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Sunday 12 May 2024 | Actualizado a 02:34 AM

Patricia Janiot se confiesa con La Razón

‘Miedo sí tuve, lo que no tengo es vergüenza de enfrentarme’

Por La Razón

/ 28 de agosto de 2011 / 05:00

— ¿Qué significa ser Patricia Janiot de CNN?

— Se siente una responsabilidad muy grande, porque nuestro trabajo es muy visible y tiene repercusión en todo un continente. A veces nos toca ser portadores de malas noticias que tienen que ver con la reputación de funcionarios públicos. Nos tomamos muy en serio este trabajo y espero que estemos contribuyendo a la democratización de la información en la región, a que los políticos recobren las virtudes de la buena política y a fiscalizar un poco la labor de los funcionarios públicos.

— ¿Qué sintió cuando la aceptaron en CNN después de un incesante casting?

— (Sonríe) Yo diría que fue un proceso muy largo, de mucha espera, pues había muchas aspirantes. Yo también decía que era como comparar el proceso con un certamen de belleza, fue una angustia que se prolongó por bastante tiempo.

— ¿Siempre estuvo convencida de que lo iba lograr?

— Fue un sueño hecho realidad. Uno de mis mayores objetivos en la vida era entrar a un canal de televisión que sea visto en mi país; para ese momento, yo ya había salido de Colombia hacía dos años. Para un periodista, es llegar a las grandes ligas.

— Usted es la prueba de que las bonitas no son tontas, ¿su belleza le ayudó a abrirse puertas en la comunicación? ¿No quiso aprovechar el título de exreina de belleza en Colombia?

— Nunca me fié de mi imagen para alcanzar mi objetivo en mi profesión. Al contrario, eso fue para mí un desafío para demostrar que yo estaba donde estaba porque era una buena periodista y tuve que trabajar mucho más duro para ganarme la credibilidad y que la gente me creyera. Incluso, al principio me arreglaba mal para que la gente no me viera como una exreina de belleza, sino como una periodista. Para eso me había preparado, para eso había estudiado, me había concentrado en esa meta. Finalmente lo logré y se dieron las cosas como yo no las había planeado, se dieron muy fáciles.

— ¿Siempre quiso ser periodista o fue una casualidad?

— Durante el reinado tuve la oportunidad  de trabajar en televisión porque me desempeñaba bien frente al micrófono y yo dije: «Pues bien, si este va a ser mi rumbo y destino, voy a prepararme». En aquella época, en mi país se necesitaba una licencia de locución para trabajar en televisión, lo que me obligó a tomarlo. El curso era como una mini carrera de periodismo y descubrí un mundo de posibilidades para mí, que si me iba bien me inscribiría en la facultad de periodismo y me metería de lleno en esta materia y no me arrepiento para nada, es más, creo que fue una de mis mejores decisiones.

— ¿Es cierto que una blusa le permitió entrevistar a Fidel Castro?

— No sé si fue gracias a la blusa, que era de un color muy vivo, yo me movía en el salón de prensa donde él estaba dando su conferencia, y me movía de esquina a esquina para llamar su atención, fue algo así como un plan estratégico. Al final de la rueda de prensa, cuando yo me le acerqué, me dijo: «Tú eras la que estaba al fondo, ¿qué era lo que pasaba?». Y eso me ayudó a que él se concentrara por unos buenos minutos conmigo en una entrevista, en medio de un enjambre de periodistas. Esa fue mi primera charla con Fidel Castro, que era algo muy difícil de conseguir.

— Sus preguntas presionan y a veces acorralan a los mandatarios. ¿Qué pasa? ¿Acaso ellos no tienen la respuesta correcta o quizá usted tiene una pregunta letal?

— No sé, yo creo que hago preguntas que se hace el ciudadano común y corriente en medio de una coyuntura, son preguntas lógicas que se hace la ciudadanía en determinados momentos. Yo creo que en nuestra región hay mucha prensa palaciega, mucha prensa amiga y, de repente, los presidentes no le abren la puerta a periodistas críticos que cuestionan y de pronto cuando se enfrentan a nosotros, los canales internacionales, no están acostumbrados a recibir preguntas tan directas y en estos formatos que son tan rápidos, tan al grano. Pero yo creo que cada vez más, los presidentes, los gobernantes y los funcionarios públicos entienden que la prensa está ahí para fiscalizarlos y que ellos están ahí para responder por sus actos, para hacerse responsables de lo que sale mal y de lo que sale bien. Nosotros, como buenos periodistas, estamos siempre a la caza de lo que se hizo mal para ver quién es el culpable.

