La Revista

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Jerry Lewis, puro espectáculo en Cannes

Lewis tomaba fotos con su cámara a los fotógrafos que le captaban a él, interrumpía a sus compañeros de equipo y contestaba cualquier cosa cuando una pregunta no le parecía interesante o, simplemente, no la escuchaba bien.

/ 23 de mayo de 2013 / 14:34

Con 87 años y una energía desbordante, Jerry Lewis se hizo hoy el dueño de Cannes con humor, ironía e inteligencia. Dijo ser un «payaso loco», aseguró que Cary Grant y Burt Reynolds eran «las» mejores humoristas que había conocido y desconcertó a todos al bromear sobre Dean Martin.

«Dean Martin. Está muerto, ¿lo sabe?», afirmó muy serio el actor ante la pregunta de un periodista por la relación entre ellos. Y ante las carcajadas de los asistentes añadió: «Cuando llegué aquí y vi que no estaba supe que algo iba mal».

Lewis está en Cannes para presentar, fuera de competición y en sesión especial, la película «Max Rose», en la que interpreta a un pianista de jazz retirado que, tras la muerte de su mujer, descubre que su idílico matrimonio de más de sesenta años, no era tan perfecto como aparentaba.

Con jersey rojo y camisa amarilla, Lewis entró caminando con cierta dificultad en la sala de prensa donde recibió un caluroso aplauso por parte de los periodistas, ya entregados antes de empezar la intervención del cómico.

Lewis tomaba fotos con su cámara a los fotógrafos que le captaban a él, interrumpía a sus compañeros de equipo y contestaba cualquier cosa cuando una pregunta no le parecía interesante o, simplemente, no la escuchaba bien.

«¿Por qué está usted gritando?», interrumpió el actor a un periodista que hacía una pregunta, a quien pidió que bajara el tono de voz. Cuando volvió a tomar la palabra, Lewis apostilló: «habla más alto».

Y a una de las azafatas que pasaba el micrófono le preguntó: «¿Está usted esperando un sitio?».

Entre las bromas, las risas y su evidente sordera, Lewis se perdía en algunas de las preguntas, cosa que no le importaba en absoluto. Decía muy serio por detrás a sus compañeros de filme: «estoy diciendo cualquier cosa y cree que estoy contestando a la pregunta».

Los aplausos y las risas interrumpieron en varias ocasiones una rueda de prensa que precedía al homenaje que esta noche le dedicará el Festival de Cannes a uno de los actores cómicos más importantes de la historia del cine y cuyo único Óscar es un premio humanitario recibido en 2009.

El protagonista de «The nuty professor» parecía que bromeaba hasta cuando hablaba en serio, como cuando dijo que una película que rodó en 1972, «The Day the Clown Cried» y que no se ha estrenado nunca, es demasiado mala para que la vea nadie.

«Es mala porque yo perdí la magia», dijo Lewis de un proyecto del que hizo el guión y se ocupó de la dirección. «Nunca la veréis», aseguró el actor, quien explicó que se trata de una decisión que no mucha gente hubiera adoptado.

Pese a esa película, reconoció estar orgulloso de su larga carrera y de que el amor haya sido el ingrediente básico en todos sus proyectos.
 Y especialmente contento del papel que interpreta en «Max Rose», tan alejado de cualquier cosa que haya hecho antes.

Un drama, completamente diverso de la comedia, el género en el que mejor se ha movido el actor, es el regreso de Lewis al cine después de 18 años en los que tan solo ha hecho algunas apariciones en series televisivas.

En una de ellas, «Law & Order. SVU», coincidió con Richard Belzer, que acompañó a Lewis en Cannes, sentado entre los periodistas de la sala.

En «Max Rose», el realizador Daniel Noah buscaba a un actor para hacer el papel protagonista y en un primer momento pensó en Dustin Hoffman o en Robert de Niro, pero quería a alguien de más edad y el papel recayó en Lewis.

Un Lewis que tuvo que olvidarse de sí mismo para hacer el papel.
Tuvo que alejarse de sus «valores cómicos» y centrarse en la belleza de la historia, porque el director le dijo que había demasiados elementos en él del «loco Jerry».

