Artesanos dejaron los diseños con lentejuelas para vender alimentos
Doña Marina es una de las trabajadoras que ahora comercializa pasankalla y otros tostados.
Las lentejuelas, perlas, mostacilla, he hilo dorado que utilizaba Marina para bordar trajes folclóricos fueron cambiados, a causa de la crisis sanitaria por el coronavirus, por bolsas de pasankalla y variedad de tostados, como fideo macarrón endulzado, bolas de arroz, entre otros.
El arte en bordado lo heredó de sus padres y ellos de sus abuelos quienes crearon variedad de trajes folclóricos en su taller que en ese entonces se encontraba por el puente Topater en la ciudad de La Paz, «hemos nacido en pañales de bordados, como decimos, pero ahora todo cambió, ahora estoy vendiendo pasankalla y otras cositas para sostener la tienda porque hay que pagar el alquiler», dijo.
Como ella, varios de los bordadores de la urbe alteña que tenían sus puestos en la avenida Naciones Unidas frente al Multifuncional guardaron en bodegas o sus domicilios los trajes típicos folclóricos de morenada, kullawada, tinku y otras danzas que se exponían en este sector.
Varios optaron por cerrar el negocio, otros por vender dulces, refrescos o elaborará barbijos, banderas y estandartes. En las tiendas de algunos otros bordadores ahora se encuentran otros negocios, pollos a la broaster, un taller que arregla línea blanca y hasta una farmacia se observan en el lugar.
«Finales de marzo nos hicieron cerrar el negocio desde entonces estábamos solo en casa, pero pasado abril ya hacía falta el dinero para cocinar, ya no nos alcanzaba, es por eso que decidí vender pasankalla, pensé que me va a solventar, pero ni así no hay mucha venta, poquito cae, si fuéramos mayoristas tal vez», contó Marina.
La paralización de las entradas folclóricas, los prestes y las mismas actividades educativas donde los estudiantes también acudían a fletar un traje folklórico dejó sin ingresos a este sector, «es como si nos hubieran cortado las manos, antes llegaban de Brasil para que se lo hagamos un par de trajes, venían de otras provincias, porque en todo lado bailan», lamentó.
La situación económica y el hambre también provocaron que venda sus máquinas de coser como muchos otros hicieron desaparecer su capital en la compra de alimentos, «he vendido dos máquinas domésticas pero barato porque ya son usaditos, duele vender nuestras herramientas, pero es por el hambre tal vez ya mayores podemos pasar hambre pero las waway se van a desnutrir», lamentó.
Por su parte Nelson Quispe, Ejecutivo de la Asociación Mixta Bordadores Autodidactas en Arte Folklórico, señaló que 500 bordadores alteños están afiliados y casi cinco mil familias que viven de esta labor están afectadas.
«Solo en carnaval hemos trabajado después de eso alistamos las ropas para el Gran Poder y 16 de Julio ya hemos invertido el capital, lamentablemente ingreso esta enfermedad y hemos perdido todas las fiestas, varios hemos desocupado nuestras tiendas porque se pagaba alquiler, otros están manteniendo pero vendiendo papel higiénico, refrescos y otras cosas, estamos preocupados estamos sin trabajo», dijo.
Las tiendas de varios bordadores de El Alto fueron alquiladas en la zona 16 de Julio, Complejo, Villa Adela, Senkata y San Roque, la necesidad provocó que dejaran las tiendas, porque además muchos deben pagar al banco por ello también piden la promulgación de la Ley 720/2020 de diferimiento a créditos bancarios.
«Necesitamos una reactivación laboral y económica y el diferimiento de los bancos hasta diciembre porque no estamos generando nada, yo prácticamente trabajo con colegios los chicos fletaban para por el día del padre, la madre y otras actividades», dijo otra bordadora del lugar.