Katty Bella innova en la producción de calzados
Taller. La empresa combina la creación propia con tendencias internacionales.

Entre las zonas de Achachicala y Periférica se encuentra el taller Katty Bella, un emprendimiento familiar que desde 1975 asumió el reto de liderar el mercado del calzado de la mujer de pollera e innovar en la moda exigente de la chola paceña.
“Ahora la chola es muy exigente, quiere estar a la moda con el color de la pollera, con las blusas y el sombrero, y hace más de 40 años nosotros hemos aprendido a responder a ese gusto tan exigente”, dice Lourdes Velo, fundadora de la pequeña empresa.
En el taller, instalado en una casa construida en adobe, trabajan en medio de un intenso olor a clefa 14 personas y familiares y descendientes de los esposos Velo.
“Gracias a mi padre, Pedro Velo, yo aprendí a confeccionar el calzado para la chola paceña desde que tenía mis ocho años. Entre la familia ayudábamos a mi papá e iniciamos con los ‘toreritos’ (de punta redonda)”, relata Lourdes Velo.
Los actuales diseños Katty Bella no tienen nada que envidiar a los de otros zapatos para mujeres y en muchos casos los superan.
Calzados planos de una, dos o tres piezas, conocidos como balerinas o chatitas, se engalanan de tonos llamativos como turquesa, fucsia, rosa y de otras gamas como el novedoso verde manzanilla que ponen color al andar femenino.
La propuesta incluye la fusión de texturas entre lisas y animal print, arruchados o a cuadros poniendo modernidad a los modelos, unos con la punta cerrada y otros con la llamada boca de pescado o con escote en el talón.
Infaltable en cada modelo el adorno sobrepuesto en la parte anterior y superior de cada par, unas veces como hebillas de metal, plateado o dorado, con una que otra piedra destellante; o bien con las tradicionales moñas que ponen el toque clásico a la coquetería de la chola.
Estilo. Lo novedoso, destaca Velo, viene con los zapatos con doble taco, el taco alto o cintas entrelazadas, modelos que se complementan con las tendencias árabes o indias en diseño que Velo recupera de revistas internacionales especializadas en calzados.
El zapato con taco fue “muy bien aceptado”, especialmente “entre las cholitas jóvenes ya que las señoras temían caerse o doblarse el pie. Hoy se usan incluso para el trabajo de oficina”, afirma Rosario Sanjinés, esposa del hijo de Velo.
La última colección que salió del taller artesanal incluye también tres modelos con taco, como el que tenían los botines que usaban “las cholas de antaño”.
“Buscamos retomar esa elegancia perdida décadas atrás, cuando se nos impuso el torerito porque se creía que la empleada o la vendedora ambulante no podía igualarse a una ‘señora’ y debía usar zapatos bajos”, dice Sanjinés.
La funcionalidad no está ausente de los diseños. Los modelos pueden ser de cuero o tela, pero todos tienen planta de goma.
“A este le pusimos hebilla porque las caseras dicen: ‘Al final del día se me hinchan los pies’. Entonces, con la hebilla nomás lo recorren y ya”, agrega Sanjinés.
Estas artesanías se exponen y comercializan en puestos que la familia tiene en las calles Rodríguez y Max Paredes, a los que acuden clientes de Sorata, los Yungas y de varios distritos mineros. Pero también llegan hasta Santa Cruz, Cochabamba, Oruro, Argentina, Perú y pronto a Brasil y España.
Sanjinés recuerda que la marca Katty Bella ya participó en mayo de un desfile internacional de modelos en la Fexpo “Solo para ellas”. “En esa pasarela se mostró por primera vez calzados para cholita”, cuenta.
La pequeña empresa también auspició por primera vez este año la elección de la Reina del Gran Poder y el anterior viernes galardonó a la Cholita Paceña 2018.
Esta mayor presencia de la imagen de la empresa en el mercado, se traduce en una mayor producción. En el taller se fabrican hasta 50 docenas semanales. Los precios para el comprador final van desde 50 y 60 bolivianos el calzado casual, entre 80 y 90 el de taco sencillo y de 90 a 130 el de taco doble. Cada intermediario gana hasta 20 bolivianos por la venta de un par.
“Mucha gente prefiere los calzados Katty porque son bonitos y duran mucho. Por día debo vender seis o siete pares”, asegura Nancy Colque, que tiene su puesto de venta en la Ceja de El Alto.
“Lo que nos diferencia de la competencia es la calidad porque nuestros calzados hechos artesanalmente no hacen transpirar el pie y duran bastante, siempre innovamos la moda y es lo que nos diferencia”, comenta Sanjinés.
Los operarios, soladores, cortadores, preparadores y cepilladores, trabajan a destajo y ganan de 100 y 120 bolivianos por día. “El trabajo al principio es exigente y duro porque te llega a salir ampollas, pero es hasta pillarle el hilo”, explica el solador Raúl Fernández
“Queremos dejar de ser un simple taller y lograr contratos más grandes, pero necesitamos más espacio y empleados; requerimos una mayor inversión”, dice Sanjinés.