«Es muy difícil para el loco payaso que he sido durante 60 años que me pidan que algo diferente», agregó.

Pero eso fue lo que hizo porque el guión era el mejor que leía en 30 años, le encantó y decidió hacerlo. «Fue (una decisión) muy rápida. Trajo tres millones y dijo, eso es perfecto», explicó el actor entre las risas de los periodistas y de sus compañeros de la película, entre los que se encontraba el compositor francés Michel Legrand.

Pero entre broma y broma, el actor tuvo tiempo también de lamentar que a la gente mayor se le ponga a un lado y no se les preste atención, de pedir que el amor siga siendo el valor que mueva todo y de sentenciar con una definición del humor.

«El humor es humor. Las risas son risas. Si haces que el humor sea divertido, la gente se reirá».

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Pixar conquista Cannes con ‘Inside Out’, una animación compleja y brillante

La primera proyección de esta cinta infantil fue recibida con dos enormes ovaciones, pese a que está fuera de competición en Cannes.

/ 18 de mayo de 2015 / 14:43

Pixar conquistó hoy sin condiciones el Festival de Cannes con otra de sus joyas de animación, ‘Inside Out’, una película que su director, Pete Docter, reconoció haber «simplificado», pero no «para los niños, que lo entienden todo, sino para los adultos».

Recibida con dos enormes ovaciones en su primera proyección, ‘Inside Out’, que está fuera de competición en Cannes, es una historia sensible, divertida y triste por momentos, porque refleja todas las emociones y sensaciones de los seres humanos, concretamente de una niña.

La felicidad, la tristeza, la ira o el asco son los originales y tiernos personajes que viven en el interior del cerebro de Riley, a la que el filme sigue desde su nacimiento hasta los 12 años en una vertiginosa sucesión de escenas brillantes, coloridas y preciosistas.

Una película para la que el equipo tuvo que investigar mucho, como resaltó Docter. «Sabemos que hay una memoria corta que se llena durante el día y una larga con los recuerdos más valiosos. No somos absolutamente fieles a lo que pasa en la realidad, pero hemos trabajado mucho en mostrar los sentimientos y el cerebro tal y como funcionan».

Y lo han hecho dejando volar su imaginación, con un cerebro que parece una nave espacial llena de bolas de cristal que contienen los recuerdos y con diferentes espacios que parecen sacados de un parque de atracciones.

‘Inside Out’ es un proyecto «muy especial» pero que desde el principio se percibió «muy difícil de realizar», resaltó el director creativo de Pixar y Disney y gran innovador de la animación, John Lasseter.

«Queríamos hacer una película que pudiera hablar al mundo entero y al mismo tiempo hacer algo que no se hubiera hecho antes. Hemos trabajado mucho en las emociones desde el punto de vista científico y psicológico, sobre cómo funciona la memoria y el cerebro», explicó.

El punto de partida de esta película fue la hija de Docter, de su cambio cuando cumplió 11 años y se hizo más reservada: «Me preguntaba qué le pasaría por la cabeza y por eso empecé a pensar en este filme».

«Es apasionante mirar en el interior del cerebro (…) es una posibilidad maravillosa entrar en un espacio en el que estamos todos los días pero que no sabemos cómo es», afirmó la actriz Amy Poehler, que presta su voz a Joy (Felicidad) en la versión inglesa del filme.

Junto a Poehler, se oyen las voces de Diane Lane, Kyle McLachlan, Phyllis Smith o Mindy Kaling, que grabaron sus diálogos antes de comenzar el proceso de animación, lo que ayudó mucho en la creación de los personajes, según explicó Lasseter.

Lasseter aseguró estar «muy orgulloso» de estar en Cannes por segunda vez tras abrir el festival de 2009 con «Up», también dirigida por Docter.

La presencia en un festival de la talla de Cannes respalda la apuesta de Pixar por la animación como soporte de cine más allá de limitarlo a ser un género, como señaló otro de los productores, Jonas Rivera.

«No hacemos películas diferentes a las que no son de animación, no solo para los niños, sino también para nosotros, para todo el mundo», agregó Docter.
 Al respecto, Lasseter recordó que cuando empezó su carrera en la animación, hace 40 años, la industria estaba casi muerta.

