Nekoi le ‘ronronea’ al mercado de las juveniles subculturas
Potencial. Una joven paceña hizo de su afición un negocio exitoso.
“Lo que no puedas encontrar te lo diseñamos y confeccionamos”, asegura Ángela Condori, quien con su “gato enamorado” ofrece accesorios y ropa con influencia de otros países y preferida entre las crecientes subculturas juveniles que hay en Bolivia.
Antes de rodearse de hilos, agujas, telas y máquinas de coser, la joven cursaba la carrera de Historia en la UMSA, pero la necesidad de comenzar a trabajar para pagar sus estudios y su gran interés por los gatos y los personajes de animación japonesa la llevaron, primero, a estudiar patronaje y, luego, a encontrar su verdadera vocación.
Sus creaciones están hoy inspiradas en animé, caricaturas y k-pop. “Yo les hago el diseño que quieran a medida. Mi mercado son los jóvenes, que a veces se hacen traer estos productos desde otros países”, afirma la propietaria de Nekoi, emprendimiento fundado hace cuatro años y cuyo nombre proviene de los vocablos japoneses neko (gato) koi (enamorado).
Al momento, la cartera de artículos del “gato enamorado” se compone de kigurumis (pijamitas), almohadas de personajes animados, barbijos con diseños, guantes y chompas con imágenes de Totoro, Hello Kitty, Gato Negro y Chimuelo. “Ya estamos pensando en nuevos modelos”, cuenta Condori, quien aprendió que la participación en ferias es esencial para el “testeo” del mercado, por lo que ya participó en las muestras de Alasita, Fipaz, Feicobol, Fexpocruz y Expoteco, entre otras.
Accesorios. Capuchas con mangas tienen gran éxito.
Maritza Tito, gerente de la tienda Asia Top, que distribuye los trajes y accesorios de Nekoi en Cochabamba, dice que éstos “son hechos con mucho amor”. “Este mercado está creciendo y Nekoi es pionera en este trabajo”, agrega.
Los artículos se elaboran con telas, polar micropolar y felpa. Los pedidos llegan de todos los rincones de Bolivia. “Hemos tenido tan buena respuesta que pude construir mi propio taller y comprar mis máquinas”, afirma Condori.
Quienes visten estos productos, entre los que están los cosplayers —contracción de los anglicismos costume (disfraz) y player (jugador)—, son en general muy expresivos, se pintan el cabello y se ponen orejitas de personajes para caminar por las calles. Pero hay otros introvertidos que los usan para sentirse “más seguros”.
Prendas. Gorras con diseños de personajes animados.
“Cuando hay eventos de disfraces con temáticas asiáticas o de animé, los llaman para posar en fotografías, y eso los hace sentir bien”, cuenta la artesana paceña, quien destaca también que las divertidas ropas y accesorios ayudan a los padres a fortalecer los lazos con sus hijos, ya que pueden utilizar también las prendas que les gustan a los más jóvenes.
Apoyo. Lo social no se le olvidó a la emprendedora de 30 años, quien da trabajo eventual a mujeres con grandes necesidades.
“Este emprendimiento también es para madres solteras o mujeres que mantienen a sus familias, para que puedan llevarse el trabajo a casa —si es que cuentan con máquina— y puedan coser las prendas en sus momentos libres. Si puedo ayudar, lo hago. Hoy trabajo con dos personas”, afirma la diseñadora.
Disfraces. Barbijo y orejas de peluche para fiestas.
La faena en el taller de Condori se inicia a las nueve de la mañana y es normal que, en el caso de la propietaria, se prolongue hasta más allá de la medianoche. Esta labor le permite a Condori ofrecer 25 modelos de barbijos, 30 de gorros, 15 de capuchas y 15 de pijamas.
Los interesados en los productos de este emprendimiento pueden llamar al teléfono móvil 79535829 o realizar sus solicitudes en la cuenta de Nekoi en la red social Facebook.