Icono del sitio La Razón

Cómo sobrevivir a la crisis desatada por el COVID-19

Daño económico “sin precedentes” e “inmensurables” costos humanos son el resultado del cálculo de los efectos de la pandemia, que se extenderán hasta 2022. Cuatro organismos internacionales coinciden en que se debe sobrevivir a la crisis.

La peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, shock de proporciones históricas y década pérdida, así la describen el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), a la crisis que vive el mundo a consecuencia de la pandemia del COVID-19.

En los últimos meses a través de innumerables informes describen daños económicos en casi todas las naciones del mundo pero sobre todo en América Latina, siendo ésta su centro de atención debido a que en las últimas semanas la región se ha convertido en el epicentro de la enfermedad.

La Razón efectuó una revisión de las evaluaciones y recetas para salir de la crisis que formularon estos organismos internacionales, que coinciden en una sola consigna: resistir.

Recesión

Por ejemplo, el Banco Mundial anunció en junio que la economía del mundo se reducirá un 5,2% este año. De acuerdo con su informe “Perspectivas Económicas Mundiales”, sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita.

A raíz de las graves distorsiones a la oferta y la demanda internas, el comercio y las finanzas, el organismo prevé que las actividades de las economías avanzadas se contraerán un 7% en 2020. Se espera que los mercados emergentes y las economías en desarrollo (MEED) se contraigan un 2,5 % esta gestión, su primera contracción como grupo en al menos 60 años.

Además, el BM alertó una disminución en los ingresos per cápita, de un 3,6 %, que empujará a millones de personas a la pobreza extrema este año. Sin embargo, el 20 de agosto, el organismo actualizó su cálculo sobre este último tema.

La pandemia del coronavirus puede haber llevado hasta 100 millones de personas a la pobreza extrema, afirmó el jueves el presidente del Banco Mundial, David Malpass, en una entrevista con la AFP.

El deterioro se debe a una combinación de destrucción de empleos durante la pandemia y problemas de suministro que dificultan el acceso a alimentos.

“Todo esto contribuye a que las personas vuelvan a caer en la pobreza extrema cuanto más tiempo persista la crisis económica”, explicó el ejecutivo del Banco.

Fondo

De igual manera, el FMI —en un informe denominado “Perspectivas de la economía mundial”, en junio— estimó que la economía de América Latina y el Caribe se contraerá 9,4% en 2020, cuatro puntos porcentuales más de lo previsto en abril, es decir, la peor recesión regional desde que se tienen datos. Aunque prevé para 2021 una leve recuperación del crecimiento a +3,7%.

Esta situación es consecuencia del debilitamiento del consumo privado por el distanciamiento social y un aumento del ahorro precautorio, indicó y advirtió que la inversión se verá atenuada a medida que las empresas posterguen gastos de capital en medio de la aguda incertidumbre.

Empero, el Fondo Monetario también proyectó que el consumo se fortalecerá “poco a poco” el año próximo y espera que lo mismo suceda con la inversión, aunque ésta se mantendría atenuada.

Respecto al comercio mundial, estimó que esta actividad sufrirá una profunda contracción (– 11,9%), debido a la demanda mucho más débil de bienes y servicios, incluido el turismo.

La fuerte contracción del producto y la consiguiente caída de los ingresos, han provocado un aumento de la deuda y los déficits públicos. Por ello, el organismo prevé que la deuda pública mundial alcance un máximo histórico que superará 101% del PIB en 2020-21, un aumento de 19 puntos porcentuales con respecto a hace un año.

Además, calculó que el déficit fiscal global promedio aumente al 14% del PIB en 2020, 10 puntos porcentuales más que el año pasado. Esto es más allá de las medidas fiscales discrecionales.

Estas proyecciones implican un impacto negativo particularmente agudo de la pandemia en los hogares de bajo ingreso a escala mundial, que podría traducirse en un sustancial aumento de la desigualdad. El FMI proyectó también que más de 90% de las economías de mercados emergentes y en desarrollo registrarán un ingreso per cápita negativo en 2020.

La crisis sanitaria ha desbordado los hospitales en todos los países. Foto: AFP

Interamericano

América Latina y el Caribe sufrirán una fuerte reducción de su crecimiento, de entre 1,8 y 5,5% del PIB esta gestión, debido al impacto del coronavirus. El daño económico se extenderá en 2021 y 2022 a menos que los gobiernos implementen programas bien enfocados para amortiguar los impactos, según el informe macroeconómico denominado “Políticas para combatir la pandemia”, presentado en abril de este año por el BID.

