Icono del sitio La Razón

Murió Tony Curtis, galán de Hollywood

El actor nominado al Oscar en una ocasión, casado en seis, protagonista de clásicos de la talla de Una eva para dos adanes, famoso vividor, temido galán ha muerto a los 85 años. Con Tony Curtis también se va un poco de aquel Hollywood que creaba íconos, cambiaba vidas y hacía soñar.

Curtis, quien padecía obstrucción pulmonar crónica, murió en la madrugada del jueves en Las Vegas, donde residía. A mediados de julio fue hospitalizado debido a problemas respiratorios. La oficina del Forense del Condado de Clark, en Nevada, confirmó ayer que la causa de la muerte fue un fallo cardíaco.

Tony Curtis, cuyo nombre real era Bernard Schwartz, nació en el barrio neoyorquino del Bronx el 3 de junio de 1925, de padres de origen húngaro. Pasó su juventud en las calles dada su reconocida poca afición por los estudios. Al estallar la Segunda Guerra Mundial se alistó al Ejército y sirvió en la Marina.

Tras la guerra, se matriculó en la Dramatic Workshop de Nueva York y obtuvo papeles secundarios en films como Criss Cross (1949). El éxito vendría más tarde con Sweet Smell of Success (1957), que protagonizó junto a Burt Lancaster y The Defiant Ones, por la que ganó su única nominación al Oscar.

En 1959, Curtis actuó junto a  Jack Lemmon y Marylin Monroe en la emblemática película Una Eva para dos adanes, de Billy Wilder. Siguieron otras comedias, género en el que brilló, y  papeles menos ligeros como en el film La gran estafa, de Alexander Mackendrick, donde interpretó a un periodista corrupto; Vikings, de Richard Fleischer, y Spartacus, de Stanley Kubrick en 1959.

Después de algunos sonados fracasos como El estrangulador de Boston (1968) y cansado de su imagen de sex symbol, en los años 70 se refugió en la televisión. Protagonizó, entre otras, la serie The persuaders junto a Roger Moore, McCoy (1975-76) o la longeva Las Vegas (1978-1981). Pero a finales de los 80, el ocaso de la estrella era cada vez más evidente.

Tony Curtis empezó a perder toda la elegancia old-school que le hizo famoso y sólo fue capaz de llamar la atención del gran público con sus sonados y repetidos matrimonios (y divorcios). El último, una entrenadora de caballos con la que montó una ONG para rescatar a dichos mamíferos abandonados.

El actor dejó una filmografía de más de 100 películas, un trabajo realizado junto a los más grandes de la historia de Hollywood, con artistas de la talla de Burt Lancaster, Stanley Kubrick o Marylin Monroe; y cinco hijos con sus distintas mujeres. También, una fundación para la conservación de la herencia cultural judía en Hungría y una biografía publicada el 2008 con el título Un príncipe americano: memorias. Aunque, también deja una extensa obra pictórica; poco conocida pero que resultó ser la expresión artística con la que tuvo más respaldo de la difícil, esquiva, y a veces violenta, crítica especializada.

«Nadie es perfecto», decía Jack Lemmon en Una Eva para dos adanes. Tony Curtis tampoco. Y bien gracias.

Amores y glamour

Curtis ganó seguidores gracias a su impecable apariencia y se jactó de haber llevado a 1.000 mujeres a la cama, incluyendo a Marilyn Monroe. Se casó seis veces y admitió cómo sus travesuras habían destruido cinco matrimonios y arruinado sus relaciones con sus hijos.

‘Creo que merecía más’

«Tengo la impresión de no haber actuado en las películas que merecía. Creo que merecía mejores papeles», lamentó Tony Curtis el 2008 en una entrevista a AFP. Confesó que creía que le fueron negados papeles que acabaron en manos de sus contemporáneos Marlon Brando y Paul Newman. «Sentía que merecía más de lo que la industria me había dado». También reconoció que tal vez haya sido adicto al sexo. «Lo que más me impulsaba era la necesidad de ser aceptado por otros. No era la educación ni tener dinero en el bolsillo, nada excepto ser aceptado por una chica».