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Tabla de ‘salvashón’

Día Cinco: Sábado de feria. Hay tanta gente caminando por los estrechos pasillos que han llamado a un par de “cebras” para ordenar el caos. Ojalá este año sea el último que tengamos que venir al COE. La Paz se merece más, entre otras cosas, un recinto ferial a la altura de la ciudad y su pujanza.

Mientras los espectadores del “show” de títeres del Ministerio de Culturas trancan el ingreso, Carlos Mesa y su madre se dedican a firmar sus libros de historia en un rincón del segundo piso. Ya van por 35 mil ejemplares vendidos “legales” de “Historia de Bolivia”, desde 1997. Con los “piratas” deben estar cerca del medio millón. ¿O exagero? Frente a la mesita de la familia del expresidente está el salón Werner Guttentag. Son las seis de la tarde y la gente se arremolina pues se espera la llegada del polémico Carlos Valverde, anunciado para presentar ¡Maten a Rózsa! (editorial El País). El colega nunca llega pues un maldito resfrío le ha destrozado la garganta.

Al final de la escalera de caracol, junto al “stand” de la librería El Pasillo, se ha “camuflado” el autor de Evadas, Alfredo Rodríguez Peña. Me detengo a observar cual francotirador nervioso. Va por la tercera edición y sigue vendiendo libros como si fueran churros calientes. De repente, un rumor recorre la feria, cual viejo fantasma: “está llegando Evo, está llegando Evo”. El autor de Evadas se frota las manos y sueña con una foto del Presidente frente a su kiosko improvisado.

Falsa alarma. Dicen más tarde que el Presidente tan sólo estaba jugando al fútbol en una cancha próxima. Dicen. Una expositora, renegando por los altos precios de la comida, sale a las prisas, buscando un anticucho de las “caseritas” del puente. Es sábado de feria y harta gente había venido, como diría el “Papirri” que acaba de presentar, en cuerpo ausente, su segundo libro de crónicas con la editorial El Cuervo, Tabla de salvación. A los empujones, me voy, soñando también con mi propia tabla de “salvashón”.