La industria petrolera bajo presión por el Calentamiento
Las grandes del sector adaptan sus estrategias, pero aún no convencen
Bajo la creciente presión de las oenegés medioambientales para actuar más rápidamente contra el cambio climático, la industria petrolera adapta su estrategia, sin lograr convencer de que esté haciendo lo suficiente.
La semana pasada, activistas que respondían a un llamado del movimiento ambientalista Extinction Rebellion rompieron las ventanas de la sede en Londres del grupo anglo-holandés Royal Dutch Shell. Unos días después, cientos de activistas de Greenpeace, ANV-COP21 y Les Amis de la Terre bloquearon en Francia varios sitios, incluyendo la sede de Total en París. “Se trata de enormes mastodontes cuyo modelo económico está basado en energías fósiles y que no quieren cambiar nada porque así hacen dinero”, denuncia Cécile Marchand, encargada de la campaña Clima de la oenegé francesa Amis de la Terre. “Las actividades de estas multinacionales no están reguladas, aunque deberían estarlas si queremos seriamente limitar el calentamiento global a 1,5º”, añade.
Pero la presión ya no viene solo de los activistas medioambientales. “Fondos de inversiones piden ahora a las compañías petroleras y gasíferas explicar cómo el cambio climático podría afectar el valor de sus empresas”, explica David Elmes de la Warwick Business School. “Esto ha obligado a algunas empresas a ser más transparentes sobre sus emisiones y sus planes para reducirlas”, estima.
Así, las gigantes del sector (BP, Chevron, ExxonMobil, Saudi Aramco, Shell, Total y otras) se reunieron bajo la iniciativa Oil & Gas Climate Initiative (OGCI), dotada con un fondo de 1.000 millones de dólares para limitar sus emisiones de metano que se escapan durante la explotación y transporte de hidrocarburos. Junto con la agricultura, este sector sigue siendo una fuente importante de emisiones de este gas, cuyo efecto invernadero es muchas veces superior al del CO2.
Algunas intentan compensar sus emisiones, como el grupo italiano ENI, que prometió plantar inmensos bosques.
El sector tomó también un giro estratégico hacia el gas, que es menos contaminante que el petróleo, y las energías renovables.
Pero algunas oenegés denuncian que aún predominan las inversiones en hidrocarburos. “Estas empresas quieren seguir explotando los combustibles fósiles. A ellos no les importa el cambio climático”, estima Marchand. Si bien la caída de los precios del petróleo en 2014 limitó drásticamente el gasto en exploración y producción, desde entonces ha vuelto a aumentar.
‘Sobreinversión’. La ONG Global Witness denunció un riesgo de “sobreinversión” en hidrocarburos en un informe publicado a inicios de esta semana. Los planes para invertir casi 5 billones de dólares en exploración son “incompatibles” con un límite de calentamiento de 1,5°, afirmó.
“La gente busca pruebas de que los miles de millones que las empresas invierten cada año ya no se destinan a los combustibles fósiles”, dice Elmes. Pero “entre las empresas que están empezando a cambiar, los porcentajes invertidos en actividades no fósiles siguen siendo bajos”, afirma.
Sin embargo, para cumplir con el acuerdo de París, el consumo mundial de petróleo tendría que alcanzar su punto máximo hacia 2020 antes de caer, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Se espera que la demanda evolucione de unos 95 millones de barriles diarios (mb/d) en 2017 a poco menos de 70 mb/d en 2040. Este descenso solo sería posible si se baja el uso del petróleo en los transportes, gracias a un viraje hacia la energía eléctrica.