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Otra del gran Clint Eastwood – Ricardo Bajo

Curvas de la vida (feísima traducción de Trouble with the curve,  un concepto típico del béisbol) es una película de Clint Eastwood. No está dirigida por él sino por Robert Lorenz, su gran amigo y su asistente de dirección en varios de sus mejores filmes (Los puentes de Madison o Mystic river). Pero tiene su sello narrativo y la producción de siempre, Malpaso.

El octogenario Clint (ha actuado en 68 filmes; director de otros 35) retoma el papel de abuelito cascarrabias de Gran Torino (2008): esta vez en el rol de un infalible cazatalentos de futuras estrellas del béisbol. Dicen algunos que Curvas de la vida es sentimentaloide, maniqueísta y telenovelera. Y es cierto que la subtrama amorosa (protagonizada por Justin Timberlake y Amy Adams) es sumamente predecible. Pero volver a ver al viejo terco de Clint con sus bellas arrugas y su carisma en pantalla grande es un placer más allá de todo. El viejo gruñón de Eastwood regala otra soberbia actuación —con diálogos imperdibles— alrededor de los temas de siempre: la lealtad, la relación padre-hija, la vejez, la amistad (genial John Goodman) y la esperanza. Y tiene una escena final de western crepuscular, a lo John Wayne y sus centauros del desierto. ¿Alguien puede pedir más?

Ricardo Bajo es periodista.