— ¿Cómo se sintió cuando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, le dijo que faltó a la verdad?

— Esto fue en una rueda de prensa en Venezuela durante un proceso electoral. El Presidente es muy agresivo contra la oposición. Recuerdo que yo hice un informe sobre eso, que si no se aceptaban los resultados por parte de la oposición, él sacaría los tanques a la calle. Y él lo dijo, está grabado. Lo vio todo el mundo y es lo que yo dije en mi informe. Sin embargo, él  aprovechó para decirme que yo lo había sacado de contexto. Son cosas a las que ya estamos acostumbrados, y no sólo del presidente Chávez, sino de otros mandatarios que piensan que la prensa independiente es un enemigo y opositor político.

Estos son temas con los que tenemos que lidiar.

— ¿Cómo es ahora su relación con él?

— Es un Presidente muy amable con los periodistas, es un hombre muy carismático y tenemos una relación muy cordial, a pesar de los ataques en público. Es muy jocoso, muy amable y me dice: «Debería venir a trabajar a Telesur, chica».

Públicamente me ha elogiado algunas veces (sonríe): hace rato que no lo hace, pero a pesar de la tirantez que se tiene entre gobernantes y prensa, siempre prima la cordialidad y el respeto.

— Cuando hace una cobertura o una entrevista, parece que no siente miedo, ¿es así?

— Miedo sí tuve, lo que no tengo es vergüenza a enfrentarme a una situación bajo presión. Creo que esa es una de mis ventajas, trabajar con calma bajo muchísima presión  y eso es lo que nos caracteriza. Siempre fui muy de no medir las consecuencias, desde colegio tenía problemas disciplinarios y eso como que me dio la libertad del atrevimiento, que a veces me metía en muchos problemas, pero yo creo que uno aprende más de sus errores que de sus aciertos. Miedo siempre hay cuando estás viajando y sobre tus hombros llevas  el liderazgo de una cobertura que cuesta muchísimo dinero, estás manejando un tema delicado y eso es una responsabilidad. Yo creo que el día que perdamos el miedo nos convertiremos en unos irresponsables.

— ¿Cómo se prepara para  hacer una entrevista?

— Yo creo que este negocio hay que tomárselo muy en serio y estar muy enfocado, hay que perder la vergüenza y con un poquito de miedo uno se prepara, vas muy bien armado para poder manejar diferentes temas que cambian día a día, de país en país, al temple hay que ayudarle con planificación, con preparación y con trabajo.

— ¿Existe alguna diferencia entre la presentadora y la madre, la amiga?

— Yo tengo una parte de mi personalidad muy fría, muy comprometida, muy apasionada y, otra parte de mi vida es muy divertida, pero yo diría que no soy dos Patricias diferentes, sino que se complementan.

— ¿A qué personalidades le gustaría entrevistar?

— Me encantaría entrevistar a Gorbachov, un personaje que cambió el rumbo de la historia. A nivel Latinoamericano, a Raúl Castro y al presidente Calderón, así que espero que el tiempo me de la oportunidad de tenerlos en frente y hacer un especial.

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Día del Periodista

Por La Razón

/ 12 de mayo de 2024 / 00:57

El 10 de mayo, las y los periodistas de Bolivia recordamos nuestro día. ¿Hay algo que celebrar?, nos preguntamos. Y sí, existen motivos. Pero también hay nubarrones para el oficio. Por ello, más allá de los homenajes, fue un día de balance y reflexión. ¿En qué condiciones realizamos nuestra labor? ¿Cuánto aportamos a la conversación pública en democracia? ¿Cómo nos ve la sociedad?

Hace más de ochenta años, en 1938, el presidente Germán Busch promulgó un decreto supremo – luego elevado a rango de ley– que creaba la Caja de pensiones, jubilaciones y montepíos de los trabajadores asalariados de la prensa. No fue una concesión, sino una conquista como resultado de años de exigencia de derechos. Así, el 10 de mayo fue declarado Día del Periodista. Tiempo después, en 1953, un decreto supremo del presidente Víctor Paz Estenssoro estableció ese día como feriado para los periodistas.

De ese modo, cada 10 de mayo las y los periodistas revindicamos nuestro oficio y recibimos homenajes, salutaciones, reconocimientos. Es como un día destinado a elogiar el lugar que ocupa el periodismo en una sociedad democrática. Celebramos pues que, pese a dificultades y condiciones adversas, seguimos en el empeño diario de brindar información y opiniones como insumo para la deliberación colectiva. Sostenemos asimismo la necesidad de garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.

