Un lustrabotas sobrevive con los pocos lustres del día
Sin muchos zapatos a los que sacarle brillo, Anselmo ofrece sus servicios en algunas ferias de El Alto.
A sus 70 años, Anselmo no tiene más opción que seguir con su oficio de lustrabotas. La cuarentena por el coronavirus afectó su actividad laboral, así como la de otros trabajadores que viven al día.
“Hoy gané seis bolivianos, me alcanza para comprarme pancito”, contó a Extra Digital mientras guarda sus cremas de lustrar en su caja de madera.
Ya es mediodía y la gente se retirará de la feria de Alto Lima, donde se lo vio el viernes.
Anselmo tiene una lesión en la cadera por un accidente que sufrió cuando trabajaba como arenero, hace más de 20 años.
Por mucho tiempo estaba postrado en cama y cuando se recuperó decidió ser lustrabotas. “Ahora no hay gente que quiera un lustre, la mayoría usa tenis; algunos me dicen ‘ya’ para ayudarme”, dijo.
Él es un beneficiario de la Renta Dignidad, pero falta una semana para que le toque cobrar. “Falta todavía, ¿qué puedo hacer? Por eso vengo a las ferias a ver si alguien quiere brillo”, contó.
En la ciudad, por la emergencia sanitaria a causa del coronavirus, la mayoría de los lustrabotas dejó de trabajar. Algunos aún salen muy temprano para hacerlo en la plaza Ballivian.
Otros se dedican a actividades comerciales y hay quienes retornaron a su pueblo y viven de los pocos ahorros que tenían.
Éste, como otros sectores de la sociedad, necesita ayuda económica y nuevas políticas de las autoridades.