Escasez de dólares, una retrospectiva crítica
Imagen: FREEPIK
Una mirada a las crisis que vivió el país a inicios de los 80 y principios del presente siglo para sopesar lo que pasa ahora.
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La pandemia y las guerras fueron detonantes de la crisis económica en el mundo.
Informe
La falta de dólares es un problema actual en el país y también en otras latitudes del mundo. No es la primera vez que en Bolivia toca experimentar una situación de este tipo. A continuación, un repaso a momentos similares.
Para no retrotraernos hasta el inicio de la República, baste recordar lo que tocó vivir en los primeros años de la década de 1980 y luego con la crisis de principios del presente siglo. Hoy, luego de la pandemia y con un mundo donde las guerras vuelven a tensionar la geopolítica, estamos nuevamente frente a una circunstancia adversa que toca atravesar.
Así, haremos una retrospectiva crítica de estos momentos para revisitar lo que pasó, lo vivido y padecido. A modo, también, de entender el presente.
1982 – 1986. La crisis comenzó, a nivel mundial, debido a múltiples causas, incluido el endurecimiento de las políticas monetarias por parte de Estados Unidos y otras naciones desarrolladas. El antecedente directo fue la escasez petrolera de 1979, causada principalmente por la Revolución Iraní, lo que originó un fuerte aumento en los precios del crudo. Esto empujó las ya altas tasas de inflación en varios de los principales países avanzados a nuevos niveles máximos de dos dígitos, con países como Estados Unidos, Canadá, Alemania Occidental, Italia, el Reino Unido y Japón endureciendo sus políticas monetarias aumentando las tasas de interés para controlar la inflación.

El gráfico que acompaña la presente nota muestra un pico en las tasas de los fondos federales alrededor de 1981 a 1982, cuando alcanzaron niveles de hasta el 20%. Es importante comprender esto, porque al ser el dólar la moneda estadounidense, las decisiones que toma el banco central de ese país sobre el costo del endeudamiento (el costo del acceso al dinero en esta divisa), afecta a los flujos de liquidez en todo el mundo.
“Lo que pasa es que, si la Fed sube sus tasas de interés, esto hace que sea interesante comprar bonos del tesoro estadounidense. Entonces, todos los otros tipos de activos se hacen menos atractivos. Entre ellos, por ejemplo, la deuda latinoamericana. Así, para conseguir financiamiento se tiene que recurrir a tipos de interés más altos y eso jala hacia arriba todo el financiamiento. No solo el público, sino también el privado”, explica el economista Armando Ortuño.
En la crisis de la década de 1980, la alta tasa de interés en EEUU llevó al encarecimiento de los pagos de deuda externa denominados en dólares. Bolivia, como muchos otros países de América Latina, había acumulado una gran cantidad de deuda externa durante la década anterior. El incremento en las tasas de interés hizo que el servicio de esta deuda se volviera insostenible.
La fuerte depreciación de la moneda local frente al dólar exacerbó la inflación y redujo la capacidad del gobierno para importar bienes esenciales, lo que contribuyó a una crisis económica, política y social severa.
Como consecuencia de lo anterior, se llegó a un impresionante y traumático proceso hiperinflacionario. Esto derivó en el acortamiento del mandato de Hernán Siles Suazo y la Unión Democrática Popular (UDP). Más aún, esto valió a la postre la aplicación de la Nueva Política Económica, con Víctor Paz en el poder, la imposición del tan mentado D.S. 21060 y la relocalización de los trabajadores mineros. En otras palabras, shock mediante, se impuso el neoliberalismo en el país.

