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Asaí: Naturaleza, tecnología y desarrollo

/ 25 de agosto de 2024 / 06:17

La Federación Departamental de Asaí y Frutos Amazónicos de Pando produjo más de 132,62 toneladas de pulpa este año

Producción

En Pando, el fruto del asaí crece de manera silvestre y su cosecha tiene un gran impacto en la población local, su salud, su economía y en la conservación de los bosques amazónicos mediante el aprovechamiento y manejo sostenible y natural de sus frutos silvestres.

La segunda semana de agosto se registró el mayor volumen de producción de pulpa de asaí en Pando. En lo que va de la gestión se han producido 132,62 toneladas de pulpa de asaí, la cual ha sido transformada por asociaciones locales productivas de la Federación Departamental de Asaí y Frutos Amazónicos de Pando (FEDAFAP). Así se supera el récord alcanzado en 2023, cuando se produjo más de 91 toneladas que beneficiaron a aproximadamente 1.600 familias distribuidas en 58 comunidades ubicadas en cuatro Áreas Protegidas que abarcan 380.273 hectáreas de bosque amazónico conservado.

Conservación Amazónica – ACEAA acompaña y fortalece las iniciativas productivas de la FEDAFAP, desde la articulación de la Federación en 2019, con un enfoque holístico que protege áreas naturales, empodera a las personas e innova mediante la ciencia y la tecnología para conservar ecosistemas y manejar sosteniblemente la biodiversidad.

Hasta la fecha, esta entidad ha apoyado y fortalecido la cadena de valor de las ocho asociaciones productivas de la FEDAFAP en aspectos como el aprovechamiento sostenible de los recursos, la gestión y capacidad de la producción, el fortalecimiento de competencias, la generación de trabajo e ingresos para las comunidades locales y la apertura de mercados. También contribuyó a reducir los gastos de energía de una de las plantas procesadoras de la FEDAFAP mediante la implementación de paneles solares y logró alcanzar un 84 % de energía limpia y fotovoltaica en el proceso productivo, aplicando una agricultura climáticamente inteligente. Estas acciones han contribuido a la valorización de los bosques en pie y a los frutos amazónicos.

“Nos sentimos contentos y orgullosos con este resultado. Para nuestras familias significa ingresos económicos, un sustento estable y nos enseña a estar firmes frente adversidades, fortalecer a las asociaciones y tener una mejor calidad de vida. El resultado más grande se ve en la conservación de los bosques y al recolectar y transformar sus frutos se les da un mejor uso”, dijo Misael Campos, presidente de la FEDAFAP.

Livia Chávez, vicepresidenta de la FEDAFAP, calificó como “satisfactorio haber alcanzado esta cantidad, pues demuestra que tenemos capacidades más grandes para acceder a mercados más seguros y seguir contribuyendo a la preservación de los bosques. Esperamos establecer un mejor proceso producción y comercialización y soñamos con llegar directamente al consumidor y también poder exportar”.

Javier Pinto es presidente de la Asociación Integral de Cosechadores, Productores y Transformadores de Frutos del Abuná (ASICOPTA) y asegura que se trata de “un gran logro para las asociaciones, para Pando y el resto del país. Estamos luchando desde el 2014 para hacer conocer este superalimento que aporta a una alimentación sana con antioxidantes y vitaminas. Trabajar año tras año y ver la transformación de artesanal, a semiindustrial y llegar a exportar a Perú y Brasil es muy gratificante. Hemos enseñado a vivir de otras maneras y aprovechar los frutos del bosque”.

Hubo un crecimiento exponencial en la producción de pulpa de asaí en Pando, que en 2022 fue de 8 toneladas. Al respecto, Marco Antonio Veliz, Especialista en Comercialización en Conservación Amazónica – ACEAA, explica que “ha habido un proceso para repensar la transformación del valor agregado y las formas de comercialización. El mercado empuja a la producción. La tendencia indica que existe una mayor demanda, y además se han mejorado las capacidades de las organizaciones productoras”. Sin embargo, en esta gestión el crecimiento de la producción ha generado mayor demanda y competencia en mercados internacionales, como en Brasil, lo cual ha causado un incremento de costos y ha representado un obstáculo para el crecimiento del mercado local, así como también una limitación para el desempeño de las organizaciones productivas. “El incremento de los costos en el mercado local tiene una parte negativa, pero también de aprendizaje ya que invita a meditar y reflexionar para tomar nuevas acciones y, así, amortiguar la pérdida de materia prima. Además, permite realizar un análisis de costeo para mejorar la rentabilidad”, indica Veliz.

