2022, el año en que el dinero se hizo caro
Imagen: COUNCIL OF FOREIGN RELATIONS
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Inversiones. Hoy es más importante pensar en el mediano y largo plazo.
MUNDO
El mundo de finales de 2022 no es el mismo de principios del año. Las presiones inflacionarias hicieron que los bancos centrales suban las tasas de interés en las principales economías y esto generó ajustes en los valores de sectores completos.
El drama no escaseó en los mercados bursátiles en 2022. Hubo dolor por doquier y el pesimismo es moneda común. La incertidumbre abunda. Los rendimientos impresionantes alimentados por el entusiasmo posterior a la pandemia han cedido y la tendencia dominante es hacia la baja.
El drama es comprensible. La inestabilidad se apodera del mundo a medida que persiste la pandemia, generando reacciones no previstas en China, aumenta la inflación, se desata la violencia contra Ucrania y se vive disrupciones en el sector energético mundial. Los cuellos de botella de la cadena de suministro que se esperaba que se enderezaran solos siguen enredados.
Sin embargo, no todo está perdido. Hay algunas razones para el optimismo. Gran parte de las malas noticias ya se han dado a conocer y probablemente ya están cotizadas en el mercado de valores. El colapso de 1987, la era de las puntocom, la crisis financiera mundial, la rebaja de la deuda de EEUU y la caída por la llegada del COVID-19 dejaron algunos patrones claros. Hay temas comunes para los mercados bajistas que, en lugar de mostrar señales de advertencia, pueden señalar oportunidades de compra.
Con la guerra en Ucrania de por medio, sofocando el suministro, la energía es el único sector del S&P 500 que registra rendimientos positivos en 2022. Contrariamente a la opinión generalizada de que los precios de la renta fija se mantienen mejor en entornos difíciles, los bonos se han visto diezmados por el aumento de las tasas de interés. Puede resultar difícil de creer, pero la nota del Tesoro a 10 años ha registrado su peor desempeño en 234 años.
Aunque se anticipó ampliamente, la desaceleración inducida por la pandemia que se declaró en 2020 desafió todas las expectativas. En el caso de EEUU duró solo un par de meses, muy por debajo del semestre de crecimiento negativo normalmente asociado con las recesiones. La crisis financiera mundial de hace 15 años generó efectos que perduraron por más de 500 días, lo que le valió la etiqueta de Gran Recesión por su gravedad.
La tasa de interés de la Fed en EEUU pasó de 0% a principios de año a 4,5% actualmente. El dinero se hizo caro y esto altera radicalmente el clima para las inversiones.
El juego de adivinanzas sobre la recesión actual se ha convertido en un pasatiempo de Wall Street, aumentando la incertidumbre y azuzando al mercado.
En 2022 todas las burbujas estallaron. Las criptos andan de mal en peor luego de la quiebra de FTX. Las SPAC (sigla de Special Purpose Acquisition Company, que son empresas sin un fin específico, creadas como instrumentos para operar en fusiones) igualmente hicieron crisis. Los NFT y las acciones de crecimiento han caído en la medida en que las preferencias de riesgo cambiantes han frenado la especulación. Como de costumbre, los valores que fueron promocionados, sobrecomprados y sobrevaluados se han reevaluado y revaluado brutalmente. El desplome de las criptomonedas y las pérdidas de las big tech ilustran este punto.
Hasta noviembre, un puñado de gigantes tecnológicos perdió un valor de mercado combinado de $us 3,4 billones desde el comienzo del año, incluida una caída de $us 1 billón en solo una semana. Se podría decir que Meta Platforms, matriz de Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Alphabet, matriz de Google, volvieron a la tierra después de su estadía prolongada en el séptimo cielo.
Las acciones anteriormente conocidas como Facebook, ahora Meta Platforms, se desplomaron un 26% en un solo día en febrero y su capitalización de mercado cayó en más de $us 230.000 millones, en lo que ahora se considera la mayor caída en la historia del mercado de valores. Con un valor de más de $us 1 billón el año pasado; Meta actualmente equivale a $us 327.000 millones. Aunque los inversores han pagado un alto precio por este desastre tecnológico, se ha devuelto algo de cordura al mercado.
Si bien adivinar la dirección de los precios de las acciones del mañana tiene una audiencia grande y vocal, centrarse en los próximos cinco a 10 años, no en los próximos cinco a 10 meses, es más productivo y probablemente más rentable. Mucho se ha escrito sobre la ineficacia de la sincronización del mercado y la futilidad de pronosticar fenómenos económicos, pero predecir el mercado aún captura la imaginación de muchos inversionistas. La histeria también aumenta. Estas respuestas emocionales impulsan la volatilidad. El autocontrol para sofocar el ruido de lo inmediato e identificar las tendencias puede retornar con ganancias significativas en el largo plazo,