El mundo está en riesgo de una ‘ESTANFLACIÓN’
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Análisis. Bajará el ingreso per cápita de las economías en desarrollo.
ECONOMÍA
Tras la crisis provocada por el COVID- 19, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha exacerbado la desaceleración de la economía mundial. Las consecuencias son potencialmente perjudiciales para las economías de ingreso medio y bajo, como de Bolivia.
Se trata de la última evaluación del Banco Mundial sobre la situación de la economía mundial, a través de la cual alerta un aumento en el riesgo de “estanflación”, que surge cuando la economía de un país se encuentra estancada, es decir, no crece y, a la vez, se encarece el costo de vida, motivado por una elevada inflación. Esta combinación provoca el empobrecimiento de la población.
Según cálculos del organismo, se prevé que el crecimiento mundial descienda del 5,7% en 2021 al 2,9% en 2022, un porcentaje considerablemente menor que el 4,1% que se anticipó en enero. Se proyecta que oscile en torno a ese ritmo durante el período 2023-2024, a medida que la guerra en Ucrania afecte la actividad, la inversión y el comercio en el corto plazo; la demanda reprimida se disipe, y vayan eliminándose las políticas monetarias y fiscales acomodaticias. Como resultado de los daños derivados de la pandemia y la guerra, este año, el nivel de ingreso per cápita de las economías en desarrollo se ubicará casi al 5% por debajo de su tendencia previa a la pandemia.
Al respecto, el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, afirmó que “la guerra en Ucrania, los confinamientos en China, los trastornos de la cadena de suministro y el riesgo de estanflación afectan el crecimiento. Para muchos países, será difícil evitar la recesión”.
Y complementó que “los mercados están expectantes, por lo que es urgente fomentar la producción y evitar las restricciones comerciales. Se requieren cambios en las políticas fiscales, monetarias, climáticas y de endeudamiento para contrarrestar la asignación inadecuada de capital y la desigualdad” en las diferentes naciones así como en Bolivia.
DATOS.
En el informe Perspectivas económicas mundiales del mes de junio se presenta la primera evaluación sistemática de la forma en que las actuales circunstancias económicas mundiales se comparan con la “estanflación” de la década de 1970, con especial énfasis en la forma en que la estanflación podría afectar los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
Asimismo, presenta las perspectivas regionales. Por ejemplo, Asia oriental y el Pacífico —según las proyecciones del banco— el crecimiento se desacelerará al 4,4% en 2022 y aumentará al 5,2% en 2023.
Para Europa y Asia central se prevé que la economía regional se contraiga en un 2,9% en 2022 antes de crecer un 1,5% en 2023.
Respecto a América Latina y el Caribe, el Banco Mundial proyecta que el crecimiento se desacelerará al 2,5% en 2022 y al 1,9% en 2023.
Oriente Medio y Norte de África: se pronostica que el crecimiento se acelerará al 5,3% en 2022 antes de atenuarse hasta el 3,6% en 2023.
Asia meridional: se pronostica que el crecimiento se desacelerará al 6,8% en 2022 y al 5,8% en 2023.
África subsahariana: según las previsiones, el crecimiento se moderará al 3,7% en 2022 y aumentará al 3,8% en 2023.
SALIDA.
La recuperación de la “estanflación” que se registró en los años setenta exigió fuertes aumentos en las tasas de interés en las principales economías avanzadas, lo que contribuyó en gran medida a desencadenar una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
“Las economías en desarrollo deberán equilibrar la necesidad de garantizar la sostenibilidad fiscal con la necesidad de mitigar los efectos de las múltiples crisis en los ciudadanos más pobres”, recomienda Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial.
Además, sugiere a los gobiernos “comunicar con claridad las decisiones en materia de política monetaria, aprovechar la credibilidad de los marcos de política monetaria y proteger la independencia del banco central puede anclar eficazmente las expectativas inflacionarias y reducir el grado de restricción monetaria requerida para lograr los efectos deseados sobre la inflación y la actividad”.
La coyuntura actual se asemeja a la de la década de 1970 en tres aspectos principales: perturbaciones continuas del lado de la oferta que favorecen la inflación, precedidas por un período prolongado de política monetaria altamente acomodaticia en las principales economías avanzadas; perspectivas de menor crecimiento, y vulnerabilidades que los mercados emergentes y las economías en desarrollo afrontan respecto de la aplicación de una política monetaria restrictiva que será necesaria para poner freno a la inflación, señala el banco.
Sin embargo, el episodio actual también difiere del que se vivió en los años setenta en múltiples dimensiones: el dólar es fuerte, lo que refleja un marcado contraste con la grave debilidad que tenía la divisa en esa década; los porcentajes de aumento de los precios de los productos básicos son menores, y los balances de las principales instituciones financieras son en general más sólidos.
Lo que es más importante, a diferencia de los años setenta, los bancos centrales de las economías avanzadas y muchas economías en desarrollo tienen, en la actualidad, mandatos claros para la estabilidad de los precios y, durante las últimas tres décadas, han establecido un historial creíble de cumplimiento de sus metas de inflación, concluye el Banco Mundial en su informe.