‘Si las canciones gustan es porque hacen falta’
Kevin Johansen - El músico y su banda, The Nada, se presentarán el 19 de agosto en el teatro Calvert y el 20 en el Municipal, ambos días a las 19.30. Los precios de las entradas serán, para la primera noche, 250, 200 y 100 bolivianos, y para la segunda, 160, 70 y 50. Reservas al 2774355.
— Empieza en la música con el grupo Instrucción Cívica y llega a grabar dos álbumes. ¿Cómo es esa primera etapa musical de Kevin Johansen?
— Es una etapa muy linda; la inseguridad de la juventud, las primeras experiencias, viajar por la Patagonia, ir a Perú… fue una temporada bastante fuerte, y un poco a los tumbos, aprendiendo, grabando, viviendo, tocando, compartiendo con Sumo, David Lebon o los Enanitos Verdes…
— En los 90 se va a Nueva York, ¿es justo decir que esto marca el nuevo rumbo de su carrera?
— Tuve la gran fortuna de caer en Nueva York, con la intención de seguir haciendo música, pero también con una intención más profunda de reconexión, ya que yo había pasado mi infancia en EEUU hasta los 11 años… Y fue muy bueno, tuve la oportunidad de encontrar en el CBGB’s Club un lugar donde tocar, y ahí el dueño me escuchó y enseguida me ofreció seguir tocando, foguearme, grabar… Ahí hice mis primeras armas, tocar todas la semanas frente a un público… Entonces, fue algo muy positivo para mí.
— ¿Cómo surge el grupo The Nada?
— Más que el grupo, diría que es el disco, con un concepto que me gustó, y justo me encontré en CBGB’s con grandes músicos de todas partes, como uno encuentra en Nueva York. Un árabe era el baterista, un entrerriano era el guitarrista eléctrico, el trompetista era cubano… un crisol de músicos talentosos. Y The Nada me gustó porque me parecía que había un juego de palabras bilingüe, un doble sentido, y bueno, ya llevamos más de 10 años tocando.
— ¿Le sorprendió el éxito que alcanzaron los discos de The Nada?
— La verdad es que yo creo que fue una cosa muy, como yo digo, paulatinamente popular y fue creciendo cual enredadera en la pared, y creo que las canciones fueron haciendo su trabajo. Lo que más me llama la atención es que las mismas canciones han pegado en varios países, desde Guacamole, Sur o no Sur o Anoche soñé contigo, las piden en todos lados, hasta en Brasil, y eso es muy lindo porque te das cuenta de que si gustaron es porque hacían falta.
— ¿Cuándo y cómo nace la idea de actuar junto con Liniers?
— Con él primero hubo algo muy lindo: amistad. Fue natural, él estaba escuchando un programa de radio, le gustaron las canciones y luego intercambiamos algunos mails; le habré invitado un asado, él a mí otro, y hubo onda. Años después, él hizo los afiches para algunas presentaciones, luego algún dibujo mientras tocábamos, hasta que poco a poco se fue subiendo al escenario y ahora hace dibujos o murales mientras tocamos.
— ¿Qué pasa con los dibujos de Liniers al fin del concierto?
— Los dibujos se convierten en avioncitos de papel y los lanzamos al público, de modo que varios paceños se llevarán obras de Liniers, además de escuchar la música.