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Innovaplast fabrica con reciclados nylon que se degrada en dos años

Evitar que bolsas de plástico permanezcan hasta por 1.000 años en la Tierra contaminando el medio ambiente es una de los principales metas de Innovaplast, cuyos sacos biodegradables se descomponen en dos años.

Cuidar de la naturaleza siempre fue uno de los principales objetivos de la gerente propietaria de la pequeña empresa, Cecilia Jáuregui, quien mientras estudió Ingeniería Industrial integró un grupo activista de la ecología denominado “Los hijos del fin del mundo”.

“Aún no estamos conscientes del daño que causamos al medio ambiente” al desechar productos de plástico que liberan tóxicos que contaminan el agua y los alimentos que consume el hombre. “Hay que poner nuestro granito de arena”, subraya la profesional, quien también dicta clases de Emprendimiento Industrial en la Escuela Militar de Ingeniería.

La “idea de hacer algo” por la naturaleza nació cuando trabajó en una empresa en la que se fabricaban tubos con plástico reciclado, como “lo hacen grandes industrias de otros países”.

El sueño de Innovaplast se comenzó a construir con acuerdos con proveedores de materia prima, una inversión de $us 35.000 —financiados con un crédito bancario— y la compra de una moledora de nylon, que empezó a funcionar en abril de 2014. Tres años después, la joven emprendedora se muestra más tranquila y satisfecha por haber pasado con éxito “la tormenta” que implica el inicio de un negocio, algo que llega a ser un “proceso natural y difícil”.

Fundición. Con el plástico triturado se obtie

Hoy, la planta de Jáuregui, que se encuentra en la zona de Senkata, en El Alto, elabora materia prima para otras fábricas de productos de plásticos y —con maquinaria alquilada— bolsas de nylon ecológicas, con las que ganó el galardón Pequeña Empresa Líder Paceña y Bs 25.000 en el edil Premio Empresarial La Paz Líder 2017. “El dinero se invertirá en la empresa y en la compra de una máquina propia para (fabricar) este producto estrella 100% biodegradable”, afirma Jáuregui.

Al momento, la oferta biodegradable de la empresa suma 500 kilos al mes, lo que significa al menos 7.000 bolsas de polietileno de baja densidad —en especial de 80 x 110 centímetros— que se venden a supermercados, empresas de limpieza, restaurantes y otros y que pronto serán promocionadas masivamente en el mercado.

“Le ponemos a las bolsas un aditivo de tal manera que tarden en degradarse unos dos años”, afirma la gerente de Innovaplast.

La planta de la ingeniera industrial se encuentra en un terreno de su familia de unos 350 metros cuadrados divididos en tres áreas: para polietileno de baja densidad, para envases de suero y para jeringas y tapas de botellas.

En el primer caso, el procesamiento empieza con la llegada cada semana de materia prima: 2 toneladas (t) y media de nylon que tienen origen en el sector industrial y en los hospitales. “Se selecciona los desechos y se saca las impurezas, como cintas adhesivas”, detalla Jáuregui.

Etapas. Después, se lleva el material a “la aglutinadora”, que convierte el material en un polvo que luego se funde en otra máquina que genera una temperatura de 200 grados. Los hilos que salen de este ciclo van al área de secado, se trituran y se convierten “en materia prima para la industria del plástico”, explica la ejecutiva.

Muestrario. Materia prima de diversa procedencia.

“Mandamos” ese ingrediente en bolsas de 20 a 25 kilos “a la industria que así lo requiera para hacer tuberías, bobinas, todo tipo de bolsas. Mis clientes llevan entre 10 y 12 toneladas” por pedido, comenta Jáuregui.

Las seis personas que laboran en el lugar (dos de planta y cuatro de apoyo) también están de la novel compañía con la filosofía de Innovaplast.

“Es un trabajo comprometido con el medio ambiente”, dice Franz Antonio Poca.

Los interesados en los productos de Innovaplast pueden llamar al 76545060 o realizar pedidos a través de la cuenta de la pequeña empresa en Facebook.