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‘Blackthorn’ recupera las claves del western clásico

El cineasta admite que hay una atmósfera similar entre su obra y Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969) y otros clásicos, y añade: «No pretendo contar nada nuevo, sino una historia, con sus particularidades, de un tipo de cine que me gusta y que ahora extraño».

Gil se inspira en los filmes de las décadas de 1960 y 1970 para contar el caso de Blackthorn, la hipotética última aventura de un Butch Cassidy viejo pero vivo, 12 años después de su supuesta muerte en el poblado potosino de San Vicente. Lo que coincide con teorías de historiadores que dicen que Cassidy y Kid no fallecieron aquel 1908.

Como complemento, el coproductor del filme, Paolo Agazzi, recordó ayer que, cuando iniciaron la filmación, él recibió la llamada de un beniano que aseguraba ser el nieto de Sundance Kid.  

Tras la presentación de la película a los medios bolivianos, en la Cinemateca, el director, Agazzi, el actor boliviano Cristian Mercado y el coordinador de arte César Morón ofrecieron una conferencia de prensa en la que compartieron anécdotas.

Pese a las dificultades del rodaje —un presupuesto ajustado, locaciones muy alejadas—, Gil destacó el trabajo en el país. Para el cineasta, Bolivia ofrece miles de locaciones ideales para el género. Escenarios que se vio obligado a ignorar por cuestiones de logística.

«Ésta es la película que más me hizo sufrir en toda mi carrera», confiesa Morón, quien trabajó en También la lluvia. «Pese a que hay mucho paisaje en la cinta —el altiplano, el Salar de Uyuni, los Yungas— cada uno exigía adecuaciones. Construimos una cabaña de la nada, muelles, habitaciones de hotel, bancos y cantinas de la época».

Para lograrlo, el equipo investigó en literatura y fotografías de la época a fin de recrear las imágenes del Potosí de antaño. Asimismo, se dedicó a ver filmes clásicos para imprimir a la cinta el aire del western de los años 60 y 70. «No quisimos contaminarnos mucho, pero ver esas películas, recomendadas por Mateo Gil, nos ayudaron a enfocar nuestro trabajo».

Blackthorn es una coproducción entre España, Francia y Bolivia. Agazzi fue contactado por el productor español Ibón Cormenzana, con quien entabló amistad en festivales de cine. «Muchas de las coproducciones surgen de este modo.

Conoces a alguien y después acuden a ti o tú a ellos cuando los necesitas, y espero que la experiencia se repita», dice. La película se ha hecho esperar en Bolivia. Una falla en el transporte aéreo retrasó el estreno que, finalmente, se materializará el jueves en varias salas del país.

Datos del estreno en Bolivia

-La película se proyectará d en La Paz en el Multicine, en la Cinemateca Boliviana y el MegaCenter.

-‘Blackthorn’ llegará también a los cines Center de Cochabamba y Santa Cruz y al Cine Universal de Potosí.

Un hombre entre ambos lados de la ley
Jorge Soruco Ruiz

Eternos paisajes desolados, escenas de violencia rápida y salvaje y un personaje con sólidos principios morales que se enfrenta a enemigos en ambos lados de la ley. Con esta receta básica e inherente a todo western, Mateo Gil ofrece una película con fuerte sabor a nostalgia y un logrado acabado.

La trama es simple: un Butch Cassidy envejecido (Sam Shepard) busca regresar a su país 12 años después de su supuesta muerte. Pero, por mala suerte, su destino se cruza con el de un aspirante a bandido (Eduardo Noriega), que le obliga a revivir sus épocas de ladrón, pero siempre manteniendo los principios que le hicieron legendario.

El protagonista de la cinta no es un criminal de gatillo fácil. Tampoco es un inmaculado «sombrero blanco». Blackthorn sabe que es un ladrón, pero elige bien a sus víctimas.

De esta forma, más que una cinta de acción donde las balas hablan más que los personajes, Blackthorn lleva al público por el viaje de un hombre, mientras que atraviesa una Bolivia a la vez familiar y nueva. De esta forma, Blackthorn se perfila como un gran clásico del western, dirigido a los amantes de un género que, pese a todo, respira.

Jorge Soruco
es periodista.