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Importación desde China: entre el lucro, el riesgo y los nuevos negocios

Algo que en los últimos años ha causado gran expectativa entre cientos y hasta miles de bolivianos es viajar a China para invertir su capital en la importación de todo tipo de productos, un desafío riesgoso con el que pueden obtener cuantiosas ganancias o frustrar sus anhelos de mejores días.

Pero ¿por qué ir hasta el otro lado del mundo para obtener más ingresos?, ¿qué es lo que hace atractivo a ese mercado para los connacionales? En esta edición, El Financiero realiza una aproximación a los pros y contras de la conquista del mercado asiático por parte de los bolivianos.

El empresario cochabambino Cristhian Jiménez, que viaja desde hace varios años a la República Popular, comparte algunos de los secretos del comercio con China, un país con gran tecnología e inmensa capacidad productiva que está cerca de ser, si no es ya, la primera economía del mundo.

“Como es un país avanzado se encuentran cosas mucho más baratas y de distinta calidad”, refiere.

La adquisición de productos en esa nación para su posterior venta en Bolivia puede generar, dependiendo de la calidad y del rubro, al menos un 50% de ganancias, indica César Fernández, gerente general de ESM Hermanos, una de las firmas asesoras locales que facilita estas operaciones.

“En cada importación logramos una ganancia de aproximadamente 35%”, afirma Jiménez, quien interna al país material chino de construcción.

El mercado sino, detalla, ofrece mercadería de primera, segunda y tercera calidad. “Nosotros, como la mayoría de los bolivianos que van a China, optamos por las de segunda, para no tener problemas con los clientes, ya que esos productos no son usados y son mejor elaborados. Las de tercera, en cambio, no son garantizadas”.

En su caso, el pasaje aéreo desde Cochabamba hasta China y viceversa le cuesta unos $us 1.500, lo que varía en función de la época del año. Jiménez realiza dos veces al año esta travesía, que incluye Santa Cruz; Miami, Dallas, Kansas (EEUU) y Shanghai (China), desde donde se va por carretera y durante cuatro horas hasta Yiwu, subprefectura de Jinhua en la provincia de Zhejiang.

“En la ciudad de Yiwu es donde más comercio existe y donde se puede encontrar desde un alfiler hasta vehículos en cientos de galpones gigantes. Esa feria es todo el año y hay millares de cosas”, indica el empresario.

Otra de las muestras clave para los importadores bolivianos y de otros países es la de Canton, que se realiza dos veces al año en el centro de convenciones Pazhou, en la ciudad de Guanzhou. El evento, cuya segunda versión de este 2018 se realizará desde mañana hasta el 4 de noviembre, cuenta con al menos 24.000 expositores y más de 200.000 visitantes de todo el mundo.

Pero llegar al gigante asiático no es algo sencillo, por lo que el mayor flujo de visitantes bolivianos fue una oportunidad para la creación de empresas que se dedican a facilitarle el comercio a los importadores.

“El boliviano va hasta China a comprar su mercadería, la deja a la empresa transportadora y ésta es la que se encarga de despacharla. Son centenares de compañías chinas y bolivianas que se dedican a toda la logística de despacho”, indica Jiménez.

“En China ya hay unas 100 empresas (sinas) que trabajan con bolivianos”, afirma a su vez el Gerente General de ESM Hermanos.

Este movimiento económico se refleja en las cifras macro del comercio exterior nacional, ya que en los últimos 12 años las importaciones desde el gigante asiático se incrementaron de $us 227 millones a 2.027 millones, mientras que las exportaciones crecieron de $us 36 millones a 452 millones.

“Una vez en China, nosotros como empresa nos encargamos de la verificación, la consolidación de la mercadería, el embarque y el envío hasta Bolivia”, explica Fernández, quien asegura que para importar desde la República Popular lo primero que se debe hacer es conocer bien el producto en el que desea invertir. “Yo llego a mandar aproximadamente unos 100 contenedores al año”, indica.

Jiménez menciona que en ese periplo hay riesgos porque uno puede ser estafado por los intermediarios y refiere casos en los que, aunque se pagó la mercadería y el transporte, los lotes jamás llegaron a destino.

“Hay gente honesta que te guía y te dice qué es lo que debes hacer, pero también hay de los que te pintan todo bonito. Se presentan casos en que desde Bolivia se hacen los depósitos y las empresas en China desaparecen con todo el dinero”, cuenta el constructor.

Uno de estos ejemplos es el de Fabián Jiménez, propietario de un negocio en el rubro de pantallas LED en La Paz, quien denunció que su empresa fue estafada en marzo del año pasado por la compañía Zeenzhen Brivisión Technology, a la que pagó $us 20.500 por productos que al final no recibió.

PROCESOS. “Hay chinos acostumbrados a estafar (…). Hicimos los reclamos a la Cancillería boliviana y a la Embajada de Bolivia en China pero dejamos el caso por cansancio y por prestigio de nuestra empresa”, relata.

Uno de los factores que eleva el riesgo de fraude y de que una operación acabe mal es el conocimiento del mandarín, idioma oficial de China y la llave para hacer negocios exitosos en ese mercado de más de 1.300 millones de habitantes y 8 millones de empresas.

“Hay bolivianos que van a China para aprender su idioma. Ahora es más fácil para un paisano hablar con un traductor también boliviano para quedar bien en los negocios con los chinos”, afirma Cristhian Jiménez. Esto es vital, agrega, porque a diferencia de años anteriores los connacionales “hacen ya contratos con las fábricas chinas de manera directa”.

El importador detalla que los productos enviados desde China llegan primero a los puertos chilenos de Iquique y Arica en contenedores cuyo flete cuesta en promedio $us 250 para los de 10 toneladas, dependiendo de la época del año, porque hay meses en que las empresas navieras cobran hasta $us 2.000 por container.

La temporada en la que menos se paga por este tipo de transporte es entre mayo y junio, porque las navieras asiáticas no quieren que los contenedores retornen vacíos.
“En este momento se está metiendo a Bolivia más sillas, mesas, adornos y objetos de decoración de plástico. Se animan a traer estos productos chinos porque se saca buena ganancia”, añade Cristhian Jiménez, quien recomienda al importador novato ir a China con unos $us 30.000 para llenar un container pequeño y traerlo hasta el país, pagando el transporte y los trámites aduaneros de importación.

Bolivia “está inundada de productos chinos” y ello responde a que muchos connacionales se van hasta el país asiático porque encontraron otra forma de hacer negocios, considera el titular de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Marco Salinas, quien recomienda que la frontera de intercambios con China sea mejor controlada.

“No todo el comercio chino entra de forma legal. Hay contrabando o subfacturación”, enfatiza el ejecutivo de la CNC, que también organiza misiones empresariales a China para fomentar el clima de negocios e inversiones en las transacciones externas privadas en el mercado nacional.

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