¿Quiénes componemos La Paz?
Desde los pueblos indígenas hasta las poblaciones migrantes
Imagen: MUSEF
La Paz 215 Años
La Paz es un círculo de contrariedades, no solo por su clima, geografía y política, sino también por su rica composición cultural. En su territorio coexisten más de 13 comunidades lingüísticas, incluyendo mosetenes, tsimanes, esse ejjas, tacanas, lecos, araonas, toromonas, machajuyai-kallawayas, aymaras, quechuas, remanentes puquina y uru, afrodescendientes, además del castellano. Este conglomerado de poblaciones refleja una lucha constante por preservar su territorio y entorno natural frente a los carayanas (los otros, los blancos, los extraños) que, con una visión dominante, se apropian de tierras para la extracción de madera, expansión de monocultivos, explotación minera y otros usos.
La Paz es un ecosistema que abraza diferentes culturas, nutriéndose tanto de sus alrededores como de migrantes de otros departamentos y países. Entonces, ¿quiénes somos los paceños? ¿Solo los nacidos en la ciudad? ¿Los nacidos en todo el territorio paceño? ¿O aquellos que se autoidentifican como paceños aunque sus orígenes sean diversos? Reconocer el territorio que nos rodea, entender sus necesidades y apreciar los diferentes acentos que existen en este departamento es fundamental para comenzar a entender que lo paceño no se limita al entorno urbano.
Lo paceño va más allá de la ciudad y del característico «yaaaaaaa» de la jerga juvenil. Se extiende por muchos ríos, pisos ecológicos de diferentes niveles y complejos componentes geográficos, desde el altiplano que alberga remanentes de un mar antiguo que es el lago Titicaca y sus salares, hasta los valles mesotérmicos, las zonas de pie de monte, yungas y la Amazonía.
Historia de resistencia y supervivencia
La Paz es un crisol de culturas, donde la presencia de los pueblos indígenas es fundamental para entender sus identidades. El contingente humano que permanece en este territorio después de siglos de disputas, guerras, epidemias y explotaciones laborales, como la producción de goma y quina, ha forjado una historia de resistencia. Los siglos de vida en esta región denotan historias de inundaciones y sequías, explotación humana, genocidios y etnocidios, relocalización, golpes de estado y, en la actualidad, un extractivismo marcado por premisas económicas como la minería, la expansión agrícola y la explotación maderera. La iglesia, la escuela y el cuartel complementan las fuerzas occidentales de dominación, pero también forman parte de la identidad paceña, con sus propias contradicciones.
Las sociedades indígenas de La Paz conviven con su entorno natural desde una perspectiva horizontal, donde el ser humano, las plantas, los animales y todo lo que les rodea están en igualdad de condiciones. Son habitantes de la naturaleza y se debe respetar su forma de vida: no saquear sus productos, no aniquilar a los animales y no destruir el espacio selvático.
Estas poblaciones son la respuesta al mundo sobre la actitud de vida que debe asumir el ser humano, en contraste con las grandes lógicas capitalistas que están destruyendo la naturaleza.
Históricamente, los habitantes de estas tierras han generado mecanismos de habitabilidad en territorios discontinuos, aprovechando enclaves ecológicos para obtener productos de la naturaleza. Por esta razón, el valle de Chuquiabo albergó durante siglos a varias poblaciones andinas, como tiwanakotas, señoríos aymaras (apu cancañas) y asentamientos inkas, siendo un espacio estratégico entre la zona altiplánica y los yungas. Este valor estratégico fue reconocido por los españoles, quienes fundaron la ciudad de Nuestra Señora de La Paz en este suelo. La ciudad se convirtió en un eje comercial, facilitando el paso de productos alimenticios de diversas zonas y sirviendo como ruta para las caravanas de llamas que transportaban plata y mercurio, articulando centros estratégicos como Potosí, Lima y el Callao.
La identidad del colla urbano
Al paceño urbano se le suele denominar «colla», término derivado de una de las zonas cuatripartitas del Imperio Inca, el Kollasuyu, la región de los médicos especialistas, conocidos en algunos casos como kallawayas. A través de los viajes interecológicos, los antiguos habitantes de esta amplia región aprendieron y transmitieron conocimientos y habilidades en la atención de diferentes males físicos. Los kollas o kolliris (médicos andinos), hasta la actualidad, atienden el cuerpo y el alma ante cualquier dolencia o la pérdida del ajayu (alma).
Algunas teorías sugieren que estos médicos son el remanente de poblaciones mayores que existieron en Tiwanaku, Lukurmata, Khonkho Liki Liki, Titimani o poblaciones anteriores como Chiripa o Viscachani. Construyeron enclaves como Iskanwaya o Jaramillo y fueron llamados a Centroamérica para sanar la malaria de los constructores del Canal de Panamá a finales del siglo XIX.
Las comunidades indígenas impregnan la vida cotidiana paceña con sus tradiciones y costumbres. Habitantes de tierras altas y bajas componen un departamento con diversas condiciones climáticas y geográficas que diluyen los límites de la ciudad de La Paz. En este sentido, lo paceño abarca más que la simple geografía urbana; es una identidad que fluye entre las montañas, los valles y las selvas, uniendo a sus habitantes en una red de culturas interconectadas.
La celebración del 16 de Julio
El 16 de julio muchos territorios de La Paz también celebran esta fecha cívica. No se trata solo de paceños celebrando a paceños, sino de una celebración que reconoce y abraza la diversidad cultural del departamento. Este día es una de las fechas más celebradas en Bolivia, con comunidades como Copacabana, Coripata, San Buenaventura, Calamarca, Sica Sica, Umala, Italaque, Puerto Carabuco, Santiago Pampa, Colquiri, San Pedro de Curahuara, Puerto Pérez e Isla Qiwaya, entre otras, conmemorando este día. Las celebraciones tienen un profundo carácter religioso, en honor a la Virgen del Carmen, reflejando las ricas tradiciones culturales que compartimos.
La Paz es mucho más que una ciudad; es un microcosmos de Bolivia, una muestra de su diversidad y riqueza cultural. La identidad paceña es una mezcla de lo antiguo y lo moderno, de lo indígena y lo mestizo, de lo urbano y lo rural. Celebrar La Paz es celebrar la diversidad y la resistencia de sus pueblos, su historia compartida y su futuro común. Es un recordatorio de que lo paceño no pertenece solo a la ciudad, sino a todo un territorio lleno de vida, historia y cultura.
Autor Milton Eyzaguirre y Meztly Pacassi – Museo Nacional de Etnografía y Folklore