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‘La Academia será una experiencia única para hacer música de calidad’

Licenciado en Música, Mauricio Wayar fue admitido como fagotista en la Academia de la Orquesta Filarmónica de Berlín, una de las más importantes instituciones musicales del mundo. Cantante y violinista desde niño, este paceño encontró en el fagot a su compañero de vida. Desde hace 15, de sus 26 años, Wayar interpreta e investiga las posibilidades de los instrumentos de viento andinos. Busca demostrar que éstos pueden ser el nexo entre la música clásica, la popular y la nativa.

– ¿Por qué estudió música;  por qué eligió interpretar el fagot?
-Mi familia es muy musical.  Aprendí algo de violín a los cuatro años y luego incursioné en canto. A mis diez años grabé como solista soprano una pieza de barroco boliviano con la Coral Nova y la Orquesta de Cámara de La Paz, y ahí conocí al fagot, que se llegó a convertir en mi compañero de vida. Me parecía curioso e interesante, un instrumento poco común con un bello sonido, a la vez dulce y chistoso. Hoy en día estoy consciente que tiene muchísimas capacidades expresivas adicionales. Luego ingresé al Conservatorio de Música, bajo la tutela del profesor Boris Vásquez, quien me formó con rigor y entrega.
– ¿Le gusta la música andina?
– Soy un fan de los Kjarkas desde mis 11 años y a esa edad aprendí a tocar quena, zampoña y charango en el grupo folklórico de mi colegio. Tengo una pequeña colección de instrumentos autóctonos y folklóricos y, siempre que se presenta la ocasión, disfruto tocando la quena. Mi tesis de pedagogía instrumental es sobre la tradición de los instrumentos de viento en Bolivia, desde lo clásico hasta lo nativo. Confío en poder contribuir con el desarrollo de la música en el país, aprovechando la existencia de un nexo entre las músicas clásica, popular y originaria para vientos, siendo que la ejecución de todas ellas se rige en principios anatómicos y técnicos similares.
– ¿Cómo llegó a la Orquesta Filarmónica de Berlín?
– Desde muy temprano en mi carrera musical soñaba con tocar en la Orquesta Filarmónica de Berlín.  Gracias a la dedicación de mis profesores Herman Jung y Tobías Pelkner en la Universidad de Detmold pude ser fagotista practicante en las orquestas de Detmold y Gotinga y reemplazante en la Filarmónica de Hamburgo.  Cuando buscaba un nuevo trabajo, me topé con la convocatoria de la Academia de la Orquesta Filarmónica de Berlín y me animé a audicionar junto con mi novia.
La Academia va a ser una experiencia única para hacer música de altísima calidad creando un gran sonido orquestal. Están previstos proyectos de música de cámara dirigidos por el director Simon Rattle, clases magistrales con el primer fagotista y participaciones en la mismísima Orquesta Filarmónica de Berlín.
– ¿Qué aconseja a los músicos jóvenes del país?
– Muchos jóvenes músicos bolivianos tienen un gran potencial y talento. Mi consejo es que nunca dejen que se les apague esa chispa de artistas. Deben crecer musicalmente sin caer en el conformismo ni el comportamiento mezquino.  Para alcanzar niveles internacionales se necesita mucho trabajo, varias horas diarias para estudiar  y planificar cuidadosamente el futuro.  Hagan música de cámara y conjunto, escuchándose y escuchado a sus maestros. Existen notables músicos en Bolivia que pueden ayudar a los jóvenes en la búsqueda de la excelencia.
– ¿Cómo ve el futuro de la música en Bolivia?
Observo con mucho entusiasmo el desarrollo de la música en Bolivia. Por ejemplo, la interpretación de nuestros sicus y tarkas se ha masificado hasta en los colegios más elitistas. Las herramientas musicales que forman parte de la cultura occidental ahora se aprovechan en el contexto de la música boliviana. También se facilita el aprendizaje musical. Existen métodos autodidactas de quena, zampoña e incluso violín. Aumenta el número de las academias privadas, de orquestas juveniles, bandas y conjuntos de música popular que están interpretando una gran variedad de géneros.  Además, se están creando carreras de música a nivel de licenciatura, en un intento por colocar al músico profesional dentro del marco de respeto y prestigio internacional que merece.
Considero necesaria la creación de un nuevo sistema de formación musical, tanto integral como profesional, donde el Estado consolide un marco reglamentario para las instituciones encargadas de este tipo de educación, que estén debidamente financiadas y contando con la ayuda de docentes dentro de los programas bilaterales con los países amigos de Bolivia como Venezuela, Japón, Cuba y otros. Pienso que la amistosa cooperación entre todas las instituciones formadoras de músicos en Bolivia es vital.