El maestro de la acuarela deja un legado generoso
La muerte de Ricardo Pérez Alcalá tomó por sorpresa a sus colegas
El maestro Ricardo Pérez Alcalá murió ayer sorpresivamente. Muchos de sus colegas habían hablado con él; le habían visto hace poco. Ayer destacaron su legado y valoraron la generosidad con la que enseñó en la Escuela Municipal de Arte de El Alto, donde se forjaron artistas como Rosmery Mamani, quien ahora pasea su arte en Europa.
El artista chuquisaqueño Gil Imaná recordó que la técnica de Pérez Alcalá revalorizó los colores de la acuarela, pues innovó en la técnica y superó el papel para lograr plasmar su arte sobre yeso y otros materiales. “Le ha devuelto a la acuarela el concepto de arte mayor (de las artes plásticas) y (…) obtuvo un efecto de realismo virtual muy fuerte”, afirmó Imaná, de 80 años, en un contacto con La Razón.
El autor lamentó la muerte de su colega, tras rememorar que cosechó los mejores logros de su carrera en México, donde vivió entre 1979 y 1990. “Además era un buen dibujante. Hacía caricaturas. Tenía buen humor, contaba chistes y anécdotas, y luego las dibujaba. Un día, en la Peña Naira, de la calle Sagárnaga, comenzó a dibujar en una de las paredes durante una reunión con amigos”, contó el artista, quien añadió que Pérez Alcalá también “era controversial”. Cierto día, pintó el cuadro de La última cena para la iglesia de Aranjuez; allí puso al Che Guevara en lugar de Jesús y esto molestó a algunos vecinos del barrio, provocando que la obra sea removida del lugar, según recordó Gil Imaná.
De igual modo, Alfredo La Placa lamentó el deceso del maestro, pero aseguró que “su obra permanecerá en México, en Bolivia y en varios países”. Este artista hizo notar que, además, fue “un formador” porque logró transmitir sus conocimientos y técnicas “con generosidad” a sus alumnos. Muchos de ellos ahora son destacados artistas. La Placa valoró a Pérez Alcalá también por su arte culinario. “Cocinaba muy bien y le gustaba la comida de América Latina”, comentó, tras afirmar “el vacío hondo que deja su partida”.
Desde Francia, donde expone sus pasteles marcados por el “hiperrealismo”, Rosmery Mamani exteriorizó su dolor por la pérdida de su maestro. “Estoy tan lejos, pero lo siento aquí conmigo; sé que él nos guiará a todos sus alumnos, a todos los que lo quisimos tanto”, dijo Mamani, en contacto con este diario.
El ministro de Culturas, Pablo Groux, afirmó ayer que la partida de Pérez Alcalá dejará un “enorme vacío” en las artes del país, pero además una profunda huella. “Hubiéramos querido darle más, tanto como él nos dio”, dijo Groux, quien espera promover un homenaje que puede traducirse en una muestra póstuma.