La Revista

Friday 26 Apr 2024 | Actualizado a 18:37 PM

Un cura baila en el Carnaval

Experiencia. El padre Marco Ocaña baila wititis, una danza guerrera aymara

Por La Razón

/ 1 de marzo de 2011 / 05:00

Hace tres años, el padre Marco Antonio Ocaña Guzmán se ordenó como sacerdote y desde entonces se hizo cargo de la iglesia Santiago Apóstol de Huayllamarka, en la provincia Nor Carangas de Oruro. Esto no le impidió formar parte del conjunto autóctono Wititis, una danza guerrera originaria de La Paz que representa al sol como una deidad.

El sacerdote extrae la máscara de una bolsa y muestra los detalles; lo que más se destacan son los ojos saltones, la amplia sonrisa, la nariz aguileña y tres cuernos largos. «Ésta es nuestra máscara», muestra como un verdadero devoto.

El padre Ocaña participa en todas las actividades preparativas para la entrada del Carnaval. «No es una entrada carnavalera, es una peregrinación hecha danza de nuestra gente que va hasta la casa de Dios, de nuestra mamita María para descubrir a Dios en su vida, para orar, para hacer presente sus súplicas».

La palabra carnaval tiene su origen en «carnem levare» (literalmente: «la carne levantar» o quitar la carne) se abrevió en «carnelevare», se alteró en «carnelevale», pasó del latín al italiano (alterado de nuevo) como «carnevale» y de allí la recibió el español como «carnaval», que lingüísticamente es el anuncio de ayunos y abstinencias próximas.

El concepto de carne, uno de los componentes del vocablo carnaval, suele interpretarse como indicador de excesos y esto resulta muy natural si se toma en cuenta que a través del tiempo hubo una coincidencia de fechas entre las «saturnales romanas» (rituales que tenían mucho de religiosidad y también de paganismo) y las festividades cristianas. Por todo eso, esa fiesta tomó el cariz de desenfreno que caracteriza al Carnaval en todas las regiones del mundo donde se celebra esta fiesta.

Pero el padre Ocaña afirma que la diferencia entre la entrada del Carnaval de Oruro con las del resto del mundo es el espíritu religioso que implica toda la preparación y la entrada en sí misma. «Muchas veces descubrimos que se habla de que el Carnaval es borrachera, es muchas otras cosas, pero nos olvidamos de lo fundamental, que es una entrada devocional y, para mí, como sacerdote, me invita a vivir, a ir a esos nuevos lugares donde hay que anunciar la Palabra».

Más sacerdotes. Hace cinco años que el padre Ocaña  participa en la entrada del Carnaval de Oruro, aunque un año no pudo bailar. Se inició como danzarín en la fraternidad T’inkus Jairas junto al padre Javier Miranda, un sacerdote castrense, quien también participó en ese grupo cuando estaba en la parroquia de San Pablo. Hoy presta servicios en Santa Cruz.
«Sé que hay otros sacerdotes que bailan o que han bailado, por ejemplo, había un padre que desde Chile venía a bailar, él decía vengo, bailo y oro por mi parroquia, por mis feligreses, para que haya salud y paz».

Ocaña recuerda que otro sacerdote que también bailó en la entrada orureña es Salvador Cuevas, quien fue fraterno de la morenada Ferrari. «No sé si este año bailará, pero el año pasado lo hizo». Otro sacerdote que participó fue el padre Jairo (no recuerda el apellido) en la danza pujllay.

Pero quien marcó la historia misma de los sacerdotes bailarines en el Carnaval de Oruro fue el padre Doménico Sartori, conocido como «padre Nico», quien integró la Fraternidad Artística y Cultural la Diablada.

Un artículo publicado por el periódico La Patria de Oruro, el 2006, relata la participación de Sartori.  «Perdiendo el miedo al qué dirán, disfrazándose de ‘la muerte’, porque significa el fin de algo, la paz, y el principio de una nueva vida. Nico Sartori asegura que ‘la representación de la muerte significa el fin de un algo, porque existe la figura del ángel que significa la paz y el mal está representado en el diablo y se me ocurrió hacer que participe la muerte, de manera muy personal’».

Era la primera vez que un sacerdote católico bailaba con su sotana negra y una guadaña en la mano, con la cara al descubierto en medio de los diablos, diablesas y otros personajes típicos de esta danza.

