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Empieza el movimiento de las empresas de bienestar

El modelo “B”, una iniciativa que promete llevar la responsabilidad social corporativa a otro nivel, va sumando interés en Bolivia con 15 empresas que apuestan por pertenecer a este movimiento que no solo persigue lo lucrativo, sino también el beneficio social y ambiental.

Esta nueva forma de entender el papel de la empresa privada surgió hace 13 años en Estados Unidos y comenzó a extenderse en América Latina y el Caribe en 2012. Hoy existen 367 compañías B en el continente, 331 de ellas en Sudamérica: 105 en Chile, 89 en Brasil, 68 en Argentina, 44 en Colombia, 10 en Uruguay, 7 en Ecuador, 7 en Paraguay y 1 en Bolivia, de acuerdo con información de Sistema B, plataforma a cargo de la certificación en la región.

Una firma que combina la maximización de la rentabilidad económica con la solución de problemas sociales y ambientales, una empresa B (de bienestar), “tiene un corazón social”, afirma Daniel Andrade, gerente general de Bild, diseñadora de productos y servicios innovadores que posibiliten la llegada de agua potable a regiones vulnerables.

“La idea es no solo perseguir la maximización de retornos monetarios, sino también objetivos ambientales y sociales positivos”, subraya el ejecutivo de la compañía, que recibió su certificación a mediados de 2015, convirtiéndose así en el primer y hasta ahora único negocio B del país.

Entre los rasgos distintivos de estos emprendimientos destacan rigurosos estándares de desempeño social y ambiental, responsabilidad y transparencia; la buena gobernabilidad, la obligación de mantener una distancia razonable entre los salarios más altos y más bajos; la búsqueda de un impacto positivo en todas las facetas de la actividad; y la promoción de la transparencia y la gestión socioambiental.

Según Andrade, que impulsa por su lado el movimiento en el país, hay 15 empresas nacionales que realizan al momento trámites para obtener la certificación, entre ellas Mamut y el grupo Parque de las Memorias, las más próximas a obtener el aval.

Bases. “Realmente sentimos que es un deber participar en esta comunidad global. Creemos profundamente que la nueva economía se formará a partir de esos principios y estamos muy comprometidos en trabajar activamente para que no solo Mamut sino todas las empresas sigamos esa línea”, afirma Antonio Laredo, representante legal de la fabricante de pisos industriales y deportivos de poliuretano con llantas recicladas.

Tener un propósito de triple impacto le permite a las empresas contar con herramientas de mejora continua de gestión, difundir y posicionar su oferta, intercambiar experiencias en su ecosistema, atraer personal talentoso, ser más resilientes frente a crisis graves, contar con una extensa red de negocios, llegar a los cada vez más numerosos consumidores conscientes y obtener mejor y mayor financiamiento de instituciones dedicadas a apoyar estos emprendimientos. Además, “sin lugar a dudas, las más innovadoras y más galardonadas son las empresas B”, destaca Andrade.

“Estamos acostumbrados a tener un desarrollo en el que la economía crece, el medio ambiente se deteriora y la desigualdad aumenta. Esto no tiene por qué ser así. Se puede producir riqueza y al mismo tiempo bienestar para las personas y para la naturaleza”, remarca la cofundadora de Sistema B María Emilia Correa, quien recuerda que “las empresas pueden volverse B en cualquier momento”, tengan uno o 100 años y sean micro o grandes.

“Es la oportunidad para que muchos empresarios de Latinoamérica se pongan al servicio de la solución de los problemas sociales y ambientales de la región”, agrega.

Datos de B Lab, creadora del modelo B y encargada de la certificación en Estados Unidos, da cuenta de que al momento existen más de 2.482 empresas certificadas en más de 50 países, distribuidas en 130 industrias, desde multinacionales hasta pequeños negocios que apuntan a redefinir el éxito de los negocios.

