Perspectivas económicas en Latinoamérica 2023
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MINERÍA. La demanda del cobre de Chile aumenta porque es crucial para la transición energética global
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Desafíos. La región enfrenta el redibujo en los flujos del comercio mundial.
ENTREVISTA
La región enfrenta enormes desafíos en 2023, con la economía global en recuperación, el redibujo en los flujos del comercio mundial, los efectos del cambio climático en la agricultura y nuevos gobiernos sobre los cuales existen muchas expectativas.
América Latina enfrenta importantes vientos en contra a nivel mundial que influirán en las perspectivas económicas para 2023. Es previsible que la política interna también contribuya a frenar el crecimiento. El entorno de políticas monetarias aún estrictas tampoco facilita el despegue de la producción.
Probablemente, lo más importante a observar en América Latina en 2023 sea el desempeño de los muchos gobiernos nuevos en la región, en su intento de abordar las demandas de los votantes que los llevaron al poder. Todo esto mientras lidian con serios dilemas macroeconómicos y diversos grados de polarización social.
A pesar de este difícil entorno político y económico, habrá oportunidades de crecimiento en 2023, particularmente en agricultura, minería y nearshoring. Sin embargo, para aprovechar esto, los nuevos gobiernos de la región deberán implementar reformas de política en 2023 que respondan a las preocupaciones del público sin causar demasiado daño al clima de inversión.
Para el presente informe tomamos como punto de partida un reciente reporte de The Economist Intelligence Unit (EIU, por su sigla en inglés, es la división de análisis de la prestigiosa revista inglesa The Economist).
POLÍTICA.
Para los nuevos presidentes de América Latina, ahora viene la parte difícil, que es la de gobernar. La región tuvo un gran año electoral en 2022, con implicaciones importantes para la formulación de políticas en 2023 y más allá. Los cambios de política están a la vista ya que los votantes piden cambios, no solo en temas como el crimen y la corrupción, sino también en la economía.
Una de las consecuencias de las crisis que han azotado a América Latina en los últimos tres años es una creciente demanda de un gran Estado que gaste más y regule más. En consecuencia, durante el año pasado los votantes eligieron candidatos de la izquierda del espectro político que prometían ese tipo de cambio. No es casualidad que la reforma tributaria, con el fin de delimitar el gasto social, figura entre las principales prioridades de los nuevos gobiernos de izquierda en Chile y Colombia. También parece probable una mayor regulación de importantes sectores de materias primas.
Sin embargo, a estos nuevos presidentes de izquierda de América Latina no les resultará fácil gobernar. El colapso del apoyo electoral al centro moderado en toda la región ha permitido que los movimientos políticos populistas de derecha (en algunos casos, de extrema derecha) también ganen terreno. Algunos de estos movimientos tienen el control del Congreso y fácilmente podrían bloquear la legislación. Brasil es un ejemplo claro de estas situaciones.
La mayoría de los países tienen una legislatura extremadamente fragmentada y dividida, lo que genera, en el mejor de los casos, un proceso conflictivo de reunir apoyo para legislar.
Esto, evidentemente, hará que la formulación de políticas sea un proceso lento, lo que puede frustrar las demandas públicas de resultados rápidos y sustanciales. El ciclo electoral actual ha aumentado las expectativas. En este contexto, los periodos de luna de miel serán cortísimos. Perú ya está padeciendo este tipo de conflictividad.
CHINA.
La desvinculación de EEUU y China obliga a otros países a elegir bandos en cuestiones estratégicas en una economía global cada vez más bifurcada. Esta será una tendencia importante que sustentará la geopolítica y la geoeconomía en las próximas décadas. Los efectos de esto ya se están sintiendo en América Latina, y así seguirá siendo en 2023. Una pregunta crucial es, por supuesto, de qué lado de la división caerán los países latinoamericanos.
En realidad, los gobiernos de la región ven a EEUU y China como socios importantes y no querrán elegir entre ellos. En su mayor parte, América Latina tiene fuertes lazos diplomáticos con los EEUU, incluso en países (particularmente los grandes productores de materias primas en América del Sur) donde China se ha convertido en el socio comercial más importante.
Sin embargo, la decisión está lejos de ser clara, teniendo en cuenta que mientras China ha estado implementando su Iniciativa Belt and Road (BRI) en América Latina, el Gobierno de EEUU ha tenido poco que poner sobre la mesa.
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La prometedora iniciativa Build Back Better World (B3W) que fue anunciada por el gobierno de Joe Biden en EEUU (junto con los gobiernos europeos), centrada en la infraestructura en áreas como la salud, la tecnología y el clima, no ha logrado despegar.
El país a seguir en 2023 será, por supuesto, Brasil. Aunque Lula aumentó con entusiasmo su nivel de compromiso con China cuando se desempeñaba como presidente en la década de 2000, las señales desde Planalto apuntan a que esta vez intentará lograr un equilibrio entre las dos superpotencias y mantener a ambas de su lado (en la medida de lo posible).