En otro artículo de ese mismo diario, publicado en enero del 2010, se señala que «aunque recibió críticas de algún sector del clero, por cuatro años el padre Nico bailó en el Carnaval; primero en las celebraciones del Centenario de la Diablada Auténtica y después en la Fraternidad Artística y Cultural la Diablada».

El 2008, el padre Sartori partió a Argentina. El municipio de Oruro le nombró Hijo Predilecto de Oruro y mientras el tren partía, la banda de la Policía tocaba los acordes vibrantes de la tradicional diablada.

Hace tres años que el padre Ocaña es fraterno del conjunto autóctono Wititis y en tal condición participa en todas las actividades concernientes a la entrada, desde el momento mismo de la preparación que se inicia en noviembre, después de la fiesta de Todos los Santos cuando se efectúa el primer convite.

Luego siguen los ensayos y la peregrinación con las cuatro réplicas de la Virgen del Socavón por las diferentes iglesias de la ciudad de Oruro.

Los viernes se realizan las veladas a la Virgen, los fraternos se reúnen y oran, ahí el padre Marco aprovecha para «reflexionar sobre la Palabra». «Las veladas, los ensayos ayudan al crecimiento espiritual de las personas, ver desde afuera es una cosa y acompañar a una fraternidad, a un grupo, a un conjunto es otra, porque se descubre que quiero expresar mi fe a través de una peregrinación, descubrir a Dios en mi vida».

La transformación. El padre Ocaña saca su indumentaria de wititi, «¿quieren verme con el traje?», pregunta y después de unos minutos reaparece con un pantalón y una especie de camisa hechos con bayeta de la tierra. Se acerca al altar y de rodillas frente a la Virgen del Socavón menciona que en el primer convite de la entrada del Carnaval renovará su promesa y deberá bailar tres años más.

«Esto es más que verlo, hay que vivirlo, llegas cansado, has bailado, llegas al santuario entras de rodillas y comienzan a orar, a encomendar a mi parroquia, a las personas que te dicen: Padre ore por mí o veo que necesitan ayuda en su vida, en su caminar, son muchas cosas fundidas en esto que parece tan sencillo».

Pero no sólo su devoción por la Virgen del Socavón le impulsa a participar en la entrada, sino su pasión por el baile.

«A mí me gusta la danza como buen orureño, me encanta»  y aunque él dice sentirse orureño, en realidad nació en Telamayu, Potosí. Fue culpa del destino que provocó que su madre diera a luz en esa localidad, hace 34 años, cuando acompañaba a su padre, un ingeniero metalúrgico de Oruro. Después de muchas explicaciones más, el sacerdote sorprende al preguntar y «¿ustedes, no se animan a bailar para nuestra Mamita?».

El wititis es una danza que no pierde su origen aymara

Aunque no se conoce su origen exacto, el wititis es una danza guerrera aymara, afirma el padre  Marco Ocaña, quien asegura que hay una serie de leyendas que se tejen en torno a ella y que, pese a los años que pasan, mantiene su origen ancestral.

«Es una deidad que representa al guerrero, al hijo del sol», indica. De hecho, la figura principal es el lazo, que ostensiblemente muestran los wititis, la careta que llevan pareciera un sol con facciones muy exageradas, como la nariz y la sonrisa amplia y los tres cuernos.

Durante la danza, avanzan en formación, primero los mallkus, luego los wititis, las señoritas y los músicos. Los wititis alzan en alto las sogas mientras avanzan tres pasos y retroceden dos. En tanto, los mallkus, simulando estar en pleno vuelo, vuelven hacia atrás, por el interior, y hacen una reverencia, rodilla en tierra, a los wititis, tras lo cual giran hacia el exterior y retornan a la cabeza del desfile. Las señoritas ejecutan una danza lenta y agitan un pañuelo.

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Un asunto oscuro

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años

Por La Razón

/ 25 de abril de 2024 / 06:59

La todavía incipiente industria del litio en Bolivia no puede salir de las sombras. Al violento arresto del exministro de Minería y exresponsable de la planta en la región de Lípez en Potosí, Luis Alberto Echazú, se ha sumado, ayer, la muerte del exgerente ejecutivo de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). El tema se ha politizado y, ahora, judicializado, pero del negocio no hay más que promesas.

Los contornos del caso, la actuación presuntamente arbitraria e irregular de la Fiscalía el lunes, según denuncia del abogado de Echazú, así como las declaraciones de jerarcas y portavoces del ala evista del MAS, hacen pensar en intereses políticos ligados a la sorda pelea por el poder en el partido gobernante antes que en aquellos ligados al efectivo despegue de la industria del litio en el país. El intercambio de acusaciones, con y sin fundamento, en nada ayuda a reactivar el proyecto.

