FAO: El apoyo a las familias del agro está disperso
Fundación Tierra alerta que este sector estratégico ha sido relegado.
El trabajo que realiza el Estado para el fortalecimiento de la agricultura familiar se encuentra “desarticulado”, considera la FAO, mientras las organizaciones de productores ven este apoyo como “insuficiente” para sacar al rubro de la economía de subsistencia.
“El Gobierno ha invertido mucho en este sector, pero en muchos casos esas inversiones han sido desarticuladas, (…), no fueron estructuradas con una aplicación armonizada”, dijo a La Razón Theodor Friedrich, representante en Bolivia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
A pesar “de la buena voluntad, los resultados de esos emprendimientos no se ven fuertemente” en el país, acotó el directivo refiriéndose a un sector que, según el INE, está compuesto por casi 800.000 unidades productivas.
MEDIDAS. Para el presidente de la Coordinadora de Integración de Organizaciones Económicas Campesinas, Indígenas y Originarias de Bolivia (CIOEC), René Rojas, “el respaldo”, “estos apoyos” que brinda el Gobierno al sector “son paliativos” y son “insuficientes”.
Este medio solicitó una entrevista con el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, César Cocarico, para conocer la evaluación del Gobierno respecto al desarrollo del rubro, pero no obtuvo respuesta hasta el cierre de esta edición.
El principal representante de las agrupaciones económicas campesinas, indígenas y originarias del país indicó que el objetivo del sector es que los agricultores no solo encuentren en la actividad un medio de subsistencia, sino una economía que puede desarrollarse de manera sostenible. Desde ese punto de vista, afirmó Rojas, “el agricultor familiar ha estado marginado del apoyo del Estado”.
Un estudio de la Fundación Tierra con datos a 2013 da cuenta que del total de los agricultores familiares al menos un 89,4% produce para subsistir, 7% para vender sus alimentos en el mercado interno y 1,4% para exportar.
“Lo que hace falta es una estructura de apoyo al campesino en términos de servicios, insumos, asesoría técnica, acceso a tecnologías, manejo de cultivos e (introducción de) nuevos conceptos agrícolas, lo que no está a cargo exclusivamente del Gobierno”, que “sí” puede apoyar con el “acceso a los mercados” y con la simplificación de la obtención del “crédito”, señaló el representante de la FAO.
“Necesitamos que nos faciliten el acceso al crédito (con tasas) más blandas. El Banco de Desarrollo Productivo financia al pequeño productor con un interés del 11% que planteamos se baje por lo menos al 2%, lo que sería lo más saludable”, coincidió Rojas.
Este nuevo apoyo, explicó el presidente de la CIOEC, es necesario porque los costos para producir alimentos en Bolivia son muy altos, por lo que éstos son muchas veces subvencionados por las ya debilitadas unidades productivas agrícolas familiares.
La Fundación hizo notar que en los últimos 70 años, la cantidad de unidades productivas agropecuarias del país se multiplicó por 10 en tanto que la superficie de tierra que está en manos del sector se incrementó solo por cuatro.
“Para el campesino hay más interés en la sostenibilidad de la producción agraria rural frente a un empresario que invierte en el sector y saca un rendimiento económico sin importar la productividad de los suelos para futuras generaciones”, sostuvo Friedrich.
ECONOMÍA. El agro familiar en Bolivia “está en crisis. Las políticas agrarias del Gobierno fomentan el agroextractivismo en Santa Cruz y buscan expandir la frontera agrícola de 3 millones a 13 millones de hectáreas hasta 2025. Esta ampliación no tiene por objetivo recrear y expandir el agro familiar, sino la reproducción de la agricultura comercial que produce para la exportación”, aseveró Gonzalo Colque, director de Tierra.
Según la fundación, el aporte del sector al Producto Interno Bruto (PIB) fue de aproximadamente 2% en los últimos años.
“El agro familiar ha dejado hace más de una década de abastecer la mayor parte de los alimentos del mercado interno. Su papel marginal se refleja en el crecimiento de la importación y el contrabando de alimentos de origen campesino como la cebolla, la papa y el tomate”, lamentó Colque.
De acuerdo con la FAO, la agricultura familiar representa una oportunidad para impulsar las economías locales, especialmente cuando se combina con políticas orientadas a la protección social y al bienestar de las comunidades. Su potencial no solamente incluye una producción que protege al medio ambiente, sino que incorpora al mercado alimentos sostenibles, libres de químicos y más sanos para el consumo humano.
“No solo es el sustento principal de la producción de alimentos (de la seguridad alimentaria) sino que puede intervenir en procesos más diversificados para llegar a tener una agricultura más sostenible”, destacó Friedrich.
“Si fortalecemos la producción de la agricultura familiar campesina y mejoramos sus rendimientos, la producción del sector puede levantar la economía en zonas afectadas por la pobreza (…) e incentivar miniindustrias locales. Éste es un mecanismo para vitalizar las zonas rurales y evitar la migración a zonas urbanas”, expresó el delegado de la ONU.
“Se debe fomentar aún más la producción nacional de alimentos, se está trabajando en ello con el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras”, enfatizó Friedrich y sugirió que una forma de incentivar la agricultura familiar es “frenar la importación de alimentos”.