Pero el Día del Periodista es, o debiera ser, además, una ocasión propicia para el balance, para mirarnos puertas adentro y evaluar nuestro desempeño. Este ineludible ejercicio frente al espejo no puede ser autocomplaciente ni tampoco de solo flagelación, sino autocrítico. Para empezar, es importante evaluar las condiciones difíciles, a veces precarias, en las que estamos realizando nuestro trabajo, en un contexto donde las nuevas tecnologías digitales plantean serios desafíos a los medios de comunicación.

Es preocupante asimismo para el oficio periodístico el escenario de crisis no solo político-institucional en el país, sino también la complicada situación económica. Trabajamos en medio de la incertidumbre, sin horizonte de futuro. Y somos parte de la persistente polarización, que bloquea el diálogo plural y dinamita los puentes de encuentro. Diferentes estudios de opinión señalan que la ciudadanía y los liderazgos ven a los medios como promotores del enfrentamiento. Y hasta nos perciben como actores políticos.

¿Cuánto estamos contribuyendo, en el día a día, a la convivencia en democracia? ¿Cómo mejorar nuestras condiciones de trabajo, libres de presiones y amenazas? Y la pregunta esencial: ¿estamos haciendo buen periodismo, conforme a nuestros códigos de ética o, más bien, un periodismo instrumental, con arreglo a nuestra propia agenda y otros intereses? Hay que celebrar el Día del Periodista con llamamiento urgente para cuidar el oficio y, entre otras cosas, frenar la degradación de nuestras asociaciones. 

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El MAS y la crisis

La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos

Por La Razón

/ 9 de mayo de 2024 / 06:39

Para nadie debe ser desconocido que el Movimiento al Socialismo (MAS) es la fuerza política más importante de las últimas décadas y el único partido con estructura y potencia suficientes para intervenir en todas las esferas de la vida pública. Sin embargo, precisamente por estos atributos, la feroz lucha que han desatado sus dirigentes no solo afecta al partido, sino a todo el Estado.

Más tardó en terminar el X Congreso del partido, el domingo, en la ciudad de El Alto, convocado por el “ala arcista” del partido, que portavoces del “ala evista” en descalificar el encuentro de la peor forma posible y amenazar con todo tipo de recursos, legales y no, para impedir que las decisiones acordadas lleguen a materializarse.

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No es para menos: se ha elegido a un nuevo jefe nacional del partido, honor que recayó en Gróver García, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), afín al presidente Arce, y se ha decidido revisar el estatuto del MAS para eliminar la disposición que concede la dirección vitalicia del partido al expresidente Evo Morales y para eliminar la restricción de antigüedad como militante para asumir cualquier candidatura.

Para que el congreso masista pudiese llevarse a cabo y que contase con la presencia de veedores del Tribunal Supremo Electoral (TSE), hizo falta que una Sala Constitucional de La Paz ordenase al Órgano Electoral cumplir con el artículo 30 de la Ley de Partidos Políticos. Entre analistas y opinadores de todas las tendencias hubo consenso en que se trata de un nuevo “fallo a la carta”, de los que menudean desde que los magistrados del Órgano Judicial decidieran autoprorrogarse.

A esta evidente muestra de injerencia de un órgano sobre otro (primero el Ejecutivo sobre el Judicial y luego éste sobre el Electoral), se suma la cantidad de ocasiones en que delegados y portavoces del evismo han descalificado al TSE y sus resoluciones por ser contrarias a sus intereses y expectativas. La democracia, o las formas que la hacen legítima, importan cada día menos.

Súmese a este estado de cosas la previsible pugna que se desatará en la Sala Plena del TSE cuando algunos vocales intenten incidir en favor de uno u otro aspirante a candidato. Entonces, las acusaciones y descalificaciones que hoy se sugieren, serán amplificadas, dañando de manera feroz la credibilidad y reputación del órgano llamado constitucionalmente a administrar los procesos que dan sustento al sistema democrático boliviano y a dar legitimidad a las autoridades electas.

A estas alturas de la lucha es, pues, evidente que sin importar el tono y el contenido de los mensajes que una y otra facción del MAS publicitan, lo verdaderamente central para ambas partes es asegurar que el candidato propio llegue a la papeleta y/o que el contrincante no lo logre. Si para tal fin tienen que terminar de romper la institucionalidad del Estado, no dudarán en hacerlo, y eso son malas noticias.