De acuerdo con el documento, en la Gran Recesión de 2009 la región sufrió una caída de su PIB del 2%, pero la región pudo recuperarse y crecer al 6% en 2010, gracias a un renovado acceso a los mercados de capitales, solidez fiscal y altos precios de materias primas.

El reto en esta ocasión —por la pandemia— va a ser encontrar la combinación correcta de políticas que aseguren una rápida recuperación, apuntó el organismo.

El informe incluye cuatro escenarios de shocks externos: moderado, fuerte, severo y extremo por la pandemia. El escenario severo implicaría una pérdida del 12,2% del PIB de la región a lo largo de tres años y el escenario extremo se traduciría en una pérdida de 14,4%.

Al respecto, el economista y gerente general del Departamento de Investigación del Banco Interamericano, Eric Parrado, señaló que la región “va a sufrir un shock de proporciones históricas”, por ello se necesita preservar el corazón productivo de las economías para aumentar las oportunidades de una recuperación rápida.

“Medidas que van en esa dirección incluyen proveer ayuda a las personas más vulnerables que han perdido su fuente de ingreso, ayudar y proveer incentivos a las empresas para que se mantengan a flote y eviten la separación de sus empleados, y la entrega de liquidez a los bancos para que puedan ser parte de la solución”, dijo el investigador del organismo.

Empleo

El BID también —a través de su Observatorio Laboral COVID-19— estableció que en América Latina se han perdido al menos 23,9 millones de trabajos, entre febrero y julio de este año, a raíz de la crisis del coronavirus, lo que representa el 12,5% del empleo total (Encuestas de empleo en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay).

Igualmente, en el reporte “El shock de la pandemia al turismo”, este organismo alertó que América Latina y el Caribe van a sufrir un “shock sin precedentes” por un fuerte bajón en el turismo.

El documento, que incluye un nuevo Índice de Dependencia del Turismo para 35 economías de América Latina y el Caribe, la entidad financiera regional exhortó a los gobiernos a tomar también medidas sin precedentes para prevenir la propagación del virus, y apoyar a los ciudadanos y las economías en una región que depende del turismo en el mundo.

Comisión

En paralelo a estos análisis, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el pasado 13 agosto, mediante su secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena, afirmó que por la pandemia el PIB per cápita de la región habrá perdido más de 10 años de crecimiento y los niveles de pobreza experimentarán un retroceso de 14 años.

“Será la peor crisis en un siglo para América Latina y el Caribe: el PIB se contraerá -9,1%, el desempleo regional llegará al 13,5%, 231 millones de personas más quedarán en situación de pobreza y 98 millones en pobreza extrema”, vaticinó la ejecutiva en el evento internacional titulado “Estados Unidos y América Latina y el Caribe: un diálogo hacia la recuperación post COVID-19 con sostenibilidad e igualdad”.

En esta oportunidad resaltó que la calidad del crédito se ha deteriorado y el comercio de Estados Unidos con América Latina y el Caribe ha disminuido significativamente: las importaciones del país del norte cayeron 20,5% en el primer semestre de 2020 (con respecto a igual período de 2019). Sectores como los vehículos, repuestos y motores, turismo, entretención y hotelería han sido los más afectados, con un impacto aún mayor en los países del Caribe.

La CEPAL también cuenta con un informe especial denominado “Enfrentar los efectos cada vez mayores del COVID-19 para una reactivación con igualdad: nuevas proyecciones”, presentado en junio a través del cual anticipó que por los efectos del coronavirus en la economía se registrará un retroceso, “una década perdida”.

La fuerte contracción en 2020 se traducirá en una caída del PIB per cápita regional del 9,9%. Después de que hubiera prácticamente un estancamiento entre 2014 y 2019 (cuando el crecimiento promedio anual fue de solo un 0,1%), esta caída del PIB per cápita implica un retroceso de 10 años: su nivel en 2020 será similar al registrado en 2010, precisó esta comisión dependiente de la Organización de las Naciones Unidas.

También proyectó que el valor de las exportaciones de Latinoamérica se contraerá en -23% este año, así como las importaciones en -25%, cifras superiores a las registradas durante la crisis financiera de 2008-2009.

