La directiva PSD2 (Payment Services Directive 2, por su sigla en inglés) entró en plena vigencia en la Unión Europea el 1 de enero de 2021. Desde entonces y en todo el mundo viene siendo progresiva implantación del open banking. Esta es una realidad creciente en todo el mundo. Echando la mirada atrás, hoy podemos afirmar que su adopción ha supuesto una revolución en toda regla, no solo para el sector financiero, sino prácticamente para todos los sectores económicos.

El open banking o banca abierta es un sistema en línea en el que los clientes de las instituciones financieras (desde bancos hasta empresas fintech, pasando por casas de bolsa, sociedades financieras populares y sociedades de ahorro y préstamo) autorizan compartir su información con otras entidades.

Uno de los beneficios concretos del open banking es que los usuarios, como verdaderos propietarios de su información, pueden concentrar, en un solo sistema, información sobre cuentas bancarias y de ahorros, créditos hipotecarios y tarjetas de crédito, aun cuando dichos productos sean de diferentes entidades bancarias.

Con base en esa información que los clientes compartan con un tercero –ya sea por única ocasión, por tiempo determinado o de manera indefinida–, los primeros también podrán recibir recomendaciones sobre cómo pagar menos comisiones en servicios; cómo conseguir mayores rendimientos o cómo liquidar más rápido sus deudas.

La finalidad es brindar a los clientes una mayor oferta de productos y servicios financieros y una visión más amplia de sus finanzas, así como un mejor mecanismo para administrar su dinero y otros servicios. Todo ello, a bajo costo.

En el caso de los servicios financieros, han experimentado una transformación impresionante hacia un modelo abierto en el que los bancos y otros players financieros y no financieros colaboran y, al mismo tiempo, compiten por brindar unos servicios cada vez más adaptados a las necesidades y exigencias de los consumidores. Es decir, el open banking se ha convertido en una fuente muy relevante de valor añadido para el cliente final. Supone un factor clave en el proceso de democratización de los servicios financieros. El consumidor ahora está en el centro de todo y tiene la última palabra a la hora de decidir dónde y cómo se emplean sus datos para poder obtener de manera rápida e inclusiva los servicios que necesita en cada momento.

Los usuarios tienen hoy acceso a una amplísima variedad de servicios financieros, y el open banking contribuye a simplificar los procesos de registro y acceso a diferentes apps, además de la contratación de nuevos productos. Tecnológicamente, esto es posible gracias a las API (Application Programming Interfaces) que han promovido la interconexión entre entidades financieras y terceros.

Desde sus inicios, hasta el día de hoy, los casos de uso se han multiplicado, aunque su mayor exponente son indudablemente los pagos electrónicos. A medida que han ido surgiendo nuevos modelos de negocio online, los pagos integrados o embedded payments, en inglés, han cobrado creciente relevancia a la hora de ofrecer a los clientes una experiencia unificada. La pandemia, sin duda, ha acelerado aún más el uso de los medios de pago virtuales, con la tarjeta de débito o de crédito como instrumento de pago subyacente, reemplazando los métodos de pago tradicionales y reduciendo muy significativamente la cantidad de efectivo en circulación.

Sin embargo, el open banking ni mucho menos se circunscribe solo a los pagos. Lejos de haberse agotado su potencial, su aplicación continúa haciéndose extensiva a numerosos ámbitos y sectores económicos. Existen multitud de casos de uso en la actualidad, y otros muchos que se perfilan en el horizonte. Uno de ellos es la agregación de datos bancarios y financieros. La principal ventaja es que ofrece un alto nivel de transparencia y trazabilidad a los bancos acerca de qué terceros acceden a los datos de sus clientes, lo que garantiza también unos niveles adecuados de seguridad. Algunas firmas, como, por ejemplo, Plaid, se han especializado en aunar en una sola app la totalidad de los datos financieros de sus usuarios. De hecho, da soporte a más de 11.000 instituciones y a más de 5.000 firmas de servicios financieros.

Por otro lado, hemos asistido también a un boom de soluciones de pago innovadoras como el Buy Now Pay Later (BNPL) que ofrecen cada vez más entidades, apps financieras y comercios online. Se trata de un producto híbrido que combina elementos del pago con los de financiación, y aunque no se trata realmente de una novedad, sí lo es si lo consideramos una alternativa de pago electrónico inmediata, flexible y cada vez más accesible para todos. Affirm, Klarna o Afterpay, sin duda, están entre las fintechs precursoras y más representativas en lo que respecta a soluciones BNPL. Para todas ellas, el open banking desempeña un papel crucial para mitigar riesgos en el momento del checkout. Permite a las fintech que ofrecen BNPL comprender en tiempo real la situación financiera del cliente y saber si es apto para este producto. En este sentido, el open banking fomenta también una financiación más responsable, a la vez que se convierte en un medio eficaz para evitar el fraude. Otra de las muchas aplicaciones la vemos en el caso de las fintech que emiten líneas de crédito. El open banking supone una herramienta indispensable para obtener información relevante sobre el perfil de riesgo crediticio de los clientes. En concreto, los hábitos de consumo y gasto de los clientes, sus ingresos mensuales y si hacen o no transacciones de riesgo, como, por ejemplo, el juego, o inversiones en productos financieros de riesgo, como criptomonedas u otros.

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En definitiva, el open banking parece dirigirse hacia una mayor apertura del acceso a datos sobre otros productos financieros, como las inversiones y los seguros.

Las ventajas del open banking son evidentes, tanto en cuanto a seguridad como en lo referente a la inmediatez y un servicio a medida del cliente, y es de esperar que continúe consolidándose en los próximos años, con especial foco en reforzar las garantías jurídicas para el consumidor final.

 Alexander Dunaev Cofundador y COO de ID Finance Plazo.