La proyección estimada de la producción de asaí hasta el final de la zafra de esta gestión es de 150 toneladas. Pando contiene en sus bosques productivos un potencial de dos millones de toneladas de asaí silvestre, del cual actualmente se aprovecha menos de 1%. La demanda de pulpa de asaí en el eje troncal de Bolivia (La Paz, Cochabamba y Santa Cruz) es de 456 toneladas, “lo que significa que solo se está cubriendo el 30%”, explica Veliz.

El fruto del asaí y su impacto

El asaí crece de manera silvestre en los bosques altos e inundables del Neotrópico. En Bolivia, se distribuye entre los 100 y 1.800 metros de altitud, ocupando varios tipos de bosques desde las tierras bajas hasta las partes bajas de los Andes. En los bosques amazónicos de Pando, su fructificación ocurre entre abril y septiembre. Los cosechadores buscan palmeras para trepar alrededor de 25 metros hasta llegar al tope y encarar el racimo con el fruto, removiéndolo con cuidado.

En los últimos años, se ha visto un crecimiento en la demanda del asaí y su adquisición está relacionada con su etiqueta de “superalimento” y sus beneficios nutricionales que se articulan con las tendencias de consumo consiente buscando alimentos naturales en beneficio de la salud y que aportan a la conservación de la Amazonía. Del mismo modo, el fruto del asaí sirve de sustento para algunas aves como tucanes, loros y cotingas, y para mamíferos pequeños como primates. Este ciclo permite un equilibrio en el ecosistema y manejar sosteniblemente la biodiversidad.

La cosecha de frutos de asaí, la producción y la comercialización de su pulpa contribuye, por un lado, al desarrollo económico y social sostenible de las poblaciones que habitan la Amazonía y, por el otro, a la conservación de los bosques ya que hace uso de su ciclo natural.

Bosques productivos en la Amazonía boliviana

La Amazonía alberga la mayor extensión de bosque pluvial tropical del mundo y más de la mitad de las especies terrestres de animales, plantas e insectos, según la CAF. Muchas de estas especies no se encuentran en ninguna otra región del planeta. Estos bosques desempeñan un papel vital en la regulación climática global, la purificación del agua y la absorción de dióxido de carbono, por lo que la región es considerada el pulmón del planeta. La Amazonía alberga a unas 34 millones de personas y alrededor de 420 comunidades indígenas dependen de sus recursos naturales como medios de vida. Estos medios están directamente relacionados con la preservación de los bosques y la conservación de su biodiversidad su cultura. El mantener un equilibrio en el ecosistema a través de un manejo responsable de los bosques fortalece la vitalidad y funcionalidad de estos y los hace resilientes al cambio climático.

En Pando existe una tradición histórica del uso de los recursos naturales del bosque, no solo del asaí, sino de otros frutos amazónicos como el cacao, el copuazú, la palma real y la castaña. Por ejemplo, Bolivia produce el 75% de la producción mundial de castaña, exportando entre 20 y 26 mil toneladas por año. Cada año se extraen 120 mil toneladas de castaña en cáscara. En esta actividad participan 87 mil personas y representa el 50% del ingreso familiar en la región, según datos de Conservación Amazónica – ACEA).

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Para Marco A. Veliz Peredo, la diversificación a otros frutos amazónicos como la palma real y el majo es esencial para el aprovechamiento sostenible de los Productos Forestales No Maderables (PFNM) y así darles valor a los bosques en pie, mantener la demanda en el mercado local, fortalecer a las organizaciones de base y empoderar a lideresas y lideres locales.

