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La comunidad afroboliviana brilla con la lente de Angola

Carmen Angola Campos, una fotógrafa afroboliviana de 27 años, ha elegido 30 retratos de su comunidad para mostrarlos en una exposición que se realizará hasta el 4 de mayo en la Universidad San Francisco de Asís de La Paz.

De su cuello cuelga el instrumento de trabajo que la cautivó desde hace 12 años: una cámara fotográfica. De padre afro y madre aymara, la artista nació en La Paz y creció rodeada de personas “blancas”, —como ella las denomina— pero ése no fue un obstáculo para que vuelva a sus raíces. De ser gimnasta olímpica pasó a estudiar en el Conservatorio y en la carrera de Artes de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), pero al final decidió quedarse con la fotografía, que de cierto modo le fue heredada de su familia.

“Empecé a sacar fotos cuando visitaba a mis tíos en los Yungas. Me sentaba en la plaza, miraba y me sentía atraída por la gente porque yo no crecí en un entorno afro y esa experiencia fue también una forma de reconocerme”, recordó. Su madre le compró la primera cámara que despertó el interés de Angola por la fotografía, aunque la artista confesó que ya había un elemento genético. “Vengo de una familia artística. Mis hermanos y mis primos son artistas en otros ámbitos y mi abuelo, César Gorriti, fue el primer fotógrafo aéreo”, explicó la artista.

Luego de asumir con mayor conciencia sus raíces, la fotógrafa decidió  internarse en su cultura. “Fui a estudiar  a un internado bastante cerrado, para mí fue un logro, además aprendí el idioma aymara y tuve el compañerismo que nunca olvidaré”.

Pigmentos de color marrón, más conocido como sepia, y miradas de la comunidad afroboliviana caracterizan las imágenes que la fotógrafa plasmó para la exposición. “Utilizo el sepia para definir que somos afrodescendientes, este tono define los colores canela, chocolate y café y quiero mostrar el tono de nuestra piel, los rasgos que tenemos en la nariz, las pestañas, los labios y las manos, que pueden ser de tonos más claros, pero son fuertes y siempre quedan”, afirmó segura.

La fotografía más memorable para Carmen Angola es la de un paisaje que muestra a un espíritu protector de la cultura aymara, el Achachila. “Es un rostro inmenso en La Rinconada, al entrar a los Yungas, en él se definen muy bien los ojos, la nariz y los labios del protector. Ésa ha sido una de mis mejores fotografías y la más importante, porque gracias a ella me hice conocer entre los fotógrafos”, comentó.

Angola consideró que el único obstáculo que tuvo en su carrera fue el hecho de ser mujer, pero se siente afortunada de ser una mujer afroboliviana. “Nunca sentí el rechazo de la gente por ser afro, más bien es una bendición porque míreme, ahora soy la primera descendiente afrofotógrafa, las energías, Dios y los orishas (divinidades) saben por qué me han puesto aquí en este mundo y en este momento”, sostuvo emocionada.

Con el apoyo de Germán Angola, su padre, hoy Carmen ha visto realizado uno de sus sueños: una exposición fotográfica. “Él es mi auspiciador, gracias a él hoy puedo efectuar este evento”, aseveró. Madre de dos hijos, Osaín y Semai, Carmen Angola confesó que ellos son su “mayor obra de arte e inspiración”.

Los regalos de la vida

Herencia

Su madre le regaló su primera cámara con la que alcanzó varios objetivos. Su abuelo fue fotógrafo aéreo.

Planes

Angola, que ya enseñó su arte en el INE, ahora quiere hacer un taller para niños.