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El COVID-19 desnudó más el desigual acceso a los alimentos

El costo de un plato de comida marca las diferencias en los ingresos económicos de las personas en el mundo y en Bolivia. La desigualdad en el acceso a los alimentos se hizo más evidente con la pandemia del COVID-19, revela un análisis de Naciones Unidas.

Se trata de un estudio publicado por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés), que estableció que a consecuencia de la emergencia sanitaria, un plato de comida sencillo está mucho más allá del alcance de millones de habitantes en el mundo.

Este año, la pandemia se sumó a los conflictos del cambio climático y la crisis económica que enfrentan en la última década varios países de América, Europa, Asia y África, los cuales provocan el incremento de los niveles de hambre. El costo de un plato de comida en 2020, así se denomina el informe presentado el 16 de octubre con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, a través del cual el organismo internacional identificó un desigual acceso a los alimentos, sobre todo en naciones en las que una comida simple, como arroz y frijoles, cuesta más en comparación con los ingresos de las personas.

«Este informe expone el impacto destructivo de los conflictos, el cambio climático y la crisis económica, ahora agravados por el COVID-19, en el aumento del hambre», dijo el director del WFP, David Beasley. 

Se identificó que el ingreso diario gastado en alimentos por alguien que vive en Sudán del Sur (centro de África) aumentó 27 puntos hasta 186%. Es decir, si un residente de Nueva York tuviera que pagar la misma proporción de su salario por una comida básica, la comida costaría $us 393. Además, reveló que en Haití los consumidores gastan más de un tercio de sus ingresos diarios en un plato de comida, es decir, un equivalente a $us 74 para alguien que habita en Estados Unidos.

Negocios. En la urbe alteña hay platos de comida para todos los bolsillos. Foto: Freddy Choque

BOLIVIA

Ante ese desigual acceso, evidenciado más por la pandemia, Beasley consideró que “las personas en las zonas urbanas ahora también son muy susceptibles, y el COVID-19 ha provocado un enorme aumento del desempleo, lo que deja a las personas sin poder (adquisitivo) para utilizar los mercados de los que dependen para obtener alimentos”.

El análisis contempla 20 países, en los cuales no aparece Bolivia; no obstante en los pasados días, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyectó que en esta gestión la pobreza extrema en suelo boliviano alcanzará a 16,8% de la población, afectando sobre todo su acceso a los alimentos, debido a los efectos negativos del coronavirus.

Entre la población boliviana que lucha diariamente para salir de la crisis, destaca la de El Alto, donde pese a las necesidades la oferta de comida es variada y acorde a todo tipo bolsillo, pese a que este rubro fue uno de los más afectados por las cuarentenas declaradas por el Gobierno transitorio.

“Hemos paralizado la actividad por completo y estamos de a poco levantándonos. Las ganancias no son como antes, pero alcanza para mantener el capital”, comenta a LA RAZÓN Doña Teresita, conocida propietaria de un tradicional snack en una de las avenidas principales de esa urbe.

En este negocio se puede encontrar un plato de asado y arroz a Bs 8, un almuerzo completo a Bs 10, y por la noche un pollo al spiedo a Bs 15, y chuleta a Bs 12.

De igual manera, en el comercio de Doña Dayanita se puede consumir un almuerzo completo a Bs 15 (sopa y segundo) y platos especiales de entre Bs 15 y Bs 45, “todos bien servidos”, afirma la propietaria, al relatar que a pesar de la crisis las ventas se mantienen. “Mucha gente compra comida para llevar y nosotros nos adecuamos a ese sistema”, remarca.

Igualmente, en zonas céntricas de El Alto se puede encontrar puestos callejeros de comida que ofertan el tradicional ají de fideo a Bs 5, un chicharrón de pollo a Bs 8 y la deliciosa sajta de pollo a Bs 10. O sea, para todo bolsillo.

De acuerdo con el recorrido efectuado por este medio, los precios de los platos de comida son accesibles para una buena parte de la población alteña, a diferencia de otras ciudades y países donde los costos son altos.