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Ronald Nostas: ‘Los resultados de la política laboral se podrían considerar un fracaso’

El 13 de marzo, la Asamblea General de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) elegirá al nuevo presidente de la institución, el cual sucederá a Ronald Nostas, quien asumió el cargo en 2015 y fue reelegido en 2017. El industrial cruceño, uno de los líderes empresariales más jóvenes y con más tiempo en la dirección de la máxima representación del sector privado del país, fue también el Primer Vicepresidente de la CEPB en las dos gestiones de Daniel Sánchez (2010-2015), lo que le permite evaluar nueve años de relación entre el Gobierno y el sector empresarial boliviano.

— ¿Con qué objetivos inició su trabajo en la CEPB?

— En el momento en que asumí la Vicepresidencia de la Confederación, hace casi nueve años, teníamos ambos la visión de recuperar el diálogo, de construir puentes que nos permitan generar confianza, el proceso que el pueblo boliviano tanto necesitaba después de una época muy dura en la relación entre el Gobierno y los empresarios (…). Luego de un año logramos iniciar ese proceso de diálogo y en las siguientes gestiones empezamos a avanzar con una agenda de corto, mediano y largo plazo. Años después empecé mi gestión como presidente de la CEPB con el mismo objetivo, pero con la decisión de dar un paso más, tratar de construir un diálogo constructivo y propositivo, partiendo de un diagnóstico de la realidad, de la situación económica tanto de las empresas como del modelo económico con visión estatista, para proponer qué correcciones, cómo podíamos alimentar ese modelo y cómo podíamos mejorar poniendo en la mesa de discusión la visión del sector. Empezamos por el diagnóstico, identificamos el problema y después planteamos la solución a ese problema, es decir, la propuesta. Ese nuevo diálogo se inició después de estar casi un año como presidente de la CEPB. Para construir el diagnóstico y las propuestas, todo el sector empresarial privado mantuvo encuentros que se extendieron por más de 3.500 horas y que dieron como resultado más de 80 propuestas que presentamos al Gobierno para diferentes áreas. Ese diálogo avanzó durante dos años con otras horas en las que nos sentábamos con el Gobierno en reuniones larguísimas de días completos y con hasta 80 personas en las que ambas partes podíamos exponer nuestra visión y propuestas. En los primeros cinco años participamos en las complejas, conflictivas y duras negociaciones de las leyes de Servicios Financieros y de Minería y Metalurgia, entre otras, que se construían bajo una visión ideológica y de Estado, y se contraponían con la visión del sector empresarial. En la segunda etapa pasamos a la construcción de propuestas, en las que se avanzó en muchos aspectos, aunque no con los resultados que esperábamos (…). Si hubiéramos avanzado como hubiéramos querido, tal vez podríamos llegar a un crecimiento del 7% en este país, porque tiene las condiciones. Si se le permite jugar un rol más activo y se le dan las condiciones que requiere, el sector privado podría contribuir con mucho más de lo que actualmente contribuye al crecimiento del país, de eso no me cabe la menor duda. NdE. De acuerdo con datos oficiales, el crecimiento promedio del país en el periodo 2006-2018 fue de 4,9% por año.

— Además de la restauración del diálogo y la construcción de propuestas, ¿qué otros logros importantes tuvo su gestión?

— Cuando analizamos los primeros años de Gobierno y vemos todo lo que sucedió en Bolivia en la relación Gobierno-empresarios nos damos cuenta de que nuestro sector hizo en esa muy dura época un trabajo titánico, muy inteligente, con mucha paciencia y con mucha madurez. Esa madurez nos permitió entender cuál era el verdadero rol de los empresarios: para volverse una contraparte creíble ante la sociedad en su conjunto y ante el Gobierno, debía dedicarse exclusivamente a contribuir con su rol económico y social en el país, y no hacer política partidaria (…). Hoy, los empresarios somos absolutamente conscientes de la responsabilidad que tenemos con el pueblo boliviano, del rol que jugamos en la sociedad, en la economía, en el país, generando riqueza, empleos, impuestos y bienestar (…). Parte de nuestro rol es debatir sobre políticas públicas y económicas, pero más allá de eso dejemos a los políticos hacer política y a los empresarios hacer empresa, y eso también es parte de la responsabilidad que asumimos con el pueblo boliviano. Inmediatamente el pueblo ejerce su derecho a escoger quién lo va a gobernar, le da un mandato a los actores de la sociedad que participan en el diseño y construcción del país: que deben trabajar con quien el pueblo escogió para que los gobierne. Muy lejos está aquella opinión errada y vulgar de algunos sectores de que los empresarios somos en algunos casos oportunistas o “vendidos”; cumplimos nuestro rol y nuestro rol es dialogar con quien el pueblo elige para que lo gobierne, eso tiene que quedar absolutamente claro. Hay críticas que dicen que los resultados (del diálogo) son mínimos, no es así, en este tiempo se ha avanzado en muchas cosas. Muchas de las medidas que han ejecutado las autoridades —como el Plan de Empleo— han partido de propuestas que hicimos y que obviamente fueron adecuadas a la visión del Gobierno, como corresponde.

