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El Tri inyectó frescura al rock and roll con un recital inolvidable

Envuelto en una bandera boliviana, saltando y rockeando como un quinceañero, el líder de El Tri, Alejandro Lora, le devolvió a La Paz el cariño con el que fue recibido en el recital del sábado, un concierto que, según sus seguidores, fue un “desmadre total”.   

Cerca de 5.000 personas vibraron y cantaron, uno a uno, los temas del legendario grupo azteca, formado en 1969, y que una vez más ratificó que este estilo musical, lejos de morir, se reinventa cada vez. La entrada universitaria le restó algo de público, pero Lora y su banda dejaron todo en el escenario del Teatro al Aire Libre, en dos horas de show.   “¿Cómo está La Paz, carajo?”, saludó irreverente Alejandro, para después arrancar con el tema Todo sea por el rock and roll, una canción grabada en 1996.

“A mis 15 años fui a Sucre a verlos y ahora que están acá, no podía perdérmelo”, sostuvo Daniel Velásquez, un joven tatuador, desde las graderías, con una camiseta que llevaba la imagen de la Virgen de Guadalupe, uno de los símbolos de estos rockeros mexicanos.

Frenesí. “Ahora esta canción está dedicada a La Paz… a la paz en México”. Así anunció Lora la rola La tierra está en llamas, una crítica a la violencia en el mundo y a la vez un pedido para cuidar el planeta. La banda exigía aplausos y fustigaba, fiel a su estilo mexicano, a quienes no lo hacían, y seguidamente insistía: “¡Que se oiga hasta el Illimani!”.

El termómetro del concierto subió gradualmente hasta que llegó El vicioso, un tributo a todos los rockeros, y fue ese momento que el público coreó al unísono: “No puedo dejar el vicio/soy adicto al rock n’ roll / Quiero vivir entre notas musicales / y quiero que me entierren a ritmo del rock…”.

Enseguida, aterrizó el homenaje a los íconos del rock: Janis Japlin, Jim Morrison, Jimi Hendrix y John Lennon con la canción Nostalgia del fin de siglo. Pasada la medianoche, se oyó la emblemática Triste canción de amor, una dulce dedicatoria a una pareja que levantó en el público el olé, olé, olé, olé… El Tri… El Tri… similar a los tonos que se escuchan corear en los estadios de fútbol. 

El frenesí se apoderó cuando Lora salió con la bandera boliviana, con la que cantó y saltó. Sobre el final, cuando apareció su compañera de toda la vida Chela Lora, cantaron Las piedras rodantes, luego vino un riff de Smoke on de the water, de Deep Purple, Cuando tú no estás y Terminal de Ado.

Lora recibió de regalo una torta, en forma de guitarra, que la gente de la Biblia del Metal, que organizó el concierto, le dio por sus 45 años de vigencia artística.  Al final, una joven rockera resumió así el show: “Fue un desmadre (una locura) total, ahora que vengan Los Jaguares”.