El arte de Mamani Mamani, en EEUU
Artista. Expuso en el Museo del Indio Americano
El artista boliviano Roberto Mamani Mamani no llegó solo a los Estados Unidos. «Los dioses y los achachilas me acompañan», aseguró. Además de sus obras, trajo también la energía de los Andes para compartirla con sus compatriotas bolivianos.
El martes 26 de octubre, el artista de sangre aymara terminó su visita de dos semanas en el país del Norte. Primero estuvo de visita en Washington DC y para el domingo y lunes preparó una exposición relámpago en el Consulado de Bolivia en Nueva York.
Allí aseguró a sus compatriotas que volverá a este país en diciembre para participar de una subasta y, posiblemente, para una nueva y más grande exposición.
Mamani Mamani fue invitado a Washington DC para exponer sus obras en el Museo del Indio Americano del Instituto Smithsonian y fue convocado también por el Consulado boliviano en Nueva York para mostrar su trabajo. El pintor trajo poco más de 20 obras que permitían hacer una retrospectiva de cinco años.
Durante dos días, los pasados domingo y lunes, los muros de la sala de espera, la recepción y los pasillos de la institución boliviana se llenaron con sus obras. Allí, el artista aprovechó para que su trabajo resaltara hasta en su vestimenta: llevaba su arte bordado en un saco negro de lana de alpaca con resplandecientes soles.
El pintor autodidacta nacido en diciembre de 1962, anunció que regresará en diciembre para ser parte de la subasta de una de sus obras. El dinero recaudado irá a favor del Hospital Arco Iris de La Paz, Bolivia. La obra, contó, fue inspirada en tres hermanos que hicieron noticia en Bolivia tras ser víctimas de un incendio.
Con más de 52 exposiciones en su carrera, 44 de ellas en solitario, Mamami Mamani anunció, entre sus planes en Bolivia, que inaugurará este año el primero de tres museos que instalará en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Y vista la situación de sus compatriotas en otros países, expresó que desea realizar una serie de pinturas inspirada en los bolivianos que migran al exterior, pues cada vez que compatriotas bolivianos admiran su trabajo, recuerdan aquello que dejaron atrás. «Uno se siente mensajero, embajador que lleva esto a la gente; esa es la satisfacción de un artista».