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El tono y el contenido de una “carta abierta” firmada por el exgerente de YLB, Juan Carlos Montenegro, otro de los imputados, antes de morir (incluyendo una última línea en la que pide perdón a sus seres queridos por el “dolor” que les causará “esta mi decisión”), hace pensar en que detrás de la acusación hecha el jueves de la semana pasada por la actual gerente del proyecto y el procurador del Estado, además de la sorprendentemente rápida actuación del Ministerio Público, hay mucho más que la búsqueda de justicia o de castigo a la corrupción.

Según la presidenta ejecutiva de YLB, la acusación fue fruto de una investigación técnica realizada a lo largo de dos años, asunto del cual ni ella ni su antecesor habían dicho nada anteriormente. Al ser conducido a celdas policiales, el exministro, ahora en detención domiciliaria, afirmó que “el Gobierno quiere ocultar tres años y medio” de parálisis en el que debería ser el proyecto más importante del Estado Plurinacional en los últimos años.

Coincidiendo con la denuncia de YLB contra exfuncionarios de la institución, el mismo día, el Presidente del Estado acusó a “potencias mundiales” y un “país vecino” de pretender controlar los recursos naturales del país, especialmente el litio, bloqueando las exportaciones y excluyendo a Bolivia en procesos estratégicos de comunicación. A la luz de lo sucedido en los últimos años, es evidente que el principal obstáculo está en el Estado y no fuera de las fronteras.

Mientras Chile se abre a las inversiones de riesgo compartido y se propone recuperar el sitial de primer exportador de litio en el mundo en los próximos dos años, y el presidente de Argentina busca entregar las reservas de su país a las transnacionales del sector, Bolivia todavía no ha mostrado cuál es su estrategia de industrialización y comercialización del preciado mineral, al extremo que ni siquiera ha transparentado los acuerdos (no contratos) que tiene con empresas chinas y rusas. Así, es imposible tener optimismo en el futuro del litio.

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Ley ‘antihombres’

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta.

Por La Razón

/ 21 de abril de 2024 / 00:27

La penosa declaración del presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, en sentido de que la Ley 348 es una ley “antihombres” (sic), puso en agenda la cuestión irresuelta de la violencia contra las mujeres. Rodríguez recibió fuertes críticas, pero también adhesiones. Lo preocupante es que fomenta a grupos antiderechos y pone en riesgo una norma que protege a las mujeres.

 La ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia (Ley 348) fue promulgada por el presidente Morales en marzo de 2013. Su objeto es establecer mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención, protección y reparación a las mujeres en situación de violencia, así como la persecución y sanción a los agresores. Se trata de una ley avanzada, resultado de muchos años de lucha de las mujeres por sus derechos en una sociedad patriarcal y machista como la boliviana.

En 11 años de vigencia, la Ley 348 permitió el registro de centenas de miles de denuncias de violencia contra mujeres en el país. Según datos del Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer, el año pasado hubo casi 52.000 denuncias. Los casos de violencia familiar o doméstica, que son la mayoría, se incrementaron en 193% entre 2013 y 2023. Cada día, en promedio, hay 142 denuncias de violencia contra mujeres, 30 agresiones sexuales, 104 embarazos de niñas y adolescentes. En 2023 se registraron 81 feminicidios.

Los datos son innegables y terribles: la violencia contra las mujeres, lejos de disminuir, persiste e incluso aumenta. Por ello son deplorables afirmaciones tan ligeras como que la Ley 348 es una “ley antihombres” o, peor, que “la violencia no tiene género”. Si bien existen acusaciones falsas contra hombres, e incluso detenciones arbitrarias presumiendo culpabilidad, ello no atenúa ni menos niega la abrumadora evidencia de que las mujeres son las victimas sistemáticas de actos de violencia en todas sus formas.

En su capítulo de derechos fundamentales, la Constitución señala con claridad que “todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual y psicológica”. Y establece que el Estado tiene la obligación de adoptar las medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género.

Con ese mandato constitucional, la Ley 348 define mecanismos para proteger a las mujeres. Y traza la ruta para la denuncia, persecución y sanción penal de los agresores.