Además que la tasa de desocupación regional se ubicará en alrededor del 13,5% al cierre de 2020, lo que representa un incremento de 2 puntos porcentuales respecto a la estimación presentada en abril y un incremento de 5,4 puntos porcentuales respecto del valor registrado en 2019 (8,1%).

Con la nueva estimación de la CEPAL, el número de desocupados llegaría a 44,1 millones de personas, lo que representa un aumento cercano a 18 millones con respecto al nivel de 2019 (26,1 millones de desocupados).

Estas cifras son significativamente mayores que las observadas durante la crisis financiera mundial, cuando la tasa de desocupación se incrementó del 6,7% en 2008 al 7,3% en 2009 (0,6 puntos porcentuales).

Adicionalmente, la CEPAL calculó que el número de personas en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones en 2020, con lo que el total pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020, cifra que representa el 37,3% de la población latinoamericana.

Dentro de este grupo, el número de personas en situación de pobreza extrema se incrementaría en 28,5 millones, pasando de 67,7 millones de personas en 2019 a 96,2 millones de personas en 2020, cifra que equivale al 15,5% del total de la población.

Políticas

El Banco Mundial en su informe sobre las perspectivas post COVID-19 sostiene que la respuesta a esta gran crisis sin precedentes requiere una movilización contundente de recursos, y la liquidez a corto plazo será esencial para mantener en funcionamiento los servicios básicos, amortiguar la caída de la actividad económica y proteger las inversiones de capital humano.

Para este último a fin de mitigar los impactos del coronavirus, el organismo multilateral cree que es necesario que los países implementen políticas para proteger a la población vulnerable y el empleo.

Las medidas a corto plazo para abordar la emergencia sanitaria y garantizar los servicios públicos básicos deberán ir acompañadas de políticas integrales para promover el crecimiento a largo plazo, que incluyan el mejoramiento de la gobernanza y los entornos empresariales, así como la ampliación y la mejora de los resultados de las inversiones en educación y salud pública.

En este periodo, mientras se sigan aplicando las restricciones al transporte y los viajes, es probable que los precios bajos del petróleo no sean de gran ayuda para el crecimiento y, por el contrario, podrían agravar el daño causado por la pandemia al debilitar aún más las finanzas de los productores, se advierte en el informe del organismo.

“Las políticas que se elijan hoy —incluido el aumento de la transparencia de la deuda para propiciar nuevas inversiones, los avances más veloces en materia de conectividad digital y una enorme expansión de las redes de protección social en efectivo para las personas pobres— contribuirán a limitar los daños y a lograr una recuperación más sólida”, dijo el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, y agregó que el financiamiento y la construcción de infraestructura productiva serán, entre otros, los desafíos de desarrollo más difíciles de resolver en el periodo de recuperación posterior a la pandemia.

En ese marco, el Banco Mundial se ha comprometido a destinar $us 160.000 millones en financiación a 100 países hasta junio de 2021 en un esfuerzo por abordar la emergencia inmediata, pero aún así la pobreza extrema, definida como ganar menos de $us 1,90 al día, sigue creciendo.

Equilibrio

A medida que comience la salida del confinamiento en distintas partes del mundo, las políticas fiscales deberán adaptarse a las circunstancias de cada país, equilibrando la necesidad de proteger a la población, estabilizar la demanda y facilitar la recuperación, ha recomendado el FMI.

En aquellos países en que la pandemia sigue siendo grave y se mantienen confinamientos estrictos, las políticas fiscales deberían tener en cuenta las necesidades de los servicios sanitarios. En las naciones que están saliendo del confinamiento, las políticas fiscales deberían centrarse en abandonar gradualmente las medidas de apoyo para proporcionar soporte focalizado a los hogares, teniendo en cuenta el grado de informalidad en la economía.

Las medidas de apoyo al empleo deberán alentar el regreso seguro a los puestos de trabajo y facilitar cambios estructurales en los mercados laborales para asegurar una economía más resiliente en la etapa posterior a la COVID-19, señaló el organismo multilateral.

Una vez que la pandemia esté controlada, el estímulo fiscal general para respaldar la recuperación podría centrarse en la inversión pública, incluida la infraestructura física y digital, los sistemas de atención de la salud y la transición a una economía de bajo nivel de emisiones de carbono. En aquellos países con espacio fiscal limitado, es preciso —dice el organismo internacional— reorientar los ingresos y gastos para aumentar e incentivar la inversión productiva.

