Recupera ‘joyas’ históricas que estaban a la venta en las ferias
Juan Carlos Calle, del espacio cultural Waliki, atesora más de dos mil piezas de incalculabe valor cultural, son joyas históricas.
El espacio alberga joyas históricas, como una huella de dinosaurio, cerámica y un posible Picasso.
Imagen: Isabel Moreno
De la conocida Feria 16 de Julio, en paseos turísticos y, hasta de la basura, Juan Carlos Calle logró recuperar “tesoros históricos y obras de arte” nacionales, que en la actualidad están cuidados en el espacio cultural Waliki, en El Alto.
“En nuestro espacio cultural tenemos casi dos mil objetos, entre cosas históricas, obras de arte, material arqueológico, libros y antigüedades que son exhibidos en nuestro restaurante de comida tradicional, para que el arte sea accesible a toda la población”, contó a EXTRA el gestor cultural, que destacó el apoyo de su socio Gary Chambi, quien apoyó en la restauración y el armado de la muestra histórica y cultural.
Calle, de 38 años, contó que desde que tenía 12 comenzó con el afán de coleccionar piezas históricas: comenzó con monedas antiguas, le siguieron libros y ahora ya atesora una huella de dinosaurio.
“Tengo una huella de dinosaurio y según los estudiosos es una huella de la pata izquierda de un dinosaurio velociraptor. Igual tengo huesos de dinosaurios, todo data del período Cámbrico, deben tener más de un millón y medio de años. Otra de las reliquias que se puede ver es un diente de megalodón fosilizado y muelas de mamut, que los encontré de causalidad en viajes que realicé por diferentes lugares del país”.
Joyas históricas
Pero la colección histórica no termina ahí, tan solo es el inicio. En otra vitrina se observa piezas originales de la cultura Mollo que tienen más de 1.800 años, otras Tiwanacotas, que datan de hace más de 900 años y cultura Wari de más de 2.500 años.
“Tengo cerámica, algunas las hallé en mis paseos a la Isla del Sol en uno de mis viajes, las restauré y otras me las donaron en buen estado, igual cuento con tejidos y libros clásicos”.
En otro de los sectores se pueden observar instrumentos musicales que datan de 1911. “Tenemos una vitrola a cuerda de marca Brunswick, que la encontramos desecha, en malas condiciones, pero la logramos restaurar. Luego de una búsqueda en la red encontramos que una vitrola igual es exhibida en un museo en Austria”.
Juan Carlos Calle mostró discos de colección de vinilo. “Contamos con varios discos, pero nuestra joyita es el disco El lado oscuro de la luna, de Pink Floyd, del 72; funciona”.
Entre los objetos, también tiene un catre de bronce, del siglo XVI, con la firma del artista, y una diversidad de obras de Jaime Guzmán y pinturas.
Bolígrafo de Bánzer Suárez
Otro objeto que llama la atención es un bolígrafo del expresidente de Hugo Banzer Suárez, que tiene su nombre y, además, la punta era de oro.
Se puede hallar una diversidad de libros antiguos, en versiones originales y ediciones limitadas.
“Tengo hartos libros que tratan de todo, tengo el libro Mi lucha, de Adolfo Hitler, de 1933, es una de las joyas de la casa. Algunos libros los encontré al acudir a los avisos del periódico, decían ‘se vende libros por kilo’ y algunas veces encontré joyas como esta y otras veces nada”, expresó.
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Hay también una diversidad de monedas, entre nazis, bolívares y romanas de más de 1.500 años.
“Del 100 por ciento de las obras, por lo menos 50 por ciento lo encontramos en la Feria de la 16 de Julio, de El Alto, entre los cachivaches, otra parte en paseos, otros hasta en la basura. Por eso destacamos la labor de los pepenadores, que sin darse cuenta rescatan de la basura obras y piezas históricas”.
Son incontables las piezas que alberga ese espacio cultural. Pero lo que no puede faltar es el deporte: este sitio cultural alberga un trofeo original del Club Bolívar de 1942, en un partido que se impuso a Atlético La Paz, por cuatro goles contra uno.
Para finalizar, otra obra que llama la atención, pero que aún no está autentificada, es una pintura de Pablo Picasso.
De esta manera y en total anonimato, los gestores culturales e intelectuales aportan a la preservación de la cultura nacional, buscando piezas y objetos históricos, en ferias, pueblos y hasta en la basura.
“Compré algunas hasta en un boliviano; en otras, turismo (resulta mucho mejor) que hacer mayor inversión”.
Un restaurante donde se respira arte
El espacio cultural Waliki funciona en un restaurante de comida tradicional. De esta manera, logran sustentar los gastos de restauración y ampliación.
“Mucha gente viene, porque les gusta, no solo la comida tradicional, sino también el ambiente artístico que se puede respirar, ya que las vitrinas con las piezas históricas cubren las paredes y están a total vista de la población”, explicó Juan Carlos Calle, gestor cultural.
El restaurante, ubicado en la zona 16 de Julio, altura Chacaltayan, atiende de lunes a viernes, de 09.00 hasta 14.00.
“La comida se termina súper temprano y nosotros los recibimos con mucho cariño, ya que estamos felices de puedan conocer y ver el arte más cerca, es como llevar la cultura a ellos y por eso nos sentimos muy contentos”.
De igual manera, otro de los aportes del espacio Waliki está dirigido a los artistas, porque todos pueden hacer sus presentaciones, sin ningún costo.
“Nosotros no queremos lucrar con la cultura, por eso convocamos a los artistas y los apoyamos para que presenten sus obras en nuestro espacio cultural o realicen sus presentaciones”, expresó.