La inflación sigue complicando la economía mundial
Los bancos centrales de los países más desarrollados subieron sus tasas de interés referenciales de manera agresiva.
Desarrollo. Las perspectivas aparecen sombrías en América Latina y el mundo.
ECONOMÍA
Las presiones inflacionarias no ceden en la medida de lo esperado por los principales bancos centrales del mundo, por lo tanto las tasas de interés siguen altas y esto tensiona las economías de los países.
Las posibilidades de una recuperación económica mundial siguen siendo sombrías, en medio de una inflación particularmente terca, tasas de interés en aumento y mayores incertidumbres. Los efectos persistentes de la pandemia de COVID-19, el impacto cada vez mayor del cambio climático y los desafíos estructurales macroeconómicos siguen sin abordarse, según indica el informe de Naciones Unidas, Situación Económica Mundial y Prospectiva.
La economía mundial se enfrenta a fuertes vientos en contra con débiles perspectivas de crecimiento. Una confluencia de factores (los efectos heredados de la pandemia de COVID-19, la guerra prolongada en Ucrania, el impacto cada vez mayor del cambio climático y las condiciones macroeconómicas que cambian rápidamente) están nublando el panorama. La inflación persistentemente alta ha provocado las subidas de tipos de interés más agresivas en décadas, lo que ha ocasionado un fuerte endurecimiento de las condiciones financieras y exacerbado las vulnerabilidades de los países respecto a la deuda.
Con todo, es probable que la desaceleración del crecimiento global en 2023 sea menos severa de lo esperado, principalmente debido a la resiliencia del gasto de los hogares en las economías desarrolladas y la recuperación en China. Actualmente, Naciones Unidas proyecta que el crecimiento mundial desacelere del 3,1% en 2022 al 2,3% en 2023. Esto implica una revisión al alza de 0,4% con respecto al pronóstico de enero. Se prevé que la inflación mundial disminuya del 7,5% en 2022 al 5,2% en 2023, principalmente por la caída de los precios de los alimentos y la energía, además del debilitamiento de la demanda mundial. En medio de la disminución de las presiones inflacionarias, se espera que la economía mundial tome cierto impulso en 2024, pero se prevé que el crecimiento del 2,5 % se mantenga muy por debajo del promedio a más largo plazo (2000-2019) del 3,1%.

En un contexto de múltiples crisis interconectadas y mayores incertidumbres macroeconómicas, los desafíos de política monetaria y fiscal se han intensificado aún más. Las recientes turbulencias del sector bancario en los Estados Unidos y Europa han ilustrado las fragilidades del sistema, lo que complica la disyuntiva de los bancos centrales entre combatir la inflación y preservar la estabilidad financiera. Después de una década de política monetaria laxa, con bajas tasas de interés y flexibilización entre países. La inflación general se está suavizando visiblemente en Brasil, Costa Rica y Uruguay, entre otros. Como resultado, los bancos centrales que subieron las tasas de interés de manera temprana y agresiva podrán cambiar y recalibrar sus posturas monetarias en la segunda mitad de 2023 En otros países, sin embargo, las presiones sobre los precios siguen siendo elevadas y es probable que los bancos centrales continúen aumentando las tasas de interés en el segundo semestre. Mientras tanto, las perspectivas del mercado laboral son desafiantes, ya que un crecimiento más lento obstaculiza la creación de empleo y la inflación continúa afectando los ingresos reales. En consecuencia, es poco probable que las condiciones socioeconómicas de la región mejoren a corto plazo. La crisis de la pandemia y la guerra en Ucrania dejaron a muchas economías lidiando con mayores niveles de pobreza, informalidad e inseguridad alimentaria. Un movimiento hacia la consolidación fiscal o un endurecimiento monetario prolongado podría empeorar aún más las perspectivas económicas regionales. cuantitativa en los países desarrollados, que fomentó un apalancamiento excesivo en el sector financiero y generó efectos secundarios negativos a nivel mundial, la perspectiva de tasas de interés altas y ajustes cuantitativos ahora plantea un enorme desafío para los países en desarrollo. La falta de acceso a financiación asequible limita la capacidad de muchos gobiernos para invertir en educación, salud, infraestructura sostenible y la transición energética, al tiempo que amenaza con empujar a un número creciente de países al incumplimiento de pagos.
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En la región, después de un sólido desempeño de crecimiento en 2022, las perspectivas económicas en América Latina y el Caribe se están deteriorando considerablemente. El crecimiento global moderado, la inflación aún elevada y las vulnerabilidades estructurales están afectando negativamente el desempeño económico de esta parte del planeta. Además, los mayores costos de endeudamiento están afectando el gasto de los consumidores y la inversión. El espacio fiscal sigue siendo limitado y poco capacitado para respaldar la actividad económica en la mayoría de los países. Se prevé que el crecimiento del PIB regional se desacelere significativamente del 3,8% en 2022 a solo el 1,4% en 2023, recuperándose moderadamente al 2,4% en 2024.
La desaceleración en 2023 es generalizada en toda la región y afecta particularmente a Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Después de una expansión del 2,9% en 2022, se prevé que el PIB de Brasil crezca solo un 1% en 2023. Se prevé que la inflación promedio regional disminuya del 9,3% en 2022 al 6,7% en 2023, pero esto oculta diferencias significativas.