«El público pensaba que la animación era solo para los niños y yo sabía que no era verdad. Disney no ha hecho nunca sus filmes solo para niños», recordó.

Pero fue con la revolución que supuso para el cine la llegada de talentos como Francis Ford Coppola, Martin Scorsese o Steven Spielberg cuando Lasseter pensó que quería «hacer lo mismo con la animación».

«Hubo mucha resistencia pero hemos intentado desarrollar esa idea de que la animación debe de ser para todo el mundo; nuestro sueño es hacer que todos los públicos adoren la animación», dijo el director y productor antes de recordar que ‘Toy Story’ va a celebrar en septiembre sus 20 años.

«Me sentí tan bien, tan cómodo, no solo por la tecnología, sino por el estilo de narración. Fuimos los primeros en hacer animación por ordenador (…) Todo el mundo adora ‘Toy Story’, que abrió las puertas a muchos estudios desde entonces. Estoy muy orgulloso», dijo sonriente.

A lo que Docter agregó: «John es una persona increíble. Siempre tiene razón en sus elecciones, sus elecciones reflejan los gustos del público. Los filmes que hacemos son los que amamos y nuestro trabajo consiste en dirigirnos a los diferentes públicos».

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Jerry Lewis, puro espectáculo en Cannes

Lewis tomaba fotos con su cámara a los fotógrafos que le captaban a él, interrumpía a sus compañeros de equipo y contestaba cualquier cosa cuando una pregunta no le parecía interesante o, simplemente, no la escuchaba bien.

/ 23 de mayo de 2013 / 14:34

Con 87 años y una energía desbordante, Jerry Lewis se hizo hoy el dueño de Cannes con humor, ironía e inteligencia. Dijo ser un «payaso loco», aseguró que Cary Grant y Burt Reynolds eran «las» mejores humoristas que había conocido y desconcertó a todos al bromear sobre Dean Martin.

«Dean Martin. Está muerto, ¿lo sabe?», afirmó muy serio el actor ante la pregunta de un periodista por la relación entre ellos. Y ante las carcajadas de los asistentes añadió: «Cuando llegué aquí y vi que no estaba supe que algo iba mal».

Lewis está en Cannes para presentar, fuera de competición y en sesión especial, la película «Max Rose», en la que interpreta a un pianista de jazz retirado que, tras la muerte de su mujer, descubre que su idílico matrimonio de más de sesenta años, no era tan perfecto como aparentaba.

Con jersey rojo y camisa amarilla, Lewis entró caminando con cierta dificultad en la sala de prensa donde recibió un caluroso aplauso por parte de los periodistas, ya entregados antes de empezar la intervención del cómico.

Lewis tomaba fotos con su cámara a los fotógrafos que le captaban a él, interrumpía a sus compañeros de equipo y contestaba cualquier cosa cuando una pregunta no le parecía interesante o, simplemente, no la escuchaba bien.

«¿Por qué está usted gritando?», interrumpió el actor a un periodista que hacía una pregunta, a quien pidió que bajara el tono de voz. Cuando volvió a tomar la palabra, Lewis apostilló: «habla más alto».

Y a una de las azafatas que pasaba el micrófono le preguntó: «¿Está usted esperando un sitio?».

Entre las bromas, las risas y su evidente sordera, Lewis se perdía en algunas de las preguntas, cosa que no le importaba en absoluto. Decía muy serio por detrás a sus compañeros de filme: «estoy diciendo cualquier cosa y cree que estoy contestando a la pregunta».

Los aplausos y las risas interrumpieron en varias ocasiones una rueda de prensa que precedía al homenaje que esta noche le dedicará el Festival de Cannes a uno de los actores cómicos más importantes de la historia del cine y cuyo único Óscar es un premio humanitario recibido en 2009.

El protagonista de «The nuty professor» parecía que bromeaba hasta cuando hablaba en serio, como cuando dijo que una película que rodó en 1972, «The Day the Clown Cried» y que no se ha estrenado nunca, es demasiado mala para que la vea nadie.

«Es mala porque yo perdí la magia», dijo Lewis de un proyecto del que hizo el guión y se ocupó de la dirección. «Nunca la veréis», aseguró el actor, quien explicó que se trata de una decisión que no mucha gente hubiera adoptado.

