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El transporte de América Latina enfrenta 3 retos

Viejas deudas como la planificación y la integración de diversos medios y unas más modernas como la incidencia en el medio ambiente son los principales retos del transporte en América Latina a medida que se acerca la tercera década del siglo XXI.

La región está en un nivel bajo, con Sao Paulo en el puesto 47 entre 100 ciudades, seguida por Río de Janeiro (63), Santiago de Chile (64), Ciudad de México (67), Buenos Aires (76) y Lima (90), con “vías congestionadas y un compromiso relativamente bajo en el gasto de infraestructura”, según el Índice Global de Movilidad de Ciudades Sostenibles (IGMSC) 2017.

En Latinoamérica existen “servicios costosos para el usuario, de una calidad mediocre y no siempre en los lugares donde las personas más humildes los necesitan”, dijo el colombiano Ricardo Montezuma, doctor en Urbanismo y Movilidad de la Escuela Nacional de Puentes y Caminos en París.

De acuerdo con el Reporte de Economía y Desarrollo (RED) 2017 del Banco de Desarrollo de América Latina, una de cada cinco personas no tiene transporte público formal a menos de 10 minutos de su vivienda y un 15% de los habitantes de asentamientos informales carece de cualquier medio de transporte público.

TIEMPO. Además, el recorrido promedio entre la casa y el trabajo tarda 40 minutos y sube a por lo menos una hora para el 25% de la población en Sao Paulo, Bogotá, Ciudad de México y Lima.

Problemas que, en buena medida, se resuelven proyectando soluciones más allá de la inmediatez o de un periodo de Gobierno.

“El primer paso es comprender que la introducción de nuevos medios de transporte urbano o de modificaciones en la forma que se presta el servicio, por sí mismos, no producen los efectos deseados”, afirmó Gabriel Pérez, técnico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. “La movilidad urbana por tanto”, agregó, “debe ser concebida desde la perspectiva de la planificación integral” con la “participación de todos los niveles de Gobierno” con “meta-objetivos de largo plazo, haciendo posible alcanzar una movilidad integrada, multimodal, sostenible y eficiente, capaz de trascender a las futuras generaciones”.

Espere…

Se necesitan, en este contexto, sistemas integrados (metro, autobuses con carriles exclusivos, tren de cercanías y ciclorrutas, por ejemplo) y se debe facilitar el acceso de los usuarios a ellos, con tarjetas únicas de pago, además de ofrecer descuentos o subsidios.

Pero ante todo, hay un aspecto fundamental: “No es tanto qué hacer, todo el mundo lo sabe, el tema es cómo financiar, cómo crear capacidad institucional y política pública”, resumió Montezuma.

También está la problemática medioambiental en una región en la que, según RED, “desde finales de la última década, la flota de automóviles creció en más del 40%, y la de motocicletas se triplicó”, cuando estos vehículos son responsables de hasta el 85% de emisiones de contaminantes.

“Los aspectos asociados a las emisiones deben abordarse lo antes posible (…). Si las decisiones al inicio son incorrectas, las emisiones incrementan y el grado de esfuerzo como el costo requerido para lograr reducciones posteriores es mucho mayor”, aseguró Pérez. Por eso, la Organización Panamericana para la Salud recomienda invertir en opciones sostenibles como el tránsito rápido de autobuses (BRT) basado en tecnologías de emisiones más bajas y en cambiar el parque vehicular por transportes menos contaminantes.

Pese a este panorama, los expertos coinciden en que América Latina ha tenido importantes avances en los últimos 15 años, siendo “pionera en el mundo en la introducción” de BRT y del metrocable. Además, “muchos sistemas de transporte de Sudamérica están comprometidos con políticas centradas en la gente”, destaca el IGMSC 2017.

Por último, se están haciendo esfuerzos para mejorar la seguridad, como la decisión de Bogotá, Buenos Aires, México y Quito de unirse a la plataforma Transport Gender LAB, sobre iniciativas de prevención del acoso sexual y otros delitos contra usuarias del transporte, que han sido víctimas de estos abusos en un 67% de los casos en la capital ecuatoriana y en un 64% en la colombiana.