Es evidente que se requiere una reforma normativa y hay valiosas propuestas para el efecto. Pero sobre todo fallan los operadores del sistema judicial. Claro que debe evitarse que haya hombres inocentes en prisión, pero sobre todo que los feminicidas y violentos estén libres. Las polémicas palabras del presidente del Senado tendrían que servir para debatir el tema, mejorar la ley, garantizar en serio para las mujeres una vida libre de violencia y frenar las muy peligrosas campañas antiderechos.

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Un vecino conflictivo

El gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo

Por La Razón

/ 18 de abril de 2024 / 07:06

Días atrás, la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, informó que había decidido reforzar la seguridad en la frontera con Bolivia debido a la supuesta presencia de cientos de militares iraníes en el país. La respuesta de la Cancillería boliviana fue tan rápida como mesurada, en evidente contraste con el tono que está adoptando el gobierno de Javier Milei.

Desde el inicio, la presidencia de Javier Milei ha sido notable no solo por sus políticas internas de shock, sino también por su manejo de las relaciones internacionales, especialmente con países latinoamericanos de gobiernos considerados izquierdistas. Sus controversiales interacciones con líderes regionales han generado un amplio debate sobre las estrategias diplomáticas y sus implicaciones tanto a nivel regional como doméstico.

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Primero, el intercambio de insultos con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, provocó una rápida escalada de tensiones que afortunadamente no pasaron a más. Milei respondió a las críticas de López Obrador, quien había tildado a Milei de “facho conservador”, con términos igualmente duros, exacerbando las fricciones bilaterales. Este tipo de diplomacia de confrontación no solo socava las relaciones tradicionalmente cordiales entre Argentina y México, sino que también plantea preguntas sobre la estabilidad regional.

Por otra parte, las relaciones con Colombia se tensaron significativamente después de que Milei llamara al presidente Gustavo Petro «comunista asesino». Esta declaración provocó una pronta respuesta diplomática de Colombia, incluyendo el llamado de su embajador en Buenos Aires, lo cual subraya la seriedad del conflicto y el impacto en las relaciones diplomáticas; por ahora las relaciones entre ambos países están normalizándose y los respectivos embajadores han regresado a sus funciones.

Asimismo, la afirmación de la ministra Bullrich sobre la presunta presencia de militares iraníes en Bolivia añadió más leña al fuego, mostrando una tendencia hacia declaraciones provocativas que pueden tener serias repercusiones diplomáticas y de seguridad. Algo similar había ocurrido poco antes, cuando el presidente Milei afirmó que el gobierno de Chile iba a llevar a ese país a la pobreza por adoptar políticas socialistas. En ambos casos la respuesta fue pronta, mesurada y contundente.

En el frente interno, estas controversias internacionales parecen servir como una cortina de humo para desviar la atención de los problemas económicos graves que enfrenta Argentina, como la inflación y el estancamiento económico. Al centrarse en conflictos externos, el gobierno de Milei podría estar buscando consolidar su base política mediante el nacionalismo y el anti-izquierdismo, mientras posterga o minimiza la discusión sobre la necesidad de reformas económicas internas profundas.

Es posible que las tácticas de confrontación de Milei tengan un atractivo político inmediato entre ciertos sectores en Argentina que le son afines, pero los riesgos asociados a alienar a países vecinos y potenciales socios comerciales son altos, especialmente en el mediano y largo plazos, cuando el polémico mandatario ya no esté en funciones.

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Los medios en cuestión

Por La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 00:20

El reciente estudio Delphi de la Fundación Friedrich Ebert (FES-Bolivia), realizado con líderes de todo el país, revela datos delicados respecto a los medios de comunicación y su desempeño. Además de una baja confianza, se percibe a los medios como promotores del conflicto y como actores políticos que informan en función a su agenda e intereses. La evaluación es crítica.

Hubo un tiempo en que los medios de comunicación y periodistas, en general, estaban en la cima de la confianza ciudadana. Junto con la Iglesia Católica, tenían muy alta legitimidad. Hoy es diferente: en la Delphi de la FES, solo el 7% tiene una confianza alta o muy alta en los medios. Para el 39% es regular. Y un mayoritario 54% confía poco o nada. Estos datos debieran preocuparnos. Si bien estamos mejor que otras entidades, la confianza es un bien preciado que los medios debemos recuperar y preservar.

En un contexto en que los medios digitales y las redes sociales tienden a desplazar a los medios de comunicación tradicionales como principal fuente de información, es necesario hacer un examen acerca de nuestro desempeño. ¿Cómo nos evalúan los líderes? Más de dos tercios, nada menos, sostienen que los medios informan en función a su propia agenda e intereses. Si sumamos el 13,5% que nos perciben como manipuladores, el saldo es muy negativo. Solo un marginal 7% cree que los medios informan con veracidad.

