El desafío para 2023: garantizar la producción de alimentos
Imagen: La Razón-Archivo
Cuando el mundo ingresa al cuarto mes de la guerra entre Rusia y Ucrania, datos de la FAO muestran una tendencia al incremento de precios de los alimentos
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Escasez. La FAO considera que las carencias podrían continuar por la guerra en Ucrania, que ya provocó alza de precios.
ECONOMÍA
De continuar la guerra en Ucrania y otros conflictos en diferentes partes del mundo, este año, el reto es garantizar un mayor acceso a los alimentos que actualmente existen, y para 2023 el desafío es alcanzar la suficiente producción alimentaria.
La voz de alerta fue lanzada por Mario Lubetkin, subdirector general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Cuando en el mundo está por cumplirse el cuarto mes de la guerra, iniciada el 24 de febrero, entre Rusia y Ucrania los datos siguen mostrando una tendencia al incremento de precios de los alimentos, particularmente en los países que más requieren de estos productos, mientras crece la preocupación por los posibles efectos de estos aumentos, asegura el ejecutivo del organismo.
A la vez que advierte que “la potencial escasez de algunos productos puede generar inestabilidad interna en numerosos países, aumentando a su vez los flujos migratorios internos y externos”.
Rusia y Ucrania, en conjunto, representan 30% de la exportación mundial de trigo y maíz, y 63% de semillas de girasol. Según expertos, ya escasean tres millones de toneladas de esos granos este año, no obstante el aumento de la exportación de otros países, como India.
La subida de los precios de los productos energéticos y de los fertilizantes puede provocar el aumento del hambre en varias decenas de millones de personas, incrementando severamente la cifra de 811 millones que ya pasaban hambre en 2020.
Esa cifra siguió incrementándose por los efectos del COVID- 19 en más de 100 millones en 2021, poniendo además en riesgo la próxima cosecha a nivel global, sostiene el subdirector de la FAO, Lubetkin.
DATOS.
Los países gastarán este año $us 1,8 billones (millones de millones) en la importación de los alimentos que necesitan, pero la cantidad de comida que comprarán no será más sino menos, y las naciones pobres serán las más afectadas, advierte el organismo de las Naciones Unidas en su último estudio semestral denominado “Perspectivas Alimentarias”.
El costo mundial de las importaciones de alimentos va camino de alcanzar un nuevo récord, pero la mayor parte del aumento previsto corresponde a la subida de los precios y los costos del transporte y no al aumento de los volúmenes, según el nuevo informe publicado en días pasados.
“Es preocupante que muchos países vulnerables paguen más, pero reciban menos alimentos”, señala la FAO y complementa con datos que indican que se prevé que el costo mundial de las importaciones de alimentos aumentará en $us 51.000 millones con respecto a 2021, de los cuales $us 49.000 millones reflejarán unos precios más elevados.
Se calcula que los países menos adelantados sufrirán una contracción del 5% de los costos de sus importaciones de alimentos este año, tal es el caso de África subsahariana y el grupo de los países en desarrollo, que son importadores netos de alimentos y registrarán un incremento de los costos totales, a pesar de la reducción de los volúmenes importados.
“Estas son señales alarmantes desde la perspectiva de la seguridad alimentaria, pues indican que los importadores tendrán dificultades para financiar el aumento de los costos internacionales, lo que puede anunciar el fin de su resiliencia a las subidas de los precios”, indica en el informe.
“En vista del aumento de los precios de los insumos, las preocupaciones suscitadas por las condiciones atmosféricas y el incremento de la incertidumbre del mercado como consecuencia de la guerra de Ucrania, las últimas previsiones de la FAO apuntan a la probabilidad de que se contraigan los mercados alimentarios y de que los costos de las importaciones de alimentos alcancen un nuevo récord”, comentó Upali Galketi Aratchilage, economista de la FAO, editor principal del informe “Perspectivas Alimentarias”.
PROPUESTA.
Ante una eventual falta de alimentos en América Latina y el mundo, la FAO ha propuesto la creación de un Fondo de Financiación de las Importaciones de Alimentos con el firme propósito de prestar apoyo a la balanza de pagos de los países de ingresos bajos que dependen en mayor medida de las importaciones de alimentos como estrategia para salvaguardar su seguridad alimentaria.
La ejecutiva del organismo también dijo que existe suficiente evidencia que demuestra que las mujeres son mejores ahorradoras y mejores pagadoras que sus pares masculinos.
Las grasas animales y los aceites vegetales son los productos que más contribuyen al aumento de los costos de las importaciones previsto para 2022, aunque seguidos de cerca por los cereales en el caso de los países desarrollados.
Los países en desarrollo, en su conjunto, están reduciendo las importaciones de cereales, semillas oleaginosas y carne, lo que refleja su incapacidad para cubrir el aumento de los precios.
En ese marco, la FAO en su informe prevé que la producción mundial de los principales cereales disminuirá en 2022 por primera vez en cuatro años y que la utilización mundial también registrará un descenso por primera vez en 20 años. Sin embargo, se prevé que la utilización de cereales para el consumo humano directo no se verá afectada, ya que la reducción de la utilización total obedecerá a una disminución del uso de trigo, cereales secundarios y arroz.
Las reservas mundiales de trigo aumentarán ligeramente en el año, principalmente debido a la acumulación prevista de existencias en China, en la Federación de Rusia y en Ucrania.
