6 de agosto, la fiesta cívica más importante de los bolivianos
La fiesta del 6 de agosto se establece después de la independencia, puesto que la nueva república necesitaba elaborar su propio calendario cívico festivo para crear un imaginario colectivo
Los desfiles estudiantiles y civiles forman parte de la celebración del 6 de agosto.
Bolivia 198 años
La fiesta del 6 de agosto se establece después de la independencia, puesto que la nueva república necesitaba elaborar su propio calendario cívico festivo para crear un imaginario colectivo, una identidad nacional que justificase la existencia del nuevo país. Las primeras fiestas patrias conmemoraban las victorias obtenidas en las batallas de Junín y Ayacucho y eran precisamente la del 6 de agosto y la del 9 de diciembre; luego se añadieron otras fechas de importancia cívica. Este nuevo calendario republicano tenía que reemplazar las fiestas coloniales que proyectaban la imagen del rey de España y la monarquía española: el nacimiento, matrimonio, fallecimiento del rey y las victorias militares.
Años después, durante la fiesta del 6 de agosto se conmemoraba la victoria militar, pero el mayor énfasis se hacía en el nacimiento de la república. A partir de la llegada al poder de Andrés de Santa Cruz (1829-1839), la fiesta del 6 de agosto fue propuesta como la gran fiesta cívica de la nación. A mediados del siglo XIX, esta fue celebrada como fiesta patria por encima de las demás, sobre todo, de las efemérides departamentales. A partir del gobierno de Belzu (1848-1855) se dio un mayor uso político a la fiesta para incentivar en todos los departamentos un mismo sentimiento patrio, reactivando, además, la participación de los sectores populares. Se pretendía cohesionar al pueblo, contentándolo con las manifestaciones lúdicas que reflejaban la felicidad pública y reforzaban la lealtad del grupo dirigente, de la iglesia y del ejército.
A principio del siglo XX, en el periodo liberal, la fiesta recibió la atención de los gobiernos, se convirtió en una efeméride nacional para expresar la sensación de unidad, generar consenso y cohesión y se afianzó como la gran fiesta patria que debía celebrarse de manera entusiasta a la vez que exclusiva, sobre todo, después de la pérdida del Litoral (1879). En esta época, la festividad se extendió por tres días, incluyendo muchas actividades lúdicas y deportivas. La celebración del primer centenario de la independencia, el 6 de agosto de 1925, fue uno de los acontecimientos festivos más importantes del siglo XX. Se presentó un amplio programa que duró casi un mes, cuyo punto central fue la Exposición Industrial Internacional que contaba con los pabellones extranjeros. En el pabellón Bolivia se expuso la representación de la maqueta de Potosí, el ferrocarril a Machacamarca y el cerro de Llallagua, para demostrar el desarrollo económico de Bolivia.
Durante las décadas posteriores, la fiesta del 6 de agosto se celebraba en todas las ciudades y en el área rural, aunque la ritualidad —que tenía raíces en la época colonial y se reforzó en el siglo XIX—, había sufrido algunos cambios. Uno de los elementos principales de la festividad, que se heredó de la época colonial, es el tradicional Te Deum que se entona durante la misa de esa fecha con la presencia de las autoridades, en agradecimiento a Dios. Hasta ahora forma parte del ritual político de esta fiesta. También siguen siendo parte los desfiles compuestos por las autoridades, instituciones, corporaciones, organizaciones y movimientos sociales, aunque a lo largo del tiempo han cambiado su estructura y recorrido.
Desde el nacimiento de la república la participación de los militares en los desfiles es muy importante, debido al carácter de esta fecha y su relación con las victorias militares, aunque la parada militar como tal se realiza al día siguiente, 7 de agosto, Día de las Fuerzas Armadas. La composición de los participantes ha variado. Por ejemplo, después de 1952 fueron incluidos los milicianos y los carabineros; ahora desfilan las policías, los beneméritos y las viudas de la Guerra del Chaco y otros sectores relacionados con la actividad militar. Durante los gobiernos militares, se reforzó la representatividad de las Fuerzas Armadas; en los últimos 15 años se introdujeron los desfiles campesino-militares.
A lo largo del siglo XX se amplió la participación de los escolares en los desfiles, como parte de la instrucción cívica, y las celebraciones patrióticas en las escuelas para inculcar el amor y el “culto” a la patria. Se introdujo una variedad de actividades: el canto de los himnos patrios, las veladas literario-musicales, las conferencias sobre la importancia la guerra de la Independencia y sus héroes. La participación de los escolares se constituyó en un elemento sustancial de la celebración del 6 de agosto, aumentando año tras año la cantidad de los participantes de escuelas y colegios. En las provincias, la participación de los estudiantes es aún más importante, pues esta fecha marca el calendario cívico escolar.
En cuanto a la organización del espacio festivo, tanto en las ciudades como en el campo se organizaban altares patrios que, en muchos lugares, sobre todo en las provincias, se siguen armando. El altar de la patria erigido en la plaza es el lugar cívico-sagrado donde se colocan los retratos de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y el escudo de Bolivia. Ahí se hacen las ofrendas florales, se proclaman discursos políticos, frente al altar se realizan los desfiles y se entonan los himnos patrióticos. El símbolo principal de la celebración del 6 de agosto es la Bandera Boliviana y el Escudo Nacional, pero en los últimos 15 años fueron incorporados con mayor fuerza la simbología andino-amazónica e incluso partidaria.
Uno de los cambios más importantes introducidos en estos años fue el traslado del escenario principal de la fiesta del 6 de agosto, a partir de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia (2009). Sucre, la capital, perdió protagonismo como la sede de la primera sesión de honor del Congreso que ahora puede realizarse en cualquier capital departamental. Asimismo, el 6 de agosto ya no es considerada como la fecha fundacional, porque el presidente ya no lee su informe al país que nació como República de Bolivia, ahora este informe se pronuncia el 21 de enero, fecha de la fundación del Estado Plurinacional. Sin embargo, el 6 de agosto sigue siendo la fecha que conmemora la lucha por la independencia, reflejada en su Acta de la Independencia, mantiene todos los elementos principales del orden cívico-ceremonial construidos a lo largo de la historia republicana, y sigue siendo la fiesta que une a todos los bolivianos dentro y fuera del país.
Evgenia Bridikhina Docente de la Carrera de Historia de la UMSA