“Se necesita constante desarrollo de capacidades, mejorar los estatutos, la planificación, el manejo forestal, la materia prima, su transformación y generar mayor compromiso con la generación de valor. Primero se debe satisfacer el mercado local, aunque existan dificultades en la producción de pulpa de asaí en Pando como el cambio climático, el elevado costo de la energía eléctrica, la distancia que se debe transportar el producto manteniendo la cadena de frío (un viaje de 36 horas) y la accesibilidad a agua de calidad”, explica.

Igualmente, Pinto sostiene que “hay que dar valor agregado a la pulpa de asaí y diversificar a frutos como el majo y la palma real y realizar otros productos para el mercado local como néctares, helados, barras energéticas con castaña y otros frutos amazónicos para fomentar una alimentación alta en nutrientes y mejorar la salud”.

Texto: Natalia Gil Ostria

Fotos: Pedro Laguna, Conservación Amazónica – ACEAA

Arroyo Guarichona: Nace un área protegida en Beni

Ubicada en el municipio de San Ramón, es una gran oportunidad para la conservación de los ecosistemas amazónicos

Por Alastair Cooper y Natalia Gil Ostria

/ 28 de julio de 2024 / 07:13

En el municipio de San Ramón, en la provincia Mamoré, departamento del Beni, se encuentran 199.435,057 hectáreas de espacios naturales con sabanas, bosques de llanura y alta biodiversidad. El 5 de julio de 2024, este territorio fue declarado Área Natural de Manejo Integrado Municipal “Arroyo Guarichona”, uniéndose así al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).

Desde 2019, el Gobierno Autónomo Municipal de San Ramón (GAM San Ramón) ha promovido y liderado una iniciativa para conservar los ecosistemas amazónicos. Este logro es el resultado de la colaboración entre comunidades locales, profesionales voluntarios y propietarios de haciendas rurales.

Carlos De Ugarte, Coordinador de espacios Naturales de Conservación Amazónica – ACEAA, recuerda los inicios de este proyecto. “Todo comenzó con la visión de los propietarios de las haciendas Mangal, Guacayane, Las Marías, Tacuaral y Entre Ríos, quienes se convirtieron en los promotores iniciales de la iniciativa. Su objetivo era proteger los arroyos afluentes al arroyo Guarichona y las lagunas existentes en el área declarada. Fue inspirador ver cómo solicitaron una veda general para restringir la pesca indiscriminada y promover una pesca sostenible, ofreciéndose como ‘Guardianes Voluntarios’ para asegurar una pesca responsable. La Comunidad Indígena San Antonio del Poyori también propuso declarar ‘Área Protegida’ todo este sistema de arroyos y lagunas. Este fue el primer paso de un largo camino”.

En 2023, Conservación Amazónica – ACEAA se sumó a esta iniciativa, proporcionando apoyo técnico para declarar este territorio como “Área Protegida Municipal”. “Fue un honor para nosotros unirnos a este esfuerzo. Proporcionamos el apoyo técnico necesario para formalizar la declaración de esta área protegida. Esto permitirá implementar procesos de conservación basados en el manejo integral de los bosques y pampas naturales, asegurando la protección de estos valiosos ecosistemas para las generaciones futuras. El compromiso con la conservación de la Amazonía y la gestión sostenible y comunitaria de estos recursos naturales es algo que nos mueve profundamente”, comparte De Ugarte.

Para Alejandro Raslan, presidente del Consejo Municipal de San Ramón, la declaracvión de esta área protegida’ era una necesidad muy importante para la población, para tener recursos para subsistir y para los peces y floresta de la región. “Se estaba perdiendo un río rico en pescado por la explotación indiscriminada, aunque hay todavía amenazas, como el paiche, que es como un depredador del ecosistema. Nuestra misión ahora es la de repoblar el río con otros peces”.

Por su parte, José Luis Melgar, técnico del GAM San Ramón cree que “se va a poder conservar flora y fauna característica de la región y que irán reapareciendo animales. Ahora es un patrimonio de conservación de especies y puede convertirse en un centro turístico para que los visitantes vean la región y a los animales y eso puede generar recursos económicos para los ganaderos, la población y las comunidades.