Proyecta que la producción y utilización mundiales de maíz alcanzarán nuevos récords a causa del incremento de la producción de etanol en el Brasil y los Estados Unidos de América y de la producción industrial de almidón en China.
Además que el consumo mundial de aceites vegetales superará la producción, pese al racionamiento de la demanda previsto.
La producción de carne disminuirá en la Argentina, la Unión Europea y los Estados Unidos, pero según los pronósticos, la producción mundial aumentará en un 1,4%, debido principalmente al incremento del 8% previsto para la producción de carne porcina en China, que alcanzará e incluso superará el nivel anterior a la propagación del virus de la peste porcina africana que se produjo en 2018.
Proyecta que la producción láctea mundial aumentará lentamente que en años precedentes, limitada por la disminución de los números de cabañas lecheras y de los márgenes de beneficio en varias regiones productoras importantes, y es posible que el comercio se contraiga con respecto al nivel de 2021.
También espera que la producción mundial de azúcar aumentará después de tres años de descenso, impulsada por incrementos en la India, Tailandia y la Unión Europea. De igual manera, la FAO estima que la producción acuícola mundial aumentará en un 2,9%, y es probable que la producción de la pesca de captura se incremente en un 0,2%. Se espera que, a consecuencia de la subida de los precios del pescado, los ingresos totales procedentes de las exportaciones de productos pesqueros y acuícolas aumentarán un 2,8%, mientras que los volúmenes caerán un 1,9%.
Junto con el aumento de los precios de los alimentos —dado que el índice de precios de los alimentos de la FAO se acerca a su máximo histórico y que los precios de varios alimentos básicos han registrado grandes subidas en el último año—, los sectores agrícolas están expuestos a limitaciones de oferta debido a los aumentos de los costos de los insumos, en particular de los fertilizantes y los combustibles, que podrían impulsar nuevas subidas de los precios de los alimentos.
Los altos precios de los alimentos suelen ser una ventaja para los productores, ya que se incrementan los beneficios de las explotaciones agrícolas. No obstante, la rápida subida de los costos de los insumos —causada por el aumento de los costos de la energía y las restricciones a la exportación de los principales fertilizantes impuestas por los principales agentes del sector— compensa con creces esa situación, y en caso de prolongarse provocaría inquietudes respecto de si la respuesta de la oferta puede ser tanto rápida como suficiente. “El repunte de los precios de los insumos plantea preguntas sobre la posibilidad de que los agricultores del mundo puedan permitirse comprarlos”, señalan Josef Schmidhuber y Bing Qiao, de la División de Mercados y Comercio de la FAO.
En Bolivia se busca dar ‘certidumbre’ en la producción
Ante una eventual falta de alimentos, en el país, la administración de Luis Arce a través de la Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria impulsa el cultivo y producción de granos para su abastecimiento a la población boliviana.
Al respecto, el gerente ejecutivo de la estatal, Ramiro Villarpando, anticipó que se priorizará la siembra y cosecha de maíz, así como de otros granos no solo para abastecer al mercado sino también para dar “certidumbre”.
“Esta empresa se va a dedicar exclusivamente a producir materia prima, granos para la alimentación del país, va a darle certidumbre con la producción, inicialmente con maíz, pero después vamos a trabajar con trigo, soya”, dijo el funcionario.
Esta compañía estatal también prevé producir arroz; sin embargo, este año se enfocará en la producción de maíz, un grano estratégico que a la fecha es demandado por avicultores, porcicultores y lecheros del país.
“Ya estamos iniciando actividades en Santa Cruz, pero también se hará la siembra de maíz en el norte de La Paz”, dijo y anunció que en los próximos días se efectuarán las evaluaciones correspondientes para luego proceder con el sembrado.
De acuerdo con la proyección de la Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria, en la campaña agrícola de verano de este año se sembrará 15.000 hectáreas (ha) de maíz y en la temporada de invierno de 2022, aproximadamente 10.000 ha de ese grano y 15.000 ha de trigo.
“Inicialmente vamos a trabajar en alianza, porque vamos a requerir la tierra de nuestros productores, que la vamos a tener en forma de alquiler, posiblemente, pero después la empresa va a tener sus propias tierras, tierras fiscales, que va a empezarlas a producir”, remarcó.
El Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras creó la Empresa Boliviana de Producción Agropecuaria, con la finalidad de fortalecer la producción agrícola y definir la seguridad alimentaria con soberanía para la población.
FERTILIZANTES.
Otro proyecto que impulsa el Gobierno es la Planta de NPK, un fertilizante que contiene nitrógeno, fósforo y potasio, considerado clave para la producción agrícola.
En ese marco, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) proyecta para septiembre u octubre la construcción del citado complejo industrial.
“YPFB hasta más o menos septiembre u octubre, entendemos, va a poder presentar la Planta de NPK, nitrato, potasio y fósforo, eso es un elemento clave para la agricultura”, informó el ministro de Economía, Marcelo Montenegro.
Según datos del Viceministerio de Altas Tecnologías Energéticas, la producción de NPK es un proyecto que demandará una inversión de más de Bs 33 millones y estará localizado en la zona industrial de Santiváñez en Cochabamba.
La proyección es iniciar operaciones el primer trimestre del próximo año con una oferta comercial de 60.000 toneladas por año del fertilizante, de las cuales 20.000 t serán para fortalecer la soberanía alimentaria del país, y el resto para a la exportación.