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Un mismo puesto para cinco negocios

“Me vi obligada a vender en la calle porque enviudé y tengo mis hijas, y no hay trabajo”, cuenta Odilia Catrunda, quien como otros comerciantes se turna para ocupar un mismo puesto en vía pública, el cual acoge hasta cinco negocios en un mismo día.

El popular espacio de venta de Catrunda está ubicado en la esquina de las calles Tumusla e Isaac Tamayo (La Paz), donde ofrece calzados de cinco de la tarde a once de la noche, luego de que en ese mismo lugar se instalaron desde las cinco de la madrugada dos diferentes comerciantes de ropa.

Así como esta pequeña mercader existen cientos de miles de personas en la sede de gobierno y el resto del país que para ganar el sustento diario suman su capital al inmenso mercado informal.

“Luego de varios estudios se verificó que en un mismo espacio existen muchos puestos fijos”, pero en diferentes horarios. “Esto se genera por las características de la ciudad y el desempleo que deriva en el asentamiento en vía pública”, explica la directora de Mercados y Comercio en Vía Pública de la Alcaldía paceña, Paola Valdenassi, quien indica que un mismo sitio de venta en La Paz puede ser aprovechado por tres personas.

Pero ese uso intensivo de los puestos en lugares considerados de alto movimiento mercantil puede incluir hasta cinco actividades, constató El Financiero luego de recorridos efectuados por zonas comerciales de los macrodistritos Centro y Max Paredes, que en gran parte tienen sectores abarrotados de productos textileros.

En la esquina de las calles Tumusla y Manco Kápac, hay un puesto que es utilizado por cinco diferentes personas: desde las cinco de la madrugada hasta las diez de la mañana por una “mañanera”, de diez de la mañana a cinco de la tarde para vender nuevamente prendas, de cinco de la tarde a ocho de la noche para comerciar otra vez con ropa, de ocho a diez de la noche para ofrecer frutas y de diez de la noche en adelante para la venta de comida.

Estos sitios intensivamente explotados pueden facilitar también la venta de desayunos, juguetes, artículos de limpieza e inclusive la actividad de los comerciantes ambulantes, que entre turno y turno se plantan en ellos.

La municipalidad organiza esas áreas por espacios y horarios que son celosamente custodiados por los comerciantes, quienes pagan una patente hasta de Bs 60 al año y están organizados en decenas de asociaciones. “Aquí hay un solo sindicato formado por las mañaneras, los estables y los nocturnos. Llegamos a unas 1.700 personas”, dice Catrunda, mientras vende entre la Tumusla e Isaac Tamayo.

“Salimos a vender para mantener a nuestros hijos, para hacerlos estudiar”, indica con firmeza Felisa Condori, dirigente de la Asociación de Comerciantes Minoristas Tumusla-La Tablada.

Pero pese al control sindical para organizar estas fuentes de ingresos económicos, hay problemas por la gran demanda que tienen estos espacios. “Hay quienes no tienen autorización y nos avasallan”, lamenta Catrunda.

Rubén M., dueño de una tienda de ropa importada en la Tumusla, relata que en esa arteria la actividad económica llega a ser frenética, ya que se instalan durante el día y la noche muchos comerciantes con diferentes productos: comida, zapatos, champús, golosinas, perfumes, frazadas, almohadas….

“El mismo espacio sirve para muchos negocios. En la mañana se vende ropa, luego pan y después comida”, describe.

Similar es el panorama en la calle Figueroa; allí, a unos metros antes de la plaza Alonso de Mendoza, hay tiendas de ropa y puestos en vía pública que desde las cinco de la tarde son ocupados por los tradicionales “agachaditos” (comida al paso) y desde las cuatro de la madrugada hasta las nueve de la mañana por los populares “calditos”.

“En este lugar, de domingo a domingo vendemos bistec, panza, albóndiga, ají de fideo, lenteja, papalisa, guiso, sajta, chairo. En el día se tiene la ropa”, cuenta Fabiana Barrionuevo, comidera de esa vía.

El secretario ejecutivo de la Confederación Nacional de Trabajadores Gremiales de Bolivia, Francisco Figueroa, explica que la multiplicidad económica de un puesto de venta se da exclusivamente en La Paz, en especial en la Tumusla, Isaac Tamayo, Illampu, Buenos Aires y alrededores.

Este fenómeno se da “por falta de espacios y principalmente por falta de empleo, sino no estuvieran en las calles. No hay fuentes de trabajo en Bolivia”, subraya.

Valdenassi detalló que en toda la ciudad se tienen a unos 31.000 comerciantes registrados que pagan por su patente municipal entre Bs 50 y 60, en función del rubro y la ubicación del puesto y sus medidas, entre 1 y 2 metros.

Los comerciantes cuentan así con una Patente Municipal Única que posee información del titular del puesto de venta, el rubro, las medidas, ubicación y horarios, lo que permite a la Guardia edil hacer la fiscalización correspondiente.