Pese a esa película, reconoció estar orgulloso de su larga carrera y de que el amor haya sido el ingrediente básico en todos sus proyectos.
 Y especialmente contento del papel que interpreta en «Max Rose», tan alejado de cualquier cosa que haya hecho antes.

Un drama, completamente diverso de la comedia, el género en el que mejor se ha movido el actor, es el regreso de Lewis al cine después de 18 años en los que tan solo ha hecho algunas apariciones en series televisivas.

En una de ellas, «Law & Order. SVU», coincidió con Richard Belzer, que acompañó a Lewis en Cannes, sentado entre los periodistas de la sala.

En «Max Rose», el realizador Daniel Noah buscaba a un actor para hacer el papel protagonista y en un primer momento pensó en Dustin Hoffman o en Robert de Niro, pero quería a alguien de más edad y el papel recayó en Lewis.

Un Lewis que tuvo que olvidarse de sí mismo para hacer el papel.
Tuvo que alejarse de sus «valores cómicos» y centrarse en la belleza de la historia, porque el director le dijo que había demasiados elementos en él del «loco Jerry».

«Es muy difícil para el loco payaso que he sido durante 60 años que me pidan que algo diferente», agregó.

Pero eso fue lo que hizo porque el guión era el mejor que leía en 30 años, le encantó y decidió hacerlo. «Fue (una decisión) muy rápida. Trajo tres millones y dijo, eso es perfecto», explicó el actor entre las risas de los periodistas y de sus compañeros de la película, entre los que se encontraba el compositor francés Michel Legrand.

Pero entre broma y broma, el actor tuvo tiempo también de lamentar que a la gente mayor se le ponga a un lado y no se les preste atención, de pedir que el amor siga siendo el valor que mueva todo y de sentenciar con una definición del humor.

«El humor es humor. Las risas son risas. Si haces que el humor sea divertido, la gente se reirá».

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Michael Douglas se emociona y emociona Cannes con lo último de Soderbergh

El actor se emocionó en Cannes al contar que Steven Soderbergh esperó a que venciera al cáncer de garganta para poder rodar "Behind the Candelabra".

/ 21 de mayo de 2013 / 13:44

Michael Douglas se emocionó hoy en Cannes al contar que Steven Soderbergh esperó a que venciera al cáncer de garganta que sufrió para poder rodar «Behind the Candelabra», un filme en el que realiza un espléndida interpretación de Liberace, un popular músico que ocultó su homosexualidad.

«La película fue rodada después de mi cáncer. Fue precioso para mí, un regalo. Me siento muy agradecido de que esperaran por mí», afirmó Douglas, con voz entrecortada y al borde de las lágrimas, durante la presentación del filme en el Festival de Cannes, que compite en la sección oficial.

Un gran aplauso recibió las palabras del actor, que fue arropado con bromas y gestos de complicidad por Soderbergh y su Compañero de reparto, un relajado y simpático Matt Damon, en la presentación del filme, que supone su regreso al cine tras recuperarse de un cáncer de garganta.

Y lo hace con una magistral interpretación de Walter Liberace, un pianista y, sobre todo, «showman» que fue tremendamente popular en Estados Unidos entre los cincuenta y setenta y cuya estética excesiva, colorida y llena de tensión es uno de los principales elementos del filme.

Uno de los mejores papeles de su carrera, en palabras de Douglas, para quien el aspecto físico era una de sus principales preocupaciones, ya que Liberace realizaba unas actuaciones en las que se movía mucho e incluso volaba por el escenario.

Aspecto que fue solucionado por Soderbergh reduciendo los movimientos sobre el escenario y sentando a Douglas en un piano para las actuaciones.

También tuvo que aprender a simular que tocaba el piano -«me pusieron un profesor, pero era evidente que no iba a aprender, y me di cuenta de que no iba a funcionar»- y soportar largas sesiones de maquillaje, ya que los personajes cambian de aspecto varias veces durante la película, por lo que tuvieron que usar prótesis y máscaras.

Eso hace, por ejemplo, que la presencia de Debbie Reynolds, que interpreta a la madre de Liberace, pase casi desapercibida para el espectador.

