Icono del sitio La Razón

Volver a empezar, el drama de las mypes

Frente a la crisis ocasionada por la pandemia, micro y pequeñas empresas (mypes) de manufacturas vendieron sus máquinas, cerraron talleres, despidieron empleados, cambiaron de rubro o pasaron a la informalidad. Son historias que va dejando la crisis. 

El COVID-19 sorprendió a varios sectores productivos en el país, las mypes y artesanos no escaparon a ello, cuando unos se encontraban produciendo para responder a los pedidos para su venta en el mercado local, otros para la exportación. Incumplieron contratos, se quedaron sin materia prima, sin capital y menos mercado.  

“La pandemia nos vino de golpe, nuestro sector es frágil y estamos sobreviviendo. Ahora que está comenzando a normalizarse queremos respirar, pero estamos a media máquina”, relató a La Razón la secretaria de Relaciones Públicas de la Asociación de Marmoleros y Graniteros 1ro de Junio de Santa Cruz, Lotty Faldin. Según la evaluación de la empresaria, las pérdidas son “incalculables”, sobre todo porque paralizó la construcción. “Tuvimos que vender algunas máquinas para comprar material, para trabajar, ya no hacemos semiindustrial sino artesanal, y ahí estamos”.

La crisis económica les obligó a muchos a prescindir de sus trabajadores e involucrar en la producción a los hijos para poder sobrevivir. “Este momento es difícil y el Gobierno no hace nada para ayudarnos”, lamentó Faldin.

Mientras, la gerente general de la pequeña empresa Orígenes Bolivia, Claudia Méndez, aseguró que el coronavirus fue “el último golpe” para su sector después de varios años muy adversos para las prendas de alpaca.

“Este ha sido el último golpe, ya fue muy duro a partir de los conflictos de octubre”, dijo, al precisar que desde los conflictos políticos del pasado año sus actividades productivas y comerciales no fueron las mismas.

Citó como ejemplo que su empresa dejó de comercializar productos en las tiendas que alquila en los aeropuertos de El Alto y Viru Viru en Santa Cruz, por la declaratoria de cuarentena y el cierre de fronteras terrestres y aéreas.

Sus proveedores, artistas y artesanos con los cuales trabajaba, a la fecha se volvieron informales, a consecuencia de la crisis.

Ante esa situación, Orígenes Bolivia ingresó en una etapa de incertidumbre y solamente espera una reactivación, indicó Méndez.  

Wálter Melendres, ceramista y autor de los “tilinchos” (t’ilies pequeño en aymara), que son diminutas figuras de barro que representan a personajes de la cultura andina, manifestó a este medio que debido a la pandemia se vio obligado a salir a las calles a ofertar sus productos.

“Estamos fregados, despedimos a nuestros empleados y salimos a la calle a vender, con eso nos estamos levantando poco a poco”. El alfarero decidió suspender  su producción destinada a la exportación y se dedicó a la manufactura de vajillas en cerámica, las cuales son comercializadas en ferias de El Alto y las principales calles de esa ciudad.

Culturas del Sol, desde 1973, es una microempresa pionera en productos de cuero de alta calidad para la exportación que también se vio forzada a detener sus operaciones productivas en 2019, por la crisis económica a consecuencia de los conflictos sociales.

Este año, debilitada vio llegar al COVID-19 y sus planes de mejoramiento se frustraron. Ante ese panorama, el gerente de la empresa, Christian Peralta, optó por nuevas estrategias de comercialización, acercándose más al mercado norteamericano y fijando su base en Dallas, Texas, con la idea de reinventarse fusionando el estilo tejano con el boliviano.

Artesanos. El talento de los trabajadores busca mercado

Cambios

Pero estos planes se vieron paralizados por el cierre comercial producto de la pandemia. “Creemos que la situación actual sin duda logrará que nos adaptemos a los cambios y que debemos proponer planes de supervivencia y seguir emprendiendo en favor de familias necesitadas de artesanos en Bolivia, mirando los mercados internacionales”, comentó el empresario.

De igual manera, el presidente de la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), Néstor Conde, en una evaluación realizada para La Razón, señaló que ese sector agrupa a más de 600.000 mypes, de las cuales un 30% cerró sus operaciones por la pandemia.

De ese porcentaje, la mayoría de los empresarios cambiaron de rubro o se volvieron informales.

En su caso particular, tuvo que cerrar su taller ubicado en Ciudad Satélite de El Alto. De la confección de chamarras y prendas deportivas, pasó a producir barbijos y mamelucos, que promociona a través de las redes sociales.

“Tenía acercamientos con compradores de España y Brasil, se vino la cuarentena  y tuve que cerrar, la dueña de la tienda que alquilaba no consideró mi situación y me descontó la garantía.

Recogí mi maquinaria y me quedé sin nada”, relató. Una historia más de las secuelas del COVID-19 en suelo boliviano y en el mundo.

Pequeña industria se redujo un 39%

Una evaluación efectuada por la Cámara Departamental de la Pequeña Industria y Artesanía (Cadepia Cochabamba) estableció que el pasado año, entre enero y julio, un total de 11.413 empresas figuraban como inscritas en la plataforma de Fundempresa, que opera el Registro de Comercio de Bolivia. Sin embargo, este año en el mismo periodo las compañías se redujeron a 6.964, como resultado de la crisis ocasionada por la pandemia.

Es decir que las compañías en el ámbito nacional bajaron en un 39%, concentrándose sobre todo esta disminución en Cochabamba. Un panorama que preocupa a la presidenta de Cadepia, Mary Zelaya, porque así se demuestra que “la situación de las micro, pequeñas y medianas empresas en el país es bastante crítica y más en Cochabamba, como lo develan los datos estadísticos”.

“Las autoridades nos tienen relegados como patio trasero o hijos adoptados”, dijo la ejecutiva de la pequeña industria al lamentar que a la fecha, pese a los convenios suscritos con el Gobierno, medidas como el “créditos 1, 2, 3” no llegan al sector.

Además que estos planes no son accesibles para la pequeña empresa debido a que las tasas de interés son altas para contratar un crédito y en muchos casos duplican el capital  solicitado. En ese sentido, pidió a las autoridades nacionales impulsar las compras de productos nacionales, como medida para evitar el cierre de más empresas pequeñas a consecuencia de la crisis económica ocasionada por la pandemia y la cuarentena aplicada desde marzo pasado.

Informalidad

Al respecto, el presidente de la Conamype, Nestor Conde, afirmó que “lo que ha crecido es el comercio informal, porque se ha generado desempleo en muchas unidades productivas” en el país.

“Se han cerrado 120.000 unidades productivas pequeñas a nivel nacional, otras cambiaron de rumbo. Lamentablemente a eso nos están obligando”.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informó que la crisis económica derivada de la pandemia ha llevado a la suspensión total o parcial de las actividades productivas, identificando a los sectores más afectados como el comercio mayorista y minorista, las actividades comunitarias sociales y personales; hoteles y restaurantes; actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, y sobre todo la manufactura de la microempresa.

El organismo estimó que cerrarían más de 2,7 millones de empresas formales en la región, de las cuales 2,6 millones serían microempresas.

Además, proyectó una pérdida de 8,5 millones de puestos de trabajo para este 2020.