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Murió Solano López, dibujante de ‘El Eternauta’

Solano López, cuyos restos no serán velados, ganó popularidad como dibujante del cómic creado por Héctor Germán Oesterheld, que narra las aventuras y desventuras de Juan Salvo, viajero del tiempo que trata de salvar a su familia de una tragedia inminente.

Los familiares del ilustrador, nacido en 1928 en Buenos Aires, indicaron que el cuerpo será incinerado y las cenizas serán depositadas en el cementerio de Recoleta.  Solano López inició sus primeros pasos en 1953, cuando ingresó a la editorial Columba, dos años antes de que se creara la dupla con Oesterheld para la serie Bull Rocket de la revista Misterix.

Más tarde, Solano se incorporó a la editorial Frontera, de Oesterheld, con quien trabajó en varios cómics, entre ellos El Eternauta. Realizada en dos años, de 1957 a 1959, la historia es una crítica contra el individualismo social, un canto a favor de la unión de los hombres para contrarrestar el avance de sistemas antidemocráticos.

«Oesterheld decía que El Eternauta era su versión de Robinson Crusoe. El grupo humano del cómic son unos náufragos que se encuentran rodeados por la muerte, mientras que Crusoe estaba rodeado por el océano Pacífico.

Ambos luchaban por sobrevivir echando mano de lo que tenían a su alrededor», recordó el dibujante argentino en una entrevista con EFE realizada en abril de este año.

Las pulsiones de ‘Deseo’ con Vidanza
Miguel Vargas Saldías

Desde su posición fetal —con convulsiones, estiramientos y espasmos— va descubriendo de a poco sus brazos, sus caderas, sus piernas… sus motivaciones. Es así que nace el deseo. El espectáculo propuesto por la coreógrafa Sylvia Fernández Sánchez, con la compañía Vidanza, renacerá esta noche. Esta vez será en el Teatro Michael Donahue del Colegio Calvert, a las 20.00.

Se trata de una propuesta de danza contemporánea que busca explorar en las diferentes facetas del deseo, tanto desde la parte sexual hasta el ímpetu de los sentidos enfrentados a la necesidad y al disfrute de comer, oler, tocar…

Cada bailarín —aprovechando sus particularidades, tanto fisonómicas como técnicas— ofrece un espectáculo de muy fácil comprensión, como para todo tipo de público.

El punto alto llega con el encuentro entre los bailarines Truddy Murillo y Fabricio Ferrufino, quienes dialogan con sus cuerpos, casi en un arrullo, sobre la espera de un bebé. Murillo está embarazada.

La parte audiovisual muestra que aún no ha sido dominada, pues en el espectáculo implica redundancia más que interacción con la danza. La coreografía muestra, más clara y menos didáctica, por ejemplo, cómo afectan —y se derriban— los muros de incomprensión y los prejuicios.

Miguel Vargas Saldías
es periodista.