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Democracia en riesgo

Por La Razón

/ 5 de mayo de 2024 / 00:34

La reciente decisión de una sala constitucional en torno al “congreso del MAS-IPSP” convocado por dirigentes de la facción arcista constituye una tosca injerencia en las competencias del TSE. Y cruza un límite que pone en riesgo no solo la institucionalidad electoral, sino la propia democracia. Es fundamental ponerle freno antes de que conduzca a una deriva autoritaria.

 Una de las condiciones fundamentales de un Estado de Derecho es la autonomía e independencia de los órganos del poder público, además de su separación. Cuando uno o más órganos se subordinan a otro o surge una especie de suprapoder, esa estructura y organización funcional del Estado se resquebraja. Asimismo, cuando el sistema de gobierno empieza a depender de decisiones arbitrarias e inconstitucionales, la democracia está en riesgo. Estamos transitando ese muy peligroso umbral en el país.

En nuestro proceso de construcción y reforma estatal, no es nuevo que el Legislativo dependa de los mandatos del Ejecutivo. Tampoco es raro que la administración de justicia esté subordinada al poder político y a poderes fácticos. Lo crítico es que surja un suprapoder que imponga sucesivos fallos por fuera del marco constitucional y pisoteando la institucionalidad democrática. Desde el año pasado hay un suprapoder en Bolivia que, en consorcio con actores políticos, opera desde el TCP y algunas salas constitucionales.

A punta de sentencias, declaraciones y autos constitucionales, y algunas acciones de defensa, un arriesgado suprapoder está llevando a límites insostenibles el funcionamiento de los órganos del poder público y del sistema de gobierno. Así, bloquearon las elecciones judiciales, suspendieron las funciones de fiscalización de la ALP, se autoprorrogaron, beneficiaron a terratenientes y ahora están emitiendo “instrucciones” sobre las organizaciones políticas y los procesos electorales. Es inaceptable.

Es muy complicado y sensible para el TSE gestionar las disputas internas en los partidos, en especial en este momento la batalla entre facciones en el MAS-IPSP. Debe hacerlo en estricto cumplimiento de la Ley de Organizaciones Políticas y de los estatutos partidarios. ¿Qué ocurre cuando una sala constitucional, desde su filiación política, impone acciones que violan la normativa y vulneran las atribuciones del organismo electoral? Eso es lo que acaban de hacer, sin sonrojarse, los vocales Campero y Angles.

En un pronunciamiento difundido este viernes, las autoridades del Órgano Electoral Plurinacional exigen con timidez el respeto a la independencia de poderes para garantizar la democracia en el país. No es una exigencia menor. En realidad, se está advirtiendo que, si magistrados y jueces continúan perforando el sistema y la institucionalidad electoral, la democracia boliviana está en riesgo. Es fundamental que la disputa política no termine derrumbando el orden constitucional y el régimen democrático.

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Elección en suspenso

Las reacciones luego de conocido el fallo revelaron, cómo no, una nueva fuente de incertidumbre

Por La Razón

/ 2 de mayo de 2024 / 06:16

Como se decía días atrás en este mismo espacio, hace mucho que actores políticos y operadores judiciales están empeñados en frenar sin fecha las elecciones judiciales. El más reciente fallo constitucional ordena no solo paralizar el proceso, sino devolverlo al inicio y comenzar con una nueva ley de convocatoria; el argumento es la defensa de derechos, pero la intención tal vez no.

El 18 de abril, Yeny Duri, dirigente indígena y abogada, candidata eliminada en el proceso de preselección, presentó una acción popular en la que denunció que las aspirantes indígenas de Pando no recibían un trato equitativo en comparación con las de otros departamentos, señalando la falta de oportunidades equitativas en el proceso de preselección. La Sala Constitucional Primera de Cobija emitió el lunes una medida cautelar que suspendió el proceso de preselección en curso y luego, el martes, dictaminó que el proceso de preselección debía dejarse sin efecto completamente, argumentando que la convocatoria inicial no había considerado adecuadamente la inclusión de mujeres e indígenas, e instruyó elaborar una nueva.