Asimismo, en los últimos cuatro años, más de 1.000 empresas han postulado a la certificación y más de 300 la obtuvieron, agrega un reporte a agosto de 2017 del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Bases. Un reporte de la BBC da cuenta de que a septiembre de 2017 había 307 compañías B en América Latina, las cuales facturaban unos $us 5.000 millones y emplean a casi 20.000 trabajadores. Todas ellas miden su impacto social y ambiental y se comprometen de forma personal, institucional y legal a tomar decisiones considerando las consecuencias de sus acciones a largo plazo en la comunidad y el medioambiente.

“El movimiento de las empresas B representa un cambio de paradigma hacia una economía más inclusiva y más humana”, afirma Ana Mercedes Botero, responsable de la dirección de Innovación Social de la financiera, una de las instituciones internacionales que apoya el nuevo modelo y socia de B Lab.

“Estamos contentos y esperanzados de conseguir este año la certificación B, que nos puede dar una plataforma más grande” de mercado “mostrando que no solo decimos sino hacemos cosas positivas para el mundo”, indica el representante legal de la fabricante Mamut.

Para ser una B, las compañías deben ingresar a bit.ly/2y0VMhI, registrarse y completar un cuestionario de unas 100 preguntas sobre cinco dimensiones del negocio. Si se consigue en la evaluación gratuita al menos 80 puntos, se debe agendar una entrevista via Skype para aclarar algunas dudas adicionales, entregar documentación de respaldo, firmar el acuerdo de certificación y pagar un aporte anual desde los $us 500, que varía en función del tamaño de la empresa. La certificación es renovable y tiene una duración de dos años.

Uno de los requisitos es que el emprendimiento esté en operación por más de un año. Si no es el caso, la interesada puede obtener un sello de Empresa B Pendiente con vigencia de un año sin posibilidad de renovación, mientras esperan la certificación de Empresa B.

El tiempo de obtención del documento varía de acuerdo con el tipo de negocio. “Todo es en línea (…). Para nosotros fue fácil, tomó menos de un mes”, recuerda Andrade, quien recalca que otros empresarios consideran a este documento como una ISO, norma provista por el Organismo Internacional de Estandarización.

Precisan de un  marco legal favorable

Jorge Castel, Wálter Vásquez


María E. Correa, de Sistema B.

Para que las empresas B se expandan y tengan el éxito esperado es “imprescindible” contar con marcos legales que las protejan, considera el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Entre los países latinoamericanos que más han avanzado en la creación de leyes que cuiden a estas compañías destacan Argentina y Colombia, que ya presentaron proyectos legislativos para la aprobación de leyes de sociedades de interés y beneficio colectivo (BIC). También existen iniciativas similares en Uruguay, Chile y Brasil y se espera una pronta réplica en otros países.

En Latinoamérica se certifican “como cinco empresas B por semana”, lo que la convierte en “la región en la que más rápido avanzan este tipo de iniciativas en todo el mundo”, destaca María Emilia Correa, cofundadora de Sistema B, institución a cargo de dar el aval en el continente.

La importancia de este tipo de empresas es fundamental para lograr un desarrollo integral y sostenible en la región, ya que utilizan el poder del mercado para dar soluciones a problemas sociales y ambientales, redefiniendo el sentido del éxito empresarial y reintroduciendo la ética en los negocios, indica la financiera internacional multilateral.

Hoy existen 367 compañías B en el continente, 331 de ellas en Sudamérica: 105 en Chile, 89 en Brasil, 68 en Argentina, 44 en Colombia, 10 en Uruguay, 7 en Ecuador, 7 en Paraguay y 1 en Bolivia, de todo tamaño y que están en los rubros de construcción, alimentos, comercio y servicios, entre otros, de acuerdo con datos de Sistema B. Las B “son una oportunidad para tener en la región un desarrollo económico que produzca riqueza y, al mismo tiempo, bienestar para las personas y la naturaleza”, afirma Correa.