Mientras tanto, la bifurcación de la economía mundial presentará una gran oportunidad para los países latinoamericanos en forma de nearshoring. El año 2023 bien podría traer más inversiones para este fin, particularmente en México. El nearshoring consiste en desplazar la producción desde países lejanos hacia otros más cercanos, en los cuales los costos resulten igualmente competitivos. Si bien en el pasado las empresas estadounidenses llevaron sus procesos hacia países asiáticos, hoy están intentando volcar los mismos hacia otros más próximos, como es el caso de México.
AGUA.
El suministro de agua se convertirá en un tema político importante. América Latina tiene los recursos hídricos más abundantes del mundo. Sin embargo, las fuentes de suministro de agua no siempre están bien conectadas con las fuentes de demanda de agua y las sequías son cada vez más recurrentes. Es probable que la situación en 2023 no sea diferente. Según el centro de predicción climática de EEUU, existe un 76% de posibilidades de que el patrón meteorológico de La Niña se produzca en el próximo invierno del hemisferio norte (diciembrefebrero). Esto marcaría un raro tercer año consecutivo de este fenómeno (y las condiciones de sequía que trae) para gran parte de América Latina.
Los recursos hídricos, históricamente vastos de la región, han llevado a una fuerte dependencia de la energía hidroeléctrica para la generación de electricidad, lo que significa que los bajos niveles de agua pueden provocar problemas de suministro de energía. Esto se vio en Brasil en 2021.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ya amenazó con poner fin a las operaciones de la cervecería en el norte del país afectado por la sequía. Aunque esto puede ser simplemente una fanfarronada, existe el riesgo de que cumpla. En Chile, la regulación de los escasos recursos hídricos sin duda será retomada en un renovado esfuerzo por reescribir la Constitución que se está gestando.
AGRICULTURA.
El vuelco de las cadenas mundiales de suministro agrícola en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania plantea la pregunta de si las potencias agrícolas de América Latina pueden salir al frente y llenar el vacío de suministro dejado por la pérdida de producción ucraniana. La respuesta es sí (en Brasil) y no (en Argentina). Brasil y Argentina son los dos grandes productores mundiales de materias primas agrícolas de la región. De hecho, Brasil es el mayor exportador neto de materias primas agrícolas del mundo. Ambos son los principales exportadores de soja y maíz, y Argentina también es un importante exportador de trigo. Sin em- SEQUÍA. El suministro de agua se convertirá en un tema político importante en América Latina. bargo, a pesar de estas aparentes similitudes, la suerte a corto plazo del sector agrícola en los dos países parece muy diferente.
Esto se debe en parte a la suerte. Según las proyecciones oficiales, las condiciones climáticas serán favorables en Brasil, mientras que Argentina registrará una tercera caída anual consecutiva en la producción general de granos debido a las continuas condiciones de sequía.
Brasil parece estar listo para una cosecha récord en la campaña 2022/23. Los principales factores que respaldan esta perspectiva incluyen los esfuerzos iniciales de los agricultores brasileros para aumentar las importaciones de fertilizantes, lo que les permite asegurar suministros cruciales y proteger los rendimientos.
Otro factor importante en Brasil es la expansión de la tierra cultivable dedicada a la producción de cultivos. Pero, es esta misma expansión un obstáculo potencial para el sector. El Departamento de Agricultura de EEUU proyectó recientemente que la tierra dedicada a la agricultura, que actualmente se encuentra en poco más de 40 millones de hectáreas, podría expandirse en otros 20 millones de hectáreas en la próxima década. Este crecimiento reciente se ha producido en áreas que rodean la Amazonía, lo que ha dado lugar a importantes preocupaciones ambientales y sugiere Lula podría imponer restricciones.
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MINERÍA.
Las crecientes demandas públicas de energía limpia en la batalla contra el cambio climático están aumentando la demanda de minerales que son cruciales para la transición energética global. Al mismo tiempo, la carrera por asegurar fuentes confiables de suministro se está calentando debido a las disrupciones aceleradas por la guerra en Ucrania y la intensificación de la rivalidad entre EEUU y China. Estas tendencias han puesto de relieve la abundante oferta de minerales estratégicos de América Latina, como el litio, cobre, níquel, cobalto y tierras raras.
América Latina alberga una parte importante de todos estos minerales. Más de la mitad del litio del mundo se encuentra en la región, principalmente en el “triángulo de litio” de Bolivia, Argentina y Chile. Chile tiene la mayor oferta de cobre del mundo y Brasil tiene la tercera reserva más grande de elementos de tierras raras (alrededor del 10% del total mundial). En algunos casos, los niveles de producción reflejan estas grandes existencias. Chile y Perú, por ejemplo, son líderes mundiales establecidos desde hace mucho tiempo en la minería del cobre. Sin embargo, aunque la inversión extranjera en minería en América Latina es extensa, la producción de estos materiales, en su mayor parte, no se acerca al potencial, a pesar de que son tan críticos para la tecnología y la energía limpia.
Por ejemplo, los enormes recursos de litio de Bolivia recién están comenzando a ser explotados industrialmente. El gobierno del presidente Luis Arce ha hecho esfuerzos sustanciales para poner al día las cosas y el país está pasando rápidamente de observador a jugador importante.