Como señala el escritor Fernando Molina, “la historiografía no ha comprendido la importancia de este momento, que es el de quiebre del Estado del 52. La hiperinflación fue un terremoto que sacudió de tal manera a los bolivianos que los llevó a abandonar, temporalmente, la ideología nacionalista- revolucionaria que, desde los años 30 del siglo XX, se había ido decantando como la forma específicamente boliviana de modernización”. Tal fue la gravedad de aquel momento.
1999-2001. A finales de los años 1990 y principios de los 2000, las tasas de los fondos federales nuevamente subieron, aunque no tan dramáticas como en la década de 1980. Sin embargo, cabe tener presente que los actuales tipos de interés referenciales de la Fed están exactamente en los máximos que registraron en 2001, 23 años atrás. “La crisis de 2001 afectó a muchos países emergentes. Ahí estuvo lo que se llamó la crisis de los tigres asiáticos, la crisis de Brasil, de Argentina. Y por cierto eso nos iba a afectar a nosotros”, señala el economista Alberto Bonadona.
Ortuño observa que “en el año 2000 Bolivia estaba con un problema de financiamiento del Estado brutal. Es lo paradójico del régimen neoliberal, que era altamente dependiente de la cooperación internacional. Por ejemplo, se pagaban salarios con cooperación internacional, salarios públicos. Ya nadie se acuerda de eso. Tiene que ver fundamentalmente con el debilitamiento de la economía boliviana por un shock externo. En el caso de 2000 fue evidentemente la crisis global de esos años, más un tema endógeno, que era la lucha contra el narcotráfico, que hizo que la economía se contrajera”.
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En esos años se dio también un enorme éxodo de bolivianas y bolivianos que salieron del país a buscar trabajo en el extranjero y a enviar remesas, dada la recesión que experimentó el país.
En esos años se decía, en Santa Cruz, que la ciudad estaba en venta y no había quién compre. “Teníamos que comercializar a mitad de precio e incluso con crédito directo. Aceptábamos otros bienes como parte de pago, terrenos, movilidades, lo que se pudo”, recuerda el arquitecto Carlos Roca, un empresario cruceño dedicado al desarrollo inmobiliario.
“De esas crisis sales o con un ajuste muy fuerte, como el que se hizo en los 80, pero que necesita un enorme apoyo externo, o finalmente se sale con un nuevo boom de alguna materia prima. De la crisis de 2000 se salió con el gas, finalmente”, asevera Ortuño.
La gran crisis financiera de 2007 y 2008 fue atenuada en Bolivia por el buen momento del gas. “Esa casi ni la sentimos”, comenta el empresario cruceño.

2022 – 2024. El actual ciclo de crisis tiene como antecedente directo la pandemia del COVID-19. Las cosas no venían bien, en el país y en el mundo, pero todo se aceleró con el inicio de la guerra en Ucrania y empeoró aún más con el conflicto en Gaza.
A partir de marzo de 2022, la Fed inició su más reciente campaña de endurecimiento monetario, elevando sus tipos referenciales de prácticamente cero hasta 5,5% en la actualidad. Llegó a esto tras 11 subidas consecutivas, la última de ellas en julio de 2023.
“Las tasas de interés que trepan nos afectan a nosotros, a los países de la región, porque suben el costo de cualquier crédito que tengamos que hacer. Ahora, esa es una situación que sí nos puede afectar, pero tampoco podríamos pensar que hemos estado acudiendo de manera muy activa al mercado internacional para prestarnos. Como que pasó y ahora con el riesgo país elevado, no es que no estén abiertos los mercados, es que nos saldría demasiado caro tomar prestado. O sea, tener una tasa de interés del 24% o 25%, pues es verdaderamente ya escandaloso para cualquier país”, explica Bonadona.
“La situación que veo que se presenta para Bolivia es muy complicada, lo que está reflejando es la caída del gas. O sea, la caída del gas es lo que a nosotros nos ha puesto en esta situación. Así como nos salvó a partir de 2003 y estuvo en una situación relativamente ascendente, continua, pues ahora la situación es descendente, continua. Además, sin poder sustituir un producto de exportación que nos reemplace los ingresos que nos daba la exportación de gas natural”, agrega.
En criterio de Ortuño, en estas circunstancias, “lo primero que hay que hacer es maximizar las fuentes de financiamiento externo. La primera fuente de financiamiento externo es el crédito. Entonces, ¿qué es maximizar el crédito? Lo primero es ir por el crédito multilateral. CAF, Banco Mundial, etcétera. La recomendación económica es gastar más crédito multilateral. No menos. Segundo, y a partir de eso, se va a otras fuentes. Por lo general, cuando hay una crisis como ésta, por ejemplo, no puedes acceder a recursos del mercado porque éste desconfía, entonces estás en crisis. Pero en Bolivia somos tan fantásticos que nos estamos negando hasta a la fuente multilateral. Es insólito”.
Así las cosas, efectivamente hay una crisis actualmente en curso, cuyas causas son internas y externas. Con variables que Bolivia puede controlar y otras que no. Con todo, el país se muestra, hasta ahora, en mejores condiciones para afrontar las dificultades que en el pasado. Sin embargo, se podría haber llegado a este momento con más fuerza. La dureza de la brega política en momentos tan delicados tampoco ayuda, ni a orientar los esfuerzos conjuntos ni a generar certidumbre.
El jueves, el Banco Central Europeo (BCE) realizó el primer recorte en sus tipos de interés en cinco años. Es una señal que alienta la posibilidad de que la Fed comience a hacer lo propio a partir de septiembre. Un hilo de esperanza en medio de un mundo que parece, por otro lado, irse aprontando para escaladas bélicas.