Trabajadoras nocturnas de El Alto recurren a la clandestinidad para sobrevivir
Agotaron todos sus ahorros y la pandemia solo les dejó hambre y deudas.
«Estamos mal económicamente, hemos tenido que salir a las calles porque no tenemos trabajo, nuestros hijos tienen hambre y nos hemos endeudado, de dónde vamos a sacar dinero, tenemos que trabajar si o si», dijo una de las trabajadoras nocturnas de base de la urbe alteña.
La pandemia ocasionó que sus condiciones de vida empeoren y que casi 200 trabajadoras nocturnas de la urbe alteña, en especial de la zona 12 de Octubre, vuelvan a ejercer el trabajo sexual, pero en medio de la clandestinidad corriendo varios riesgos.
Desde el 22 de marzo, debido a la cuarentena por el coronavirus que estableció el actual Gobierno para enfrentar la pandemia, dejó hasta la fecha sin funcionar los lenosinios, donde trabajaban, varias de ellas se vieron afectadas porque agotaron todos sus ahorros, se vieron endeudadas y con el peso de conseguir dinero para cubrir las necesidades de su hogar.
Algunas optaron por buscar oficios alternativos como la venta de comida, refresco, empanadas, queques entre otros productos, pero no les fue bien porque fueron echadas y «correteadas» por las dirigentes de los sindicatos de los mercados ante el recelo que tienen por la clientela, denunció Viviana exrepresentante regional de El Alto y hoy trabajadora de base.
«Estamos tratando de subsistir, pero el hecho de que aparezca gente nueva es para que sean correteadas y echadas. Yo he pasado por esa situación, me he dedicado a la venta de comida, llevaba a los mercados en un carrito, venía un sindicato y me decía que me fuera más allá, venía otro y me decían retírese, váyase más allá, es triste ser tratado así”, contó.
El hecho de no poder ejercer ni el comercio informal en la urbe alteña, pagar el alquiler, el agua, la luz y hasta los préstamos con bancos, además de buscar el alimento para el día obligó y forzó a que casi 200 trabajadoras nocturnas, de las más de 350 registradas, vuelvan a ejercer la prostitución en la clandestinidad.
El sector de la zona 12 de Octubre exige que las dejen trabajar de forma legal y sugiere que por lo menos se abra por día dos de los 15 lenocinios que existen en el lugar para que puedan volver a trabajar hasta con un número limitado de trabajadoras sexuales que garantizan todos los implementos de bioseguridad.
«Nos obliga la necesidad por llevar el alimento a casa, si o si debemos salir a trabajar a las calles arriesgándonos por esta pandemia. Pedimos a las autoridades que se sensibilicen y se puedan volver a abrir aunque sea dos locales por día porque son ahí donde trabajan más nuestras compañeras», dijo.
Durante este tiempo la Policía, Guardia Municipal y la Intendencia de la Alcaldía alteña realizaron varias intervenciones a alojamientos, hostales y residenciales que funcionan en Villa Dolores, 12 de Octubre y la Ceja donde se identificó que algunos de estos funcionan como lenocinios.
Según Viviana el pasado viernes fueron arrestadas 20 de sus compañeras tras estas intervenciones, «las compañeras deben mantener a sus hijos y la desesperación por conseguir algo de plata las a hecho volver si o si a las calles», lamentó.
La mayoría de las trabajadoras sexuales de la urbe alteña son madres soltera y madres abandonadas que mantienen familias numerosas que van desde cuatro, cinco, seis, ocho y nueve hijos muchos en edad escolar que piden a su madre comida porque sienten hambre.
Además de correr el riesgo su seguridad y salud física deben soportar el mal trato de la gente, quienes las insultan, les echan con agua para votarlas de las calles donde ahora acuden a plena luz del día.
El sector de la zona 12 de Octubre que ahora está desvinculado de la dirigencia de la señora Lily Cortez organiza una marcha de protesta para los próximos días con el fin de exigir a las autoridades que les dejen trabajar, porque tienen detrás de ellas familias que deben mantener y ya no tienen la economía para hacerlo.