Bocetos de murales destruidos se compartirán en la biografía de Miguel Alandia Pantoja
Los autores de la biografía, Daniela Franco y Javier del Carpio, con el uso de un lenguaje claro, permiten al lector conocer con mayor profundidad al artista.
La historia del muralista Miguel Alandia Pantoja es plasmada en una biografía que se presentará el viernes 28 de marzo en el Museo Nacional de Arte (MNA), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB).
La obra integra dos miradas; una guiada a través de la vida del artista y la ideología que abrazó, el trotskismo; y otra que se centra en el análisis político y artístico sobre su obra y la necesidad de dejar testimonio sobre los años de barbarie sufridos en el país.
Con imágenes en excelente calidad, los lectores podrán apreciar los bocetos de murales que no llegaron a concretarse en paredes; y, además, conocerán aquellos que fueron destruidos por la dictadura de René Barrientos en 1965; como Historia de la Mina, que se ubicaba en las escalinatas del Palacio de Gobierno y fue realizada por Alandia Pantoja en 1953.
El libro incluye, en despegables, los bocetos para mural: Libertad (acuarela sobre papel-1972); boceto para mural, Tupac Katari (acuarela sobre papel-1967) y el boceto Monumento a la Revolución (acuarela sobre papel-s.f).
Los autores de la biografía, Daniela Franco, doctora en Historia, y Javier del Carpio, artista, integrante del colectivo Cementerio de Elefantes, con el uso de un lenguaje claro, permiten al lector conocer con mayor profundidad al artista.
Del Carpio relata cómo fue la vida del protagonista en Catavi, Siglo XX; tierra en la que nació en 1914 y donde presenció masacres que calaron profundamente su ser. Franco lleva a recorrer los murales y pinturas, la maestría, los colores innovadores para la época; pero, sobre todo, el contenido de las obras estrechamente ligadas a un periodo oscuro en la historia boliviana.
También analiza, desde el concepto de la “Necropolítica”, el manejo del Estado, la aplicación de la violencia militar contra poblaciones indefensas y en condiciones de total vulnerabilidad; otra de las consecuencias de esa aplicación, además de las masacres mineras, fue la actitud destructora; que acabó con dos importantes murales: la Historia de la Mina y El parlamento burgués.
MURALES Y PINTURAS
Alandia Pantoja interpretó los hechos de la historia en murales y pinturas de caballete; con el objetivo de que no quedaran en el olvido, por eso y aún ahora, son un misterio los elementos que utilizó para crear gamas de colores imposibles más parecidos a la realidad, en los que no solo sobresalen las figuras; sino que evocan esos sentimientos de ira, dolor, frustración ante las barbaries cometidas contra mineros, campesinos, mujeres y niños.
Esa fuerza creativa, esa obsesión por narrar a través de sus pinturas y el uso de la piroxilina lo llevó, poco a poco, al deterioro de su salud y a su muerte en el exilio en Lima, Perú en 1975.
De igual forma, relata los detalles con los que Alandia Pantoja plasmó su primer mural y narró, a través de él, la muerte de la palliri María Barzola en la masacre de Catavi el 21 de diciembre de 1942 bajo el gobierno de Peñaranda.
“La vida del artista coincidió con un periodo negro a nivel mundial; las guerras mundiales, el auge del estaño y la explotación minera a favor de una rosca que engrandeció su fortuna a costa de muchas vidas. Además de la Guerra del Chaco en la que el artista participó como un soldado raso hasta caer prisionero de los paraguayos; y sobrevivir a un calvario cruento que pareció no tener fin”, señala una nota institucional.
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Por otro lado, está la burla, la sátira, la deformidad y la exageración en las figuras de quienes representaron el poder y la opresión; los militares, los barones del estaño, el poder imperialista, todos representados con gestos deformes y panzas exageradamente abultadas; imágenes por las cuales, el creador, no pudo sino manifestar su repudio contra esos poderes.
Pero en medio de toda esa turbulencia histórica, Alandia Pantoja regala un respiro a través de la representación de la mujer; él encuentra una fuente de inspiración y esperanza en la figura de su madre; en la mujer que hizo que sus días de prisionero en Paraguay sean menos difíciles; en las mujeres obreras, palliris, en las niñas.
Obras como: La Imilla, Las Kullakas y otras, hacen sentir al espectador y, en el presente caso, al lector, el calor, la paz, la esperanza y la protección de las montañas bolivianas, intocables indestructivas y eternas.
El libro puede adquirirse en la tienda del Museo Nacional de Arte, en la tienda Fernando Montes de la FC-BCB y en todas las ferias de libro próximas a realizarse.