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La Espera 50 años después

Hace 50 años debutaba Michio Yoshizawa, figura hoy por hoy olvidada, cuya influencia se replegó al ámbito académico. Sin embargo, su nombre puede rastrearse con los renovadores del cine japonés, en especial los vinculados con el Ejército Rojo, en la figura del cineasta y militante Masao Adachi.

Influenciado por esa corriente conocida como cine rosa, las técnicas de guerrilla de Wakamatsu y, por supuesto, los movimientos estudiantiles que anticiparon al 68, Michio Yoshizawa debutó con la excepcional La espera (1963). Se trata del preludio de un acontecimiento o simplemente el ejercicio de radiografiar la vida pacata de estudiantes en la Universidad de Nihon, uno de los centros estudiantiles desde donde se irradió la revolución cultural que vivió Japón durante la década de los años 60. En este ejercicio de ver a alguien que espera puede evidenciarse la renovación al interior de la cinematografía.

La espera busca retratar la larga espera de un estudiante, como metáfora de la espera de los tiempos por venir. Desde su montaje, supone un diálogo constante y permanente con el cine de Adachi, pues ofrece imágenes tan violentas y similares a las de Vagina cerrada (1963) y Aborto (1965), siendo el elemento fundamental la parodia de los géneros pornográficos comerciales, en el primer caso, y educativos, en el segundo. Los insertos actúan como elementos rítmicos y permiten establecer temporalidades en el filme, que desde su montaje quiere establecer relaciones dialécticas en tanto explicación didáctica de materiales educativos que parodia Yoshizawa.

Las apariencias que compone Yoshizawa permiten, además, pensar, como lo hace el protagonista, en la memoria y los recuerdos. La espera es un ejercicio visual premonitorio a ese cine que luego nos fascinará, en el que el tiempo será el objeto privilegiado. Pero lejos de la teoría del paisaje, que buscaba en la variante militante, este cine logra ser el contenedor y reforzamiento de un discurso crítico contra la cultura de masas y su potencial alienante.

Cine en pocas palabras

‘7 días en La Habana’ (cine independiente)

Gaspar Noé (Irreversible), Laurent Cantet (La clase), Benicio del Toro, Elia Suleiman (Intervención divina), Pablo Trapero (Carancho), Julio Medem (Lucía y el sexo) y el cubano Juan Carlos Tabío (Fresa y chocolate). Son los directores de 7 días en La Habana, una ciudad mítica en el cine latino por ser una hermosa locación y sede de uno de los festivales más importantes. Muchas intenciones en uno de los filmes que responde a preguntas usuales: ¿Cómo será La Habana? Mas esa ciudad ha perdido el brillo y eso lo entienden los directores entre ron, tabaco, bellas mulatas, son y autos viejos. (Claudio Sánchez)

‘De Salamanca a ninguna…’ (Cinemateca)

En 1955, el director Basilio Martín organizó las primeras jornadas de discusión sobre el cine español, conocidas como las Conversaciones de Salamanca. El documental de Chema de la Peña se detiene en este hecho que, más allá del dato curioso, fue la cuna de una nueva generación de cineastas, entre los que destacan Basilio Martín y Carlos Saura. La cinta de este Martes de Cine Español (25 de junio) pone énfasis en esto y en lo que esta generación ha dejado para la actualidad. (Carolina Castillo)

‘Las malas intenciones’ (próximo estreno)

La huella de la lucha armada en Perú es muy honda. Las malas intenciones, de Rosario García-Montero, es de las óperas primas más ovacionadas en la Berlinale 2011. Cayetana es el catalizador para conocer una historia construida a partir de la desintegración familiar y la relación de la niña con láminas de héroes nacionales. Tal vez tenga algo del Julius de Bryce, pero está historia contada en femenino es una linda metáfora de un ayer repetido. (Manuel María Caballero)