La baja confianza en los medios y la percepción de que informan más pensando en ellos mismos que en la sociedad, quizás se explican, entre otros factores, porque varios operadores mediáticos están polarizados y alientan la polarización. Lo vimos como tragedia en la crisis de 2019, cuando algunos medios y periodistas avalaron y hasta justificaron las masacres. Ello se reafirma en la Delphi: 86% de los líderes consultados sostienen que los medios promueven enfrentamientos y conflictos en el país.

Por si fuera poco, en estas percepciones reveladoras de la situación del campo mediático en Bolivia, casi nueve de cada 10 participantes en el estudio de la FES están de acuerdo con la afirmación de que los medios actúan como si fuesen actores políticos. Es tremendo. Para los liderazgos, la esencia de los medios se está perdiendo. En su balance, varios medios y periodistas están más cerca de la acción política que de la labor informativa. Eso, por supuesto, va en desmedro del periodismo.

Los estudios de percepción cualitativa y de opinión pública expresan tendencias generales en momentos determinados. Son útiles para la reflexión y el análisis. Y contribuyen a la autocrítica. Pero hay diferencias. Más allá de las percepciones aquí descritas, es meritorio el trabajo de medios que persisten en el empeño de cuidar y cultivar cada día los derechos a la comunicación e información. Como diario nos situamos en ese camino reafirmando nuestro compromiso con el libre ejercicio del oficio periodístico.

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Un impasse inédito

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales

Por La Razón

/ 11 de abril de 2024 / 06:33

Aunque se afirma que no es la primera vez que ocurre en la historia reciente, lo sucedido en Quito la noche del viernes al sábado, cuando la Policía irrumpió en la Embajada de México ante Ecuador, representa mucho más que un escándalo diplomático y ha puesto al país andino en un impasse del cual será muy difícil salir, mucho más debido a la hasta ahora arrogante posición de su gobierno.

El conflicto diplomático entre México y Ecuador, cuyo antecedente inmediato fue la declaración de persona no grata a la embajadora mexicana, que luego dio paso al secuestro y encarcelamiento del exvicepresidente Jorge Glas, que acababa de recibir el estatus de refugiado político (pese a haber sido condenado por delitos comunes años atrás), ha escalado hasta alcanzar los estrados de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde México ha presentado una demanda buscando justicia y el respeto a las normas internacionales.

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La decisión de México de acudir a la CIJ y la convocatoria a sesiones extraordinarias de la Organización de Estados Americanos (OEA) los días martes y miércoles reflejan la gravedad de la situación y la necesidad de un marco de acción que respete los principios fundamentales de la diplomacia y el derecho internacional. Estos foros ofrecen una oportunidad invaluable para abordar el conflicto de manera constructiva, poniendo en primer plano la necesidad de soluciones pacíficas y el diálogo basado en el respeto mutuo, razón por la cual la demanda ecuatoriana de revisar los tratados internacionales es poco prudente.

En estas circunstancias, la comunidad internacional, así como los organismos regionales y multilaterales, deben actuar como mediadores para facilitar una resolución que respete las normas internacionales y promueva la estabilidad regional. Según expertos en la materia, la mediación debe enfocarse en la reconciliación y buscar una solución que permita a ambas partes superar el impasse, manteniendo la integridad de los tratados internacionales como guía.

Este conflicto sirve para poner en relieve la importancia de adherirse a los principios del derecho internacional no solo como un fin en sí mismo, sino como un medio para asegurar la paz, la seguridad y el respeto entre las naciones. La resolución de este caso podría sentar un precedente importante para el manejo de futuras disputas diplomáticas y reafirmar el valor de las convenciones internacionales como pilares de las relaciones entre Estados.

El camino hacia la resolución de este conflicto debe estar pavimentado con el respeto a las leyes internacionales y el compromiso con el diálogo y la negociación. Es imperativo que México y Ecuador, con el apoyo de la comunidad internacional y organismos como la OEA, encuentren una salida basada en el entendimiento mutuo y el respeto a los tratados que han guiado las relaciones diplomáticas durante décadas. Este enfoque no solo resolverá el impasse actual de manera justa, sino que también fortalecerá el sistema internacional basado en reglas, crucial para la coexistencia pacífica entre naciones.

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