Reynolds sirvió, además, como fuente de información sobre Liberace, al que conocía bien, pese a que era una persona extremadamente reservada con su vida privada y apenas salía de casa, como señaló Douglas.

«Todo el mundo decía que era un anfitrión maravilloso y muy generoso. Es una especie de padre de Elton John, Lady Gaga y la gente con un estilo similar» y un gran sentido del espectáculo.

La idea de hacer una película sobre la vida de Liberace surgió hace 13 años, cuando Soderbergh estaba rodando «Traffic», en la que participaba Douglas.

«Creía que se estaba burlando de mí, no entendía lo que tenía que ver con ‘Traffic’. Me dejó un poco paranoico durante un tiempo, pero luego me olvidé completamente de la historia», explicó el actor.

Siete años después Soderbergh encontró la autobiografía realizada por Scott Thorson (Matt Damon), el hombre que compartió durante años la vida de Liberace y el que hizo pública su homosexualidad.

«No estaba muy seguro de lo que iba a ser», explicó Damon en la rueda de prensa. Pero, «es la séptima vez que trabajo con Steven y confío totalmente en él».

Porque el actor elige las películas por sus directores, aunque no tengan guión. En este caso, había «un director como Steven, un guión tan bueno y tan absolutamente bien escrito y dos grandes papeles: no es algo que me hiciera dudar, era una gran oportunidad, y los dos nos lanzamos sin dudarlo un instante».

Una película difícil de financiar y que finalmente encontró su vía de producción a través del canal de televisión de pago HBO, lo que hace que el filme solo sea visto en la pequeña pantalla en Estados Unidos -sin poder, por tanto, optar a los Óscar-, aunque sí se estrenará en salas de cine en otras partes.

«Behind the Candelabra» es una película que cuenta la vida de Liberace, pero que entra principalmente en sus excesos y en cómo ese ambiente cambia al joven Scott (Damon).

Apabulla el despliegue visual de luces, trajes de lentejuelas, estética «kitsch» y exceso que desborda cada escena. Y, aunque es interesante y está bien rodada, lo mejor de la película son sus actores y el trasfondo social de la homosexualidad.

«Siempre pienso que en 50 años pensaremos por qué había incluso un debate sobre este tema y por qué duró tanto tiempo», afirmó el realizador, que señaló que su intención no era hablar de la homosexualidad, sino de una relación entre dos personas: hacerla creíble para el espectador.

Serio en las respuestas pero bromista con sus actores, especialmente con Damon, que no paró durante toda la rueda de prensa de hacer comentarios espontáneos sobre cualquier cosa, incluso sobre la escena en la que aparece desnudo y se le ve la marca dejada por el sol por haber llevado un tanga.

Y sobre sus secuencias de cama con Douglas, el intérprete dijo, entre risas: «Ahora tengo cosas en común con Sharon Stone o Glenn Close: podemos vernos un día y contarnos historias».

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Farhadi demuestra en Cannes con «Le passé» que la censura no pesa en su cine

La cinta compite en la sección oficial del festival y ya ha dejado buena impresión  en su primera presentación.

/ 17 de mayo de 2013 / 13:43

Rodado en Francia y lejos de la censura que pesa sobre el cine iraní, «Le passé» es un filme con el que Asghar Farhadi continúa su  análisis profundo de la familia y con el que ha dejado muy buen poso en su presentación en Cannes, más allá de si trabajar sin restricciones ha mejorado o no su trabajo.

Dentro de la competición oficial de esta edición, el filme del realizador iraní fue bien recibido hoy en Cannes, donde Farhadi insistió en que su cine no cambia por el lugar en el que lo realiza, tras demostrar la solidez de una película protagonizada por la franco- argentina Bérénice Bejo.

«El hecho de estar en un contexto libre no hace que quiera ser otro», afirmó en rueda de prensa Farhadi, que agregó: «Yo soy iraní, puedo trabajar durante años fuera de Irán pero sigo siendo iraní y siempre voy a trabajar de la misma forma».

Al respecto agregó: «Si García Márquez se instala en otro país para escribir, ¿podemos decir que la historia ya no es colombiana?».

