en señal de sumisión.
Cuando el ejército quechua llegó a la ciudad de La Paz, Andrés Túpac Amaru le exigió obediencia a Túpac Katari, pero éste no quiso colocarse bajo las órdenes de un advenedizo. Finalmente, se acordó que cada uno quedaría al mando de sus respectivos ejércitos y se reconoció a Julián Apaza como comandante del cerco de La Paz. El 28 de agosto se reanudaron las hostilidades con ataques a los muros y el uso de antorchas que se lanzaban para provocar incendios. La ciudad, sobrepoblada debido a la acogida de la población criolla y mestiza que vivía en los barrios de indios, se quedó lentamente sin alimentos, llegando sus habitantes a comer carne de ratas, gatos y perros.
El hecho culminante del segundo cerco fue la construcción de una cocha, similar a la utilizada en Sorata, a la altura de Achachicala, utilizando las aguas del río Choqueyapu. El objetivo era arrasar los muros que protegían la ciudad; sin embargo, la noche del 11 de octubre, la represa cedió antes de tiempo. La fuerza de las aguas se llevó varias casas de extramuros, además de muchos puentes, pero las trincheras y las murallas lograron resistir el embate de la inundación.
Consciente de que la situación en La Paz se tornaba desesperada, el nuevo presidente de la Audiencia de Charcas, Ignacio Flores, envió a La Paz al teniente coronel Josef de Reseguín al mando de una tropa de 3.000 hombres y ocho cañones. Se optó por acabar con la resistencia indígena primero en los valles y luego en el altiplano, donde derrotó a las huestes quechuas y aymaras. Finalmente, la expedición llegó a El Alto el 17 de octubre, provocando la huida desordenada del ejército indígena. Sin perder tiempo, Reseguín atacó los campamentos de Pampahasi y el Calvario, donde estaban los Amaru. Finalmente, la ciudad de La Paz se vio libre de toda amenaza indígena.
Los principales líderes quechuas, así como Túpac Katari, se habían retirado hacia la localidad de Peñas días antes de la llegada de Reseguín. Sabedor de esto, el comandante realista salió en su persecución, pero cuando estaba en la localidad de Patamanta, el 3 de noviembre de 1781, se presentaron voluntariamente Andrés Túpac Amaru, Miguel Bástidas y Gregoria Apaza solicitando paces a cambio del perdón. Túpac Katari se retiró hacia Achacachi, donde fue recibido por Tomás Inga Lipe, el Bueno, quien lo esperaba con una fiesta. En la noche del 8 de noviembre, Katari presintió que iba a ser traicionado e intentó huir, pero gracias a Inga Lipe fue detenido por los soldados del Rey en un lugar denominado Chinchayapampa.
PEÑAS. El 10 de noviembre, Katari llegaba al pueblo de Peñas donde Reseguín había instalado su cuartel general. Luego de un juicio sumario seguido por el oidor Tadeo Díez de Medina, se lo encontró culpable de asesinato de españoles y de infidencia contra el Rey. El castigo que se le impuso fue la muerte por descuartizamiento, ejecución que se llevó a cabo por parte de cuatro soldados tucumanos el 14 de noviembre de 1781 en la plaza del pueblo de Peñas.
Luego de su ajusticiamiento y como forma de escarmiento, se colocó su cabeza en la ciudad de La Paz, primero en la plaza mayor y después en Quilliquilli; la mano derecha se mandó a Ayo Ayo y luego a Sica Sica; la mano izquierda fue destinada al pueblo de Achacachi, la pierna derecha a Chulumani y la izquierda a Caquiaviri, principales puntos de rebelión.
La rebelión indígena en La Paz terminó con la “pacificación” implacable por parte de Josef de Reseguín. Se arrestó o mató a algunos líderes o lideresas que quedaban como Isabel Guallpa, viuda de Choqueticlla, quien a la muerte de su esposo asumió el mando de sus tropas. Por otro lado, Bartolina Sisa fue ahorcada el 5 de agosto de 1782 en la plaza de armas de La Paz, después de una larga prisión y un juicio. Finalmente, Joseph de Reseguín dio por finalizada su campaña en julio de 1782.
La experiencia de las rebeliones indígenas marcó la vida de la población en Charcas. La Corona cambió su política frente a la población indígena, la crisis de los cacicazgos se profundizó y el temor a una nueva sublevación pasó a la siguiente generación. La memoria de la “sublevación general de indios” en los pueblos y en las ciudades quedaría latente y se manifestaría nuevamente en un contexto diferente: el de la crisis de la monarquía que se produjo 30 años después y que sería el inicio del proceso de independencia.
Roger L. Mamani siñani es licenciado en historia por la universidad mayor de san andrés. docente de la carrera de historia de la universidad pública de el alto (upea).