La naturaleza de nuestro rol, tanto del Ejecutivo como del sector empresarial, unas veces nos va a unir y otras nos va a confrontar, y producto del diálogo hemos participado de la mayoría de los temas que han tenido que ver con el diseño de la política económica del país. En este marco, hemos sido muy críticos con la política laboral del Gobierno y, por los resultados que ha tenido, yo la podría considerar un fracaso. Se hubieran alcanzado mejores logros si se hubiera escuchado más al sector empresarial y se hubiera construido una política laboral con una visión tripartita: Gobierno, trabajadores y empresarios. En Bolivia, prácticamente no se ha avanzado en la reducción de la informalidad del empleo que tanto daño nos hace. Tenemos hoy los mismos porcentajes de empleo informal que en 2005 y eso tiene que ver con la generación de riqueza legal, formal, que nutre las inversiones del Estado en salud, educación, caminos y otros.

— Aparte de la construcción de una política laboral mucho más acorde a las necesidades de la economía nacional y del sector empresarial, ¿qué otros desafíos fundamentales va a tener que encarar la nueva dirección de la Confederación?

— El primero es mantener abiertas las puertas del diálogo entre los sectores público y privado, para que podamos solucionar nuestras diferencias en el momento en que se den y para que se pueda avanzar en las propuestas que ya le hemos hecho al Gobierno. Otra tarea pendiente que queda es generar la confianza entre trabajadores y empleadores para avanzar en un diálogo a través del cual podamos llevarle al Gobierno propuestas conjuntas (…). El tercer reto es fortalecer a las regiones. En estos nueve años pudimos abrir el diálogo directo con el Gobierno a todos los sectores, a todos los departamentos, pero eso lamentablemente ha sido más productivo en algunos sectores y regiones que en otros. Por eso en mi gestión la CEPB por primera vez en su historia logró a través del AL-Invest —un programa internacional (financiado por la Unión Europea) que maneja y representa la Cainco— llevar una propuesta bastante interesante para fortalecer a las federaciones de los seis departamentos más chicos: Oruro, Potosí, Tarija, Chuquisaca, Pando y Beni. Ese logro de la Confederación promueve un diálogo entre los sectores sociales y empresariales de cada departamento y fruto de ello nace una propuesta del Gobierno para desarrollar esas economías. Ese diálogo recién ha empezado a avanzar la semana pasada. El presidente Evo Morales ha dado una instrucción bien clara para poder ver cómo hacemos para lograr que esos departamentos exploten su potencial productivo y dejen la dependencia de las materias primas, para lograr que esa riqueza les permita desarrollar una economía sostenible. Lo contrario deriva en migración, en una mayor informalidad, en niveles de crecimiento bajísimo, en efectos negativos que se complican más cuando tenemos medidas como el doble aguinaldo, que se lanzan de una manera que afecta a todos por igual, sin hacer distinción de sus realidades, lo que profundiza la pobreza en esas regiones pese a tener minerales o gas. El cuarto desafío es mantener firme la unidad de todos los empresarios bolivianos, como hemos venido haciéndolo hasta ahora, con un mismo discurso, una misma visión de país, una misma propuesta y una misma defensa ante lo que nos pueda afectar a la economía del sector privado, lo que por un efecto multiplicador impacta de manera negativa al Estado y al pueblo boliviano. No se generan impuestos, empleo formal y oportunidades de trabajo para nuestros jóvenes, quienes se van a otros países o se dedican a actividades ilícitas, al contrabando, al narcotráfico. Por eso debemos seguir fortaleciendo la institucionalidad para poder hacer cada día más propuestas y asumir posiciones firmes frente a las agresiones de las que a veces somos objeto: los dobles aguinaldos; la excesiva presión tributaria que nos está ahogando; la vulgar interpretación de normas vigentes que hacen ciertos funcionarios que no respetan el marco legal; y el no tomarnos en cuenta en los incrementos salariales, pese a que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) le dio la razón a nuestra solicitud de diálogo tripartito y le dio al Gobierno un plazo para responder sobre su accionar en este tema. Y ojo que el diálogo tripartito no significa necesariamente que nos sentemos los tres a la mesa, significa que consulten a las partes y que esa consulta se refleje en algo consensuado, y eso no ha sucedido en Bolivia. Por eso hemos demandado al Gobierno ante la OIT por incumplir el convenio que dice que debe haber diálogo tripartito. Hacerle seguimiento a esa situación será un gran desafío, así como al recurso de inconstitucionalidad que presenté (al Tribunal Constitucional Plurinacional) por la aprobación de la Ley de Empresas Sociales, una norma dura que motiva el enfrentamiento entre trabajadores y empleadores, como si estuviéramos todavía en el siglo pasado. Ese amparo tiene su proceso y lo dejo pendiente, porque dudo que salga antes de que yo me retire de la Confederación. Estos son los desafíos primordiales para la nueva gestión que comenzará el 13 de marzo, a los que se sumarán las visiones que el nuevo Consejo Ejecutivo pueda darle a la CEPB.