«La nacionalidad del filme es la relación que cada espectador establece con esa película, por lo que cada espectador puede establecer esa nacionalidad», agregó.

Ni siquiera el hecho de no tener que superar la censura iraní ha cambiado su forma de trabajar, ya que la peor censura no es la oficial, que tiene su propio funcionamiento, sino la autocensura.

Esa «censura que te impones a ti mismo incluso en tu intimidad y que determina tus elecciones» es «infinitamente más peligrosa».

«Esta censura puede venir de tu situación social, pero también la que la situación económica y financiera impone a tu creación», aclaró.

Y aunque, cuando deja su país, esas restricciones que se imponen al cine iraní ya no pesan sobre él, sí existen esos otros condicionamientos con los que ha crecido. «Son inconscientes en mí, viajan conmigo y no los controlo».

Pero reconoce que «hay una serenidad suplementaria cuando las restricciones desaparecen».

Durante dos años, Farhadi ha trabajado en Francia para poner en pie este proyecto, muy esperado tras el éxito internacional de su anterior largometraje, «Nader y Simin. Una separación» («Nader and Simin. A separation»), que ganó el Oso de Oro de Berlín y el Óscar a la mejor película en habla no inglesa.

Y de nuevo la familia sigue siendo la base de esta nueva historia.

Bejo interpreta a Anne-Marie, una mujer con dos hijas, una de ellas adolescente, que se reencuentra con su exmarido para firmar los papeles de divorcio. Pero la llegada desde Irán de Ahmad supone una revolución para la nueva familia que ha formado junto a Samir.

«La elección de la familia como base de mis historias recientes viene de mi preocupación por sentirme cerca del espectador. No hay nada más universal que la familia, así que es terreno ganado entre el espectador y yo, porque no tengo que explicarle el contexto».

Al mismo tiempo, la relación en el seno de la familia es la más antigua que existe, pero los sufrimientos que se producen en ella «son siempre nuevos e inéditos».

Por ello, es un tema que nunca se agotará. «Incluso si me paso toda la vida con este asunto», agregó Farhadi.

Una familia que en «Le passé» bascula todo el tiempo entre la verdad y la mentira, entre la ocultación y el descubrimiento de informaciones que pueden cambiar toda la estructura que les sostiene.

«La verdad es fluctuante y forzosamente parcial», afirmó Farhadi para explicar el comportamiento de los miembros de la familia de

«Le passé», un filme sólido, sensible y profundo en el que todos los actores realizan un trabajo espectacular.

Al respecto, Bejo, citando el libro «El cuarteto de Alejandría», de Lawrence Durrell, señaló que en la vida los puntos de vista cambian.

Por eso, durante el rodaje, en ocasiones se sentía culpable y en otras, no. «En cada escena vivía cosas diferentes, y eso era extraordinario».

Dos meses de ensayos y dos de rodaje para hacer que todos se sintieran una gran familia y entendieran la forma de trabajar de Farhadi, que actúa como un coreógrafo, como explicó Bejo.

«Nos da nuestro lugar preciso y cómo decir el texto en cada momento como en una coreografía. Somos intérpretes: adoro que el realizador tome en sus manos la historia y que yo solo me tenga que ocupar de mirar a mi compañero y recitar el diálogo», afirmó sonriente Bejo, que se dio a conocer internacionalmente con «The artist».

El francés Tahar Rahim (Samir), el iraní Ali Mosaffa (Ahmad) y la joven Pauline Burlet (la hija mayor, Lucie) completan el elenco de un filme tan similar como diferente a «Nader y Simin».

Y en el que el peso de la historia recae en el pasado.

«Vivimos una especie de huida hacia adelante. Es eso lo que nos hace envejecer, no el hecho de que el tiempo pase, sino que el pasado nos pesa cada vez más», explicó Farhadi.

Y solo «cuando tenemos el valor de lanzarnos al pasado y aceptar su realidad, es cuando podemos presentar excusas y seguir adelante».

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Ozon decepciona en Cannes con un film sobre la prostitución y la adolescencia

"Jeune et Jolie" es una historia triste y dramática de la que Ozon se ha querido distanciar para que el espectador saque sus propias conclusiones pero también para demostrar que hay muchas más cosas detrás de los personajes.

