Murales de Alandia Pantoja llevan 30 años ocultos en galpones
Obras. Nadie da fe del estado en el que se hallan
En 1982, los seis murales fueron desmontados de la sede de los mineros en El Prado para ser llevados a un terreno de la zona de Achumani. Después, fueron depositados en una habitación de San Pedro. Allí se supone que permanecen hace décadas pero nadie puede dar fe de ello. Su peregrinaje ya dura casi tres décadas.
Alandia Pantoja (1914-1975) pintó en 1954 dos murales y cuatro frisos en la sala principal de la ex sede de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). «El edificio de tres pisos, ubicado en la avenida 16 de Julio, era una vivienda particular comprada por los obreros», escribió Lupe Cajías en un artículo publicado en 1991 en el desaparecido periódico Hoy.
El 17 de julio de 1980, los perpetradores del golpe de Luis García Meza tomaron el edificio de los mineros como una forma de castigo y amedrentamiento a ese sector. «A los pocos días el entonces ministro del Interior Luis Arce Gómez anunció la demolición de la sede», escribió Cajías. Entonces hubo un proceso de salvataje de las murales en el que participaron el hijo del pintor, Sergio Alandia y funcionarios de Naciones Unidas y la Federación de mineros.
«Este proceso de salvataje contemplaba —además del retiro de los murales del edificio— su restauración. Pero, no se sabe a ciencia cierta si este trabajo se realizó», comenta hoy a La Razón Carlos Cordero. El analista político y experto cultural ha dedicado 15 años a la investigación de la obra de Alandia Pantoja.
Tras ser desmontados, los murales fueron llevados a un terreno de la zona de Achumani donde se instaló un galpón en el que, teóricamente, se realizarían los trabajos de restauración. Posteriormente las obras habrían sido trasladadas a los depósitos de un inmueble perteneciente a los mineros, ubicado en la zona San Pedro. «Tenemos 10 ó 12 piezas que están en nuestro edificio, a buen recaudo», dijo Severo Luizaga, secretario de activos de la FSTMB.
Sin embargo, Nicolás Fernández, vocero de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), señaló que las piezas se encuentran en unos depósitos de la Aduana. Habrían sido llevados hasta esos galpones ya que existía un proyecto que contemplaba el traslado de los murales a la sede que los mineros tienen en El Alto. Las versiones se contradicen.
HISTÓRICOS. Los murales que Alandia Pantoja pintó en la sede de los mineros ocupaban un total de 34 metros cuadrados. «El mural principal tenía dos figuras centrales que sintetizaban la presencia cotidiana de la muerte y la solidaridad en la vida del minero», describió Lupe Cajías.
Frente a esta obra se hallaba otra que mostraba a las amas de casa convocando a gritos a la lucha y a las masas saliendo a combatir. «En los otros cuatro frisos laterales, Alandia pintó temas de las tesis políticas de los mineros y alegorías a la explotación y a la alianza de los oprimidos», complementó Cajías en su artículo de 1991. «Estos murales, denominados Huelga y Masacre, fueron fragmentados en 13 piezas cuando fueron desmontados de la sede minera», explica Cordero.
Según el investigador, los mineros resguardan las obras con mucho recelo. «En dos oportunidades intenté cotejar las fotografías que tengo con las piezas originales y así saber si las obras están completas y restauradas, pero no me dejaron verlas», relató.
En este peregrinaje, Cordero asegura que halló uno de los murales en el garaje del Fondo Complementario de la FSTMB (entre las calles Landaeta y 20 de Octubre). «En 2003 hice las gestiones para llevarlo al Viceministerio de Culturas».
Durante varios años —señala Cordero— se buscó los fondos para restaurar la pieza. «En 2009 se consiguieron cerca de 80 mil bolivianos para realizar el trabajo». Actualmente, el mural se encuentra todavía en el segundo piso del Palacio Chico. Su restauración aún no ha sido terminada. «Debemos consensuar algunos detalles con el hijo del artista», comentó Estelit Fuentes, técnica del Ministerio de Culturas.