Otra vez Karachipampa
Desde julio, la fundición de plomo y plata de Karachipampa funciona sin mayores problemas. El esfuerzo de la actual dirección (de la empresa estatal) y de los trabajadores ha logrado éxitos gracias a modificaciones técnicas creativas, aunque persisten problemas estructurales. La fundición de nuestros minerales ha sido el gran objetivo en la lucha por nuestra liberación económica, para dar paso a la industrialización del país, lo cual debiera alegrarnos. ¡Felicidades cuerpo técnico y obreros de Karachipampa!
Sin embargo, el problema de la fundición no solo es técnico, requiere de políticas y de una organización empresarial que enfrenten con solvencia los problemas de inserción en el mercado internacional, para lo cual Karachipampa no está preparada, pues en esencia es una planta productiva, como se ha constatado en pasadas gestiones.
El problema inicial es el financiero. ¿Cuánto debe cobrar Karachipampa por el costo de tratamiento y la comercialización?
En estos momentos de arranque es difícil determinar un costo real; sin embargo, para hacerla competitiva en el marco de las leyes del mercado —tal como reza la Ley de Minería—, basta que ese costo sea menor o igual a los gastos que las empresas mineras pagan en el exterior por este servicio. En ese sentido, el costo de realización que declaran fluctúa entre 43 y 55% del valor bruto de mercado y no debiera pagarse más que eso. A futuro, cuando se establezcan los costos reales se podrá cobrar lo real, que será —tal como lo supone el proyecto— mucho menor a lo actual, lo que dará un gran impulso a la minería nacional a fin de ampliar sus operaciones. Cobrar un monto fijo irreal, como se ha hecho en años pasados, 200 dólares por tonelada tratada, es injusto mientras las empresas mineras están pagando en el exterior más de 1.000 dólares. Se trata de que todos, en el marco de una política plural, impulsemos el proceso para superar el carácter primario de la producción de minerales.
Otro problema es el de la transacción comercial: el Código Tributario establece el pago del 13% sobre el valor de venta. En la industria nacional éste resulta de los costos de operación y la ganancia esperada del industrial; sin embargo, en la minería no es el productor minero el que fija el costo de venta sino el mercado internacional, por lo cual gravar el IVA (Impuesto al Valor Agregado) sobre el precio internacional no es nada lógico. De esta manera, el fundidor cuando compra concentrado está pagando 13% sobre el precio del mercado internacional, lo que no puede recuperar.
En ese sentido, hay un grillete sobre el proceso de implantar fundiciones en el país, se las castiga. Así se ha puesto en situación crítica a la Fundición de Bismuto situada en Telamayu, que no funciona sino cuando los mineros entregan el excedente, que es un plus después de haber explotado otros minerales como el estaño y el wólfram; o la situación de la metalúrgica Vinto, que tiene una deuda enorme por la inviabilidad de recuperar los certificados de devolución impositiva (Cedeim).
Karachipampa es una muestra de avance en el proceso de nuestra liberación económica y tecnológica, pues podremos disfrutar del valor real de nuestros minerales, pero además podremos recuperar otros cinco productos que hoy el exportador no declara ni mucho menos paga. Estos productos que ya han sido procesados en la planta son: bismuto, óxido de zinc, estaño, cobre, antimonio y oro. El nombre inicial tipificaba a la empresa estatal como Complejo Metalúrgico de Karachipampa, hoy esto es una realidad.
El éxito inicial es una alegría, pero los desafíos son múltiples e impensables, se trata de nuestros primeros pasos hacia la industrialización y, por lo tanto, son grandes los intereses que se juegan; por eso en estos momentos Karachipampa requiere del apoyo estatal y de la vigilancia revolucionaria de todos los bolivianos.