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Colón se llevó el secreto de su rostro real a la tumba

La verdadera cara de Cristóbal Colón es uno de los muchos misterios que se llevó a la tumba el descubridor de América, pues nunca se hizo un retrato en vida y los cuadros de sus supuesto rostro fueron pintados tras su muerte y a partir de descripciones.

La disparidad que se aprecia a simple vista entre sus retratos más conocidos da fe de ello, como se informa al visitante de la Casa de Colón de la isla española de Gran Canaria, que muestra en sus recorridos guiados un cuadro con la cara del almirante genovés.

El guía de esos paseos siempre se apresura a advertir que ese cuadro refleja sólo una de las diferentes visiones de cómo pudo ser su rostro que han plasmado artistas de distintos siglos. Pero esa imagen del descubridor, copia de una obra de Rafael Tejedo de 1828 que se conserva en el Museo Naval de Madrid, guarda tanto parecido con su rostro real como las de otros varios cuadros, según el historiador del centro Javier Pueyo.

“Ninguno es Colón y todos son Colón”, sostiene Pueyo, en la medida en que reproducen los rasgos físicos más llamativos del navegante de los que ha quedado constancia: Que tenía ojos azules, una nariz aguileña y prominente, “que le ocupaba buena parte del rostro”, y cabellos rubios entre los que ya despuntaban algunas canas cuando partió hacia América.

Ésas son algunas de las características de su aspecto que apunta su hijo Hernando Colón al describirlo en el libro sobre su persona y sus viajes que redactó pasado el año 1530, conocido bajo el nombre de Historia del Almirante.

Su descripción, en todo caso, es imprecisa, pues está hecha al estilo de aquella época y, más que en sus rasgos físicos, se centra en su personalidad, su don de gentes o la capacidad de convicción con que atrajo a los Reyes Católicos para patrocinar una aventura que muchos veían incierta.

Descripción. Dificultades añadidas para conocer el rostro verdadero del navegante son otras descripciones que divergen en cuestiones como el color de su pelo, que hay quien define como rojo, y, sobre todo, las imágenes que se han pintado o esculpido en siglos posteriores influenciadas por finalidades políticas.

Cuadros, grabados o esculturas datados del siglo XV al XX desfiguraron a conveniencia su apariencia para presentarle como héroe o vasallo del Antiguo Régimen, sabio o simple soldado, según interesó a unos u otros.

“El arte nunca ha tenido por objeto mostrar necesariamente la realidad” y, por ello, a lo largo de los distintos siglos, “no trata a Colón como sujeto de estudio, sino a Colón desde la perspectiva social y política de cada momento”, sostiene el investigador español Javier Castro.