Todas las medidas deben estar integradas en un marco fiscal a mediano plazo, gestionarse y registrarse de manera transparente para mitigar los riesgos fiscales, incluidos los préstamos y garantías que no tienen un efecto inmediato en la deuda y los déficits públicos.

Frente a la crisis, el FMI anunció que está preparado para desplegar la totalidad de su capacidad prestable de $us 1 billón.

Su directora gerente, Kristalina Georgieva, en una teleconferencia con los ministros de Hacienda y gobernadores de bancos centrales del G-20, en marzo, expresó que “los costos humanos de la pandemia del coronavirus ya son inmensurables y es preciso que todos los países trabajen en colaboración para proteger a la gente y limitar el daño económico” y que este es el momento de actuar con solidaridad.

Anticipó la reposición de recursos del Fondo Fiduciario para Alivio y Contención de Catástrofes a fin de ayudar a los países más pobres. “Estamos preparados para desplegar la totalidad de nuestra capacidad prestable, de $us 1 billón”, dijo Georgieva.

Recursos

Para el BID el coronavirus tendrá importantes repercusiones en el equilibrio fiscal y ejercerá presión sobre las monedas y otros indicadores monetarios y financieros, por tanto es importante priorizar la política fiscal y la estructura adecuada.

Una primera prioridad que recomendó es detener la propagación del virus, evitar que el sector de salud se vea desbordado, garantizar que cuente con los recursos adecuados y salvar vidas.

Como segunda, proporcionar alivio a los hogares más vulnerables que han perdido sus fuentes de ingresos como resultado del distanciamiento social y otras medidas. Y la tercera, apoyar a las empresas para reducir al mínimo el aumento del desempleo, tratar de evitar la separación entre las empresas y sus empleados y las costosas quiebras y liquidaciones.

También consideró que la estrecha vigilancia del sector financiero debería ser una prioridad adicional para garantizar la estabilidad y permitir que los bancos comerciales ayuden a las empresas y los hogares. Además de identificar las eficiencias tanto en los ingresos como en los gastos. Ahorrar recursos en algunas esferas (Estado) y transferirlos a las necesidades prioritarias. Y solicitar préstamos a las instituciones multilaterales y bilaterales sin sacrificar la sostenibilidad, aunque es probable que tengan que hacer frente a costos de financiamiento más elevados, recomendó el organismo internacional.

Concluyó que  las economías emergentes tienden a estar en desventaja en comparación con muchas economías avanzadas, en las que una demanda de dinero más estable, una menor volatilidad y una mayor credibilidad pueden permitir mayores inyecciones de liquidez sin alimentar la fuga de capitales, la fuerte depreciación de la moneda, los posibles problemas de los balances y la inflación.

Si bien los bancos centrales de algunas economías emergentes tienen margen para realizar importantes operaciones temporales y extraordinarias de financiamiento y liquidez, éstas deben calibrarse cuidadosamente para preservar la estabilidad económica.

Ante ese panorama y en sintonía con los otros organismos, el Grupo BID recientemente anunció para este año $us 3.300 millones adicionales para préstamos soberanos, con lo cual su programa total de préstamos para 2020 ascenderá a $us 12.000 millones, además dispone a través de BID Invest de otros $us 5.000 millones para apoyar al sector privado.

Pacto

La pandemia provocada por el coronavirus ha intensificado los problemas estructurales y la urgencia de cambiar el modelo de desarrollo en la región. La crisis será más larga e intensa de lo que se esperaba, por ello es urgente reforzar y expandir los esquemas de integración productiva regional, afirmó el pasado jueves en una conferencia la secretaria ejecutiva de CEPAL, Alicia Bárcena.

La alta funcionaria de las Naciones Unidas, en el “Foro impacto económico y social del COVID-19”, abordó los efectos socioeconómicos de la pandemia y las principales medidas implementadas por los gobiernos para mitigar estos efectos, así como las experiencias de políticas puestas en práctica en otros países de América Latina y las lecciones aprendidas.

Resaltó que para impulsar la reactivación se requiere mecanismos sistémicos de cooperación financiera, así como de estructuras tributarias progresivas y eficientes para financiar el desarrollo sostenible en toda América Latina y el Caribe.

Para alcanzar un “Estado de Bienestar”, la región requiere cambiar de estrategia. “No se puede seguir dependiendo de mano de obra barata, es imprescindible el crecimiento del empleo, de la productividad e incorporar nuevas tecnologías, pero también es necesario un nuevo pacto social y fiscal”, concluyó Bárcena.