— ¿Cuál fue la respuesta del Gobierno a esta determinación de ese organismo de la ONU?

— Tenía que haber respondido hasta septiembre del año pasado, pero no hemos sido informados si lo ha hecho o no. No haberlo hecho puede complicar la relación que tiene con la OIT. Como país, no nos conviene no cumplir los convenios y tratados internacionales de los que somos parte.

— ¿La actitud del Gobierno hacia el sector empresarial privado se mantiene o ha cambiado en estos años de trabajo?

— Hemos visto cambios en algunos momentos, pero no podemos dejar de decir que muchas veces nos hemos llevado decepciones, porque mientras avanzábamos en una cosa nos golpeaban en otra, mientras negociábamos en mesas de diálogo no nos consultaban los incrementos salariales desmedidos que han tenido consecuencias gravísimas o lanzaban el doble aguinaldo o la Ley de Empresas Sociales, o nos aumentaban impuestos. Pese a colocarnos en esta disyuntiva de romper el diálogo porque estaban jugando con nosotros, por el bien del pueblo boliviano, nos mantuvimos firmes en que el diálogo es la forma de solucionar nuestras diferencias y de hacerles notar que estaban cometiendo un error y que debían reivindicarse a través de otro accionar. Lo que necesitamos es diálogo, no imposición. En esos momentos ha habido mucho desánimo y mucha crítica hacia mi persona, entendible, por supuesto que sí (…), pero con madurez y actitud propositiva priorizamos el diálogo antes que el enfrentamiento, porque aunque nos golpean en un lado se abren en otro huecos que necesitamos cerrar, y no podemos hacerlo solos (…). La naturaleza de nuestros roles nos va a confrontar constantemente, porque las visiones son contrapuestas y eso hay que entenderlo. Entonces, el secreto del éxito está en que logremos equilibrios, en llegar a acuerdos que nos permitan conseguir, si bien no lo ideal para ninguna de las partes, sí bienestar.

— A pocos días de concluir su gestión, ¿cómo deja al empresariado privado del país?

— Veo un sector muy maduro, absolutamente creíble, con una relación de confianza interna bastante sólida y mucho más fuerte institucionalmente. Cuando entrábamos con Daniel (Sánchez a la CEPB), las encuestas de percepción de los medios no mostraban al sector empresarial entre las instituciones más creíbles del país. El año pasado, sin embargo, hemos visto que en esos estudios está primero el periodismo, segundo el sistema financiero y tercero la Iglesia y el sector empresarial. Si sumamos los puntos del rubro empresarial general con los del sector financiero, estamos en primer lugar en credibilidad en el país. Esa es la Confederación de hoy, equilibrada sincera, objetiva, que critica cuando es necesario y valora cuando tiene que hacerlo; no politizada en ningún caso, sino con una visión de país constructiva. Esa es mi mayor satisfacción.

Perfil

Nombre: Ronald Nostas Ardaya

Nació: 22-01-1968

Cargo: Presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB)

Empresario influyente de Bolivia

El inversionista cruceño creó junto a dos de sus hermanos uno de los grupos industriales farmacéuticos más importantes del país (Laboratorio IFA) y desa- rrolló empresas en diversos rubros, como ganadería, plásticos e imprenta, entre otros. Ocupó el puesto de Primer Vicepresidente de la CEPB entre 2010 y 2015 y Presidente de la institución de 2015 a 2017. El 15 de marzo de ese último año fue reelegido para liderar hasta esta gestión la máxima representación del sector privado en el país, la cual aglutina a 26 instituciones empresariales, de las que 18 son cámaras o asociaciones y ocho son federaciones departamentales. Es uno de los líderes empresariales con más tiempo en la institución y está entre los más jóvenes en asumir ese cargo. En 2016 fue incluido por la revista América Economía como uno de los 120 personajes con más posibilidades de influir en la región y entre los cuatro con ese perfil en Bolivia.