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Huertos: aumenta la variedad en las urbes

La agricultura urbana en La Paz y El Alto se comienza a reconocer y visibilizar con exitosos proyectos que ayudan a luchar contra la pobreza y mejoran la calidad de la vida de la población. Las ONG lideran este movimiento al que se sumó la Alcaldía paceña.

Según un estudio realizado en huertos urbanos ubicados en zonas que representan el 60% de la periferia de El Alto, al comenzar el proyecto —hace casi dos años— “comíamos tres variedades de hortalizas (zanahoria, tomate y cebolla); ahora consumimos entre 24 y 30 variedades” producidas en estas plantaciones, resalta Óscar Rea, director ejecutivo de Comunidad y Axión.

La fundación, junto a su par Alternativas, organizó el 19 de octubre un encuentro entre agricultores urbanos de El Alto y La Paz, y autoridades de esos municipios para establecer acciones y metas conjuntas que promuevan la agricultura urbana como una herramienta para el desarrollo integral.

Las organizaciones no gubernamentales (ONG) apoyan estas iniciativas con capacitación y dotación de semillas, con la condición de que la producción obtenida se destine al consumo familiar y no a la venta, aunque en ocasiones el excedente se puede intercambiar. “Se activó el trueque de forma espontánea, lo que antes sucedía en el campo: hortalizas por chuño, o haba, o fideo o lo que sea. Esto se ve en El Alto, en gran parte de las zonas periurbanas”, indica Rea.

Mariela Rivera, especialista de la Fundación Alternativas, dice que el cultivo de alimentos para el consumo propio genera tres beneficios para el agricultor urbano: aprende a producir y emprender; se reconecta con la Madre Tierra, lo que es muy necesario en las ciudades para tener una mayor conciencia de la importancia del medio ambiente; y aprende a valorar el esfuerzo de su trabajo.

Además, “comprobamos que los niños que cosechan sus verduras las consumen en su totalidad y eso mejora su salud”, añade.

Vicenta Chigua, del huerto Lak’a Uta, localizado en la zona de Cotahuma de La Paz, cuenta que se decidió a sembrar para tener alimentos inocuos. “En nuestro medio nos venden verduras con químicos; en cambio, nosotros producimos de manera sana, sin fertilizantes”, explica mientras trabaja en ese terreno de Alternativas.

“Es importante el huerto familiar porque sé qué es lo que estoy comiendo de manera sana y ecológica”, agrega Luis Tarquino, quien tiene un huerto en su domicilio ubicado en la urbanización Mariscal Santa Cruz de El Alto.

“Es una terapia lograr ese contacto con la tierra para estar relajados”, afirma Chagua, quien anima a realizar está práctica en casa. “Cuando veo mi huerto estoy tranquilo porque creo que respiro aire sano. Yo no vendo mis productos, a veces convido”, añade Tarquino.

Pero estos pequeños vergeles no están exentos de ser atacados por hongos e insectos, por lo que se debe aprender a combatirlos de manera natural.

Hivos considera que la agricultura urbana empodera a las familias porque tiene efectos positivos en la salud, la educación y el comportamiento social, sostiene el consultor de esa fundación Marcelo Collao sobre una práctica que existió siempre en las urbes, pero que desde hace poco tiempo se reconoce y visibiliza. “En Bolivia, lo que se hace en el campo también se hace en las ciudades”. Así se valora “la relación innata de la persona con la tierra”.

Marcelo Suárez, director de Seguridad Alimentaria de la Alcaldía de El Alto, recuerda que esa ciudad está compuesta por personas que migraron, generalmente, del altiplano, y que saben cómo producir papa, cebolla, avena y cebada, entre otros alimentos.

“Este fenómeno es una alternativa para el acceso a alimentos en las familias y es un complemento de ingresos de los hijos y de la esposa de manera adicional”, explicó durante el evento del 19 de octubre, el cual contó con el apoyo de Hivos, Louvain Cooperation y Friedrich Ebert Stiftung.

Mariana Daza, secretaria de Gestión Ambiental de la Alcaldía de La Paz, recuerda que el municipio aprobó una norma edil que marca el inicio de una nueva fase de oportunidades para la agricultura urbana y periurbana.

El 12 de septiembre, el Concejo edil paceño aprobó la Ley Municipal Autonómica 321 para la Promoción de Huertos Urbanos, que establece el impulso, fortalecimiento y asistencia técnica para el cultivo de alimentos en unidades educativas, barrios y áreas de equipamiento.

La norma comprende que la agricultura urbana es una práctica que no necesariamente tiene que mejorar los ingresos económicos, sino optimizar la calidad de vida de la población “para que se tenga alimentación de manera sana y saludable”, indica.

“Pensamos que a mayor conocimiento de los alimentos hay mayores oportunidades para promover el derecho a la alimentación a través de la autoproducción”, manifiesta Rea.