La llanura del Beni tiene una gran importancia mundial para el mantenimiento de las funciones ambientales de la Amazonía, siendo crucial para su salud ecológica. El área almacena agua esencial para el consumo humano, las actividades productivas y la vida silvestre, además de que ayuda a recargar los acuíferos subterráneos. El río Mamoré, que fluye de sur a norte, se une con los ríos Beni e Iténez para formar el río Madeira, uno de los principales afluentes del Amazonas.

“San Ramón se encuentra en la subcuenca del río Itonama, influenciada por la subcuenca del Mamoré al oeste y por la del Iténez-Paragua al este. Debido a su poca inclinación, la zona sufre inundaciones estacionales que varían cada año. Formamos parte de la ecorregión de los Llanos de Moxos, conocida por sus altos niveles de inundaciones y permanencia de aguas. Este entorno es esencial no solo para la biodiversidad local, sino también para la regulación hídrica de la Amazonía. La conservación y el manejo sostenible de esta área son fundamentales”, enfatiza el Coordinador de espacios Naturales de Conservación Amazónica – ACEAA.

El régimen de inundación de la llanura de Beni ha moldeado tanto el paisaje como la biodiversidad de la región, influyendo en las actividades socioeconómicas y culturales desde hace aproximadamente 2.800 años. Esta zona fue hogar de sociedades precolombinas complejas que dejaron un valioso patrimonio arqueológico. Las sociedades antiguas construyeron obras hidráulicas como diques, terraplenes, camellones y alturas artificiales para adaptarse y prosperar en este entorno.

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De Ugarte resalta la importancia histórica de la región. “La conservación de esta región es crucial no solo por su importancia histórica, sino también por su riqueza biológica. Aquí habita el ave endémica paraba barba azul (Ara glaucogularis), una especie de gran relevancia tanto a nivel nacional como internacional. La protección de este territorio apoya no solo la conservación de su rica biodiversidad, sino también la preservación de su legado histórico y cultural. Este ecosistema único es vital para la historia y ecología de la Amazonía”.

Con la creación del área protegida municipal se busca prevenir la extracción indiscriminada y la degradación de recursos hidrobiológicos, bosques, sabanas, suelos y tierras. También se pretende detener la deforestación y el deterioro de la laguna Grande de San Ramón, que provee agua para uso y consumo humano.

Orlando Villaroel, subalcalde y dirigente de El Carmen de Guacayane, confía en que esta medida sea positiva para ellos, porque hasta ahora no hay pirañas y solo se encuentra paiche. “Uno va a pescar y no se pilla nada. Nos quita sustento económico y de recursos”. Con la declaración de la zona como Área Protegida, “de repente se puede mejorar, puede apoyarnos a los comunarios para el sustento alimentario diario de nuestras familias”.

Foto. ACEAA

“Declarar un territorio como ‘Área Protegida’ proporciona refugio para la flora y fauna, permitiendo el desplazamiento de las especies y manteniendo el equilibrio de los procesos naturales. Además, impulsa políticas de protección, custodia y promoción del patrimonio cultural y natural de estos espacios. Al contribuir a la conservación de la biodiversidad, las áreas protegidas mejoran el bienestar de las personas, proporcionando medios de vida funcionales, agua potable y seguridad alimentaria a las poblaciones locales. Las áreas protegidas bien gestionadas pueden generar importantes beneficios económicos y contribuir al desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza a nivel local y nacional. También son instrumentos de la gestión del territorio, importantes para la mitigación y adaptación al cambio climático. Desde Conservación Amazónica – ACEAA celebramos la declaración de esta área protegida, fruto del trabajo colaborativo de diversas instituciones y actores sociales, y continuamos nuestro esfuerzo por una Amazonía próspera y vibrante”, finaliza De Ugarte.

Texto: Alastair Cooper y Natalia Gil Ostria

Fotos: Christian Mujica, conservación amazónica – ACEAA

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