/ 16 de mayo de 2013 / 13:47

El francés Fraçois Ozon abrió hoy la competición oficial de Cannes con la decepcionante «Jeune et Jolie», una película pretenciosa sobre una adolescente que busca su camino en la prostitución y con la que el realizador ha pretendido mostrar lo «dolorosa y difícil» que es la adolescencia.

«Tras ‘En la casa’, en la que trabajé con dos chicos, tenía el deseo de seguir trabajando con adolescentes, más bien con una chica», y de ahí partió la idea de escribir la película, explicó hoy Ozon en rueda de prensa, acompañado de Marine Vacth, todo un descubrimiento y, sin duda, lo mejor del filme.

Con esta película, el realizador compite en la sección oficial de Cannes, a la que vuelve 10 años después de presentar «Swimming Pool». Y aunque al final del primer pase de prensa hubo aplausos, también hubo risas durante algunos de los momentos más dramáticos de la narración.

«Jeune et Jolie» es una historia triste y dramática de la que Ozon se ha querido distanciar para que el espectador saque sus propias conclusiones pero también para demostrar que hay muchas más cosas detrás de los personajes.

El objetivo era «dejar agujeros, no contarlo todo». «Esa joven es un misterio y quería compartir ese misterio» con los espectadores, explicó Ozon.

«Es mi forma de trabajar, tengo tendencia a dejar un poco de distancia. Creo que la gente es inteligente y con capacidad de entender sin que tener que explicárselo todo», agregó el realizador.

Y sobre el porqué de elegir el mundo de la adolescencia, protagonista de sus primeras películas, señaló que en todos los filmes franceses y muchos internacionales «se muestra la adolescencia extremadamente idealizada, pero yo tengo un recuerdo doloroso y difícil de mi propia adolescencia y eso es lo que quería contar, pero con la distancia que permite la experiencia».

«Jeune et Jolie» se centra en la vida de Isabella, que pasa el verano con su familia en la playa y conoce el primer amor de la mano de Felix. Pero tras perder la virginidad con él y no sentir nada de lo que esperaba, a su vuelta a París, emprende una incomprensible doble vida y comienza a prostituirse.

Poco o nada cuenta Ozon de las razones que llevan a esta joven por un camino complicado y poco habitual.

Su familia tiene el suficiente dinero para llevar una vida cómoda, tiene un hermano menor con el que mantiene una excelente relación y buenas relaciones con su madre y su padrastro.

Ciertos problemas para relacionarse con los jóvenes de su edad y una vida demasiado fácil, pero nada tan grave que la empuje a prostituirse, excepto el sentirse deseada.

El realizador, que ya exploraba el aislamiento de la adolescencia en su anterior filme «En la casa», se muestra en «Jeune et Jolie» demasiado frío y distante de un tema espinoso y profundamente debatido socialmente.

Pero lo que consigue es caer en el absurdo en algunas ocasiones y en bordear lo cursi en todo momento.

Una historia en la que el problema es la prostitución pero que podía haberse centrado en cualquier otra adicción, según preció el realizador, que hace recaer todo el peso en la joven actriz Marine Vacth, de 23 años, con escasa experiencia en el cine pero sí como modelo.

Vacht aporta su belleza y su misterio a un personaje complejo, que «no se explica, no se excusa y vive lo que siente que quiere vivir», explicó la joven en la rueda de prensa.

Pocas palabras más pronunció la bellísima actriz, arropada en todo momento por Ozon, y por el resto de los actores de la película, entre ellos Geraldine Pailhas y Frédéric Pierrot.

Vacht encarna a la perfección a una joven que desdobla su comportamiento tras iniciarse en la sexualidad.

«La pérdida de la adolescencia es el nacimiento de la melancolía, el periodo de la desilusión» y es ese momento, en el que el mundo idealizado de la infancia empieza a fracturarse el que ha querido narrar Ozon.

Una historia que se desarrolla con la música de fondo de Françoise Hardy.

Cuatro de sus canciones reflejan la situación por la que está pasando Isabella porque, en opinión de Ozon, «es la que mejor ha expresado la desilusión del desamor adolescente».

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