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La reacciones luego de conocido el fallo revelaron, cómo no, una nueva fuente de incertidumbre, pues si bien hay voces, como la del expresidente Eduardo Rodríguez, quien argumentó que la Sala Constitucional de Cobija era incompetente para emitir tal fallo y que sus razonamientos eran improcedentes, sugiriendo que la Asamblea Legislativa debería continuar con el proceso de preselección, la Comisión Mixta de Constitución decidió entrar en cuarto intermedio hasta hoy, a la espera de la notificación oficial del fallo.

El Presidente de la Comisión, Miguel Rejas, del MAS, afirmó que la intervención de la Sala es una «aberración» y criticó duramente a los vocales que concedieron la tutela a la candidata Duri; dijo también que el fallo fue resultado de manipulaciones por parte de vocales y jueces, sugiriendo que algunos de ellos habían sido influenciados por quienes presentaron amparos.

A su vez, la senadora Andrea Barrientos indicó que el fallo de la Sala es «ilegal e inaplicable» y que ninguna sala constitucional tiene la competencia para declarar la inaplicabilidad de una ley, especialmente de la Ley 1549, que ha pasado por control constitucional y cuenta con amplio respaldo legislativo. El diputado por Creemos Leonardo Ayala argumentó que la decisión vulnera los derechos de los más de 400 postulantes habilitados para el proceso de preselección. El Presidente Nato de la Asamblea, como es habitual, no apareció.

La interminable sucesión de recursos judiciales y constitucionales, sumada a la incapacidad de las y los legisladores para acordar un plan de acción capaz de superar los obstáculos que unos y otros ponen en el camino, muestra todo, menos voluntad política, para cumplir con el mandato constitucional de realizar la elección de autoridades del Judicial. Mientras tanto, el sistema judicial boliviano se hunde irremediablemente.

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¿EJ en septiembre?

Por La Razón

/ 28 de abril de 2024 / 00:18

Renovadas acciones de amparo y medidas cautelares están paralizando nuevamente y dejan en incertidumbre las Elecciones Judiciales (EJ). Según lo establecido en la ley transitoria, este 5 de mayo debe concluir la fase de preselección de postulantes en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Y el TSE anunció que la votación popular sería en septiembre. Hay duda sobre tales plazos.

Desde hace un año, el proceso electoral para renovar el Órgano Judicial y el Tribunal Constitucional está a la deriva. Según el mandato constitucional, las elecciones debieron realizarse en 2023. Pero políticos y operadores del sistema, en especial del TCP, se encargaron de frenar, congelar y a la postre postergar la elección. Como no se eligieron nuevas autoridades, los actuales magistrados (cuyo mandato ya se cumplió) decidieron autoprorrogarse. Fue como un guion escrito desde el principio para boicotear el proceso.

Como efecto de un bloqueo de caminos realizado en enero, finalmente la bancada oficialista en la Cámara de Diputados viabilizó las truncadas elecciones. Se aprobó entonces una ley de consenso que trazó la ruta, sus fases y los plazos tanto para la preselección a cargo de la ALP como para la votación bajo responsabilidad del TSE. Así, se publicó la convocatoria, se recibieron más de 700 postulaciones, se verificaron requisitos y se resolvieron las inhabilitaciones. Hasta ahí todo conforme a lo previsto.

En medio de la evaluación de méritos, incluida una prueba de conocimientos, varios postulantes inhabilitados por incumplir requisitos activaron demandas en la justicia para la reconsideración de sus casos. Todas esas acciones prosperaron dejando en suspenso el proceso de preselección de postulantes. Y el plazo corre. Luego de calificar los méritos, la Comisión Mixta de la Asamblea debe aprobar su informe, que será la base para la elección, por dos tercios, en sesión plenaria. Queda solo una semana.

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Es evidente que algunos actores políticos y operadores judiciales están empeñados en frenar sin fecha, nuevamente, las elecciones judiciales. Sería desastroso para la institucionalidad en el país en un contexto de alta desconfianza y de crisis. Por ello es sensato que la Comisión Mixta retome el proceso desde mañana. Tampoco sería una buena señal que se amplíen los plazos, ya que ello implica postergar la votación popular (quizás hasta octubre, lo que se superpone con las elecciones primarias).

Todos sabemos que las elecciones judiciales no solucionan la crisis del sistema de administración de justicia, pero al menos implican cumplir la Constitución y evitar que los autoprorrogados continúen degradando aún más el Estado de Derecho con sus decisiones a la carta. Por ello es fundamental que la ALP culmine pronto su trabajo de preselección con voluntad política y madurez democrática. Luego será el turno de la ciudadanía en las urnas. Y seguirá en agenda la cada vez más urgente reforma estructural del sistema.

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