‘No escribí para hacerme al raro… es para pedir perdón’
José Supera - Nació en 1981. Es un joven escritor argentino que ha llegado con su tercera novela bajo el brazo, El chimento atómico, editada por Gente Común. La propuesta es un libro escrito en segunda persona. El autor escribe para el diario La Nación y las revistas Hombre y Rolling Stone.
— ¿De qué se trata El chimento atómico que cuenta la obra?
— Trata de un chico que entra a trabajar en una revista de chimentos —chimentos en Argentina es el espectáculo, el mundo de la farándula. El personaje, al indagar en la vida de los otros, se da cuenta de que no conoce nada de su vida. Está basada en una experiencia mía, porque yo a mis 19 años entré a trabajar en una revista de chimentos. El libro está dedicado a Mirta Busnelli, actriz argentina.
— ¿Qué pasó con José?
— Yo, escribiendo una nota para Mirta Busnelli, le hago una nota a esta mujer y cuando la publican, habían cambiado todo. Habían puesto cualquier cosa. Entonces, llama la mujer llorando. Pedí disculpas y luego fui donde el editor, me sacó y me dijo que me faltaba mucho. Me quedé con un gran dolor y luego renuncié. Me fui a otra revista, a la revista Hombre y a esta mujer yo le tenía que pedir perdón de alguna manera y creo que esta novela es parte de eso.
— ¿El protagonista de la novela tiene que ver con usted?
— En realidad, este personaje, este protagonista está buscando las historias de otros, moviéndose en un mundo del espectáculo un poco idílico y a la vez retorcido y crítico, y llevado a un extremo. Se le acerca a alguien con una primicia que va a destruir el mundo del espectáculo. Una bomba que va a explotar tan fuerte que va a ver un antes y un después.
— El escándalo
— Sí, y a partir de ahí comienza la historia. La novela está narrada toda en segunda persona singular. En tú y no tiene comas. Esto tiene un porqué, no es que yo lo escribí para hacerme al raro. El personaje no tiene nombre y está indagando en toda la novela quién es, por qué no tiene familia. Al personaje alguien le va dictando lo que tiene que hacer todo el tiempo, son frases cortas. Está perdido y es como un conejillo de indias que se devela al final. La columna vertebral es el oficio de la palabra. Cómo la creación de la palabra es para la destrucción, de eso se trata, por eso la bomba.
— ¿Es una crítica al periodismo “farandulero”?
— Sí, sobre todo al periodismo de espectáculos y a los valores que se manejan allí, pero la crítica pasa a un segundo plano. La historia en realidad es la búsqueda constante de una identidad propia.
— ¿Por qué publicar en Bolivia?
— Tengo un tema. Escribo todo el tiempo y no me muevo, entonces no me gusta estar mandando a concursos por una cuestión de que tengo miedo de no salir seleccionado, tengo un miedo muy grande a esas cosas. A que me digan que no. Sigo escribiendo. He mandado mis propuestas a un par de editoriales y me han contestado que no. Otras me dijeron que sí, pero que había que esperar. Soy muy ansioso. Ya escribo otra novela que trata de un mago de la época de la dictadura de Argentina. Escribo todo el tiempo.