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Avances de la inclusión financiera, dónde estamos?

Hasta 2005, el país registraba resultados meritorios en inclusión financiera y con la llegada del Movimiento Al Socialismo (MAS) se esperaba que dicho proceso inclusivo se profundizara. Los datos de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (Asfi) dan cuenta de que durante el periodo 2006-2015 la cartera de créditos del sistema financiero nacional creció de $us 2.322 millones a 16.419 millones, a una tasa anual promedio de 17%; el número de prestatarios se elevó en 10% en promedio al año; los depósitos aumentaron de $us 3.637 millones a 20.531 millones, en 19% cada gestión; y el número de cuentas de ahorro de los depositantes se incrementó en 16% al año. 

Estos resultados son meritorios y fueron facilitados por la estabilidad macroeconómica, las tasas de crecimiento de la economía y la paz social imperantes durante la última década.

¿Dónde estamos en inclusión financiera, a más de dos años de aprobación de la Ley 393 de Servicios Financieros y a diez años de gobierno del MAS?.

Durante 2006-2015, el sistema financiero nacional registró un crecimiento grandioso e inédito en la historia financiera del país. Los bancos registraron cuantiosas utilidades y se produjo un crecimiento patrimonial inducido. Los consumidores financieros, depositantes y prestatarios, se beneficiaron con mejores condiciones de acceso y uso de los servicios.

Normativa. Uno de los cambios promovidos es la inducción del sistema financiero a la adopción de una conducta de inclusión financiera con un enfoque social y productivo, a través de la imposición de obligaciones a las entidades del sector, como la función social y la constitucionalización de derechos para determinados actores de la demanda, (mype, organizaciones comunitarias, etc).

En esa vía, se han implementado medidas por medio de decretos, definiendo mínimos de cartera de créditos para el sector productivo y de vivienda de interés social, tasa de interés activas máximas para estos sectores y fondos de garantía.

En cumplimiento a las exigencias regulatorias, las entidades financieras incrementaron sus carteras en el sector productivo considerando los mínimos de cartera impuestos. La cartera en el sector productivo creció en el periodo 2005-2013  —antes de la aprobación de la Ley 393 y su reglamentación— a una tasa promedio de 12% anual, la cual se incrementa a 35% anual para 2014-2015. Por su parte los sectores de servicios y comercio decrecen para ambos periodos de 14% anual a -2%, en el primer caso, y de 21% a 4%, en el segundo. Las metas de mínimos de cartera de vivienda también se vienen cumpliendo.

En relación a los máximos de tasas de interés activas, según la Asfi, la tasa de interés promedio ponderada registrada a diciembre de 2015 del crédito para la micro, pequeña mediana y gran empresa, es menor que la tasa máxima según la regulación financiera impuesta, en todos los casos.

Contribución. Con menores tasas de interés, el crédito productivo destinado a la gran empresa ha aumentado significativamente, al igual que el microcrédito para el mismo sector; en cambio, el crédito productivo para la pequeña y mediana empresa (pyme) no ha crecido en la misma magnitud y ha decrecido fuertemente para los casos de comercio y servicios.

El fuerte incremento del microcrédito para la microempresa podría estar originado en un desplazamiento de las operaciones previas de pyme hacia microcrédito, merced a las exigencias de tratamiento de la información financiera e impositiva. En ese contexto, quienes estarían ganando son la gran empresa con mayor financiamiento a menores tasas —que no está mal— y la informalidad. En este escenario, el sector de la agricultura familiar campesina continúa en una situación de financiamiento muy limitado. Así, surge la interrogante del porqué no llega el financiamiento a este rubro, que está llamado a contribuir, al igual que el sector de la agricultura comercial empresarial, a la seguridad y soberanía alimentaria.

Este cuadro podría ser de reacomodo a la reglamentación en el corto plazo pero, si se mantiene como tendencia en el mediano plazo, podría constituirse en una traba que frene el crecimiento. En todo caso, el país debe seguir avanzando en inclusión financiera y, no obstante los resultados exitosos, plantearse la necesidad de revisar la regulación del sector.

El avance de los servicios financieros

Expansión

En el periodo 2007-2015, los puntos de atención financiera en Bolivia se incrementaron en 195,6%, de 1.673 a 4.946; el número de cajeros automáticos en 244,3%, de 867 a 2.775, y la cantidad de sucursales y agencias en 150,4%, de 867 a 2.171.

Presencia

Hasta fines de 2015, los bancos múltiples tenían 4.240 puntos de atención financiera, los bancos pyme 339, las cooperativas abiertas 252 y las entidades financieras de vivienda